Novak Djokovic, una máquina de ganar pero con corazones por conquistar

Tenis

Novak Djokovic busca el título en Estados Unidos.
Novak Djokovic busca el título en Estados Unidos. / AFP
Afp
11 de septiembre 2021 - 13:02

Novak Djokovic se acerca a la meta de completar el primer Grand Slam del tenis masculino en más de 50 años pero el astro serbio tiene todavía muchos corazones que conquistar, por motivos diversos y no siempre evidentes.

'Nole', que disputará el domingo la final del Abierto de Estados Unidos ante el ruso Daniil Medvedev, lo tiene todo sobre el papel para ser un ídolo de masas: afable, respetuoso, divertido, padre de familia, patriota pero abierto al mundo, inteligente, cultivado, políglota...

Cuesta encontrar razones objetivas para justificar ese cierto desamor del público, que a menudo le regatea aplausos o alienta a sus rivales en la aventura de sorprender al número uno.

¿Es quizás por ser demasiado mecánico? ¿Demasiado previsible? ¿Demasiado defensivo? ¿Sobreactúa mucho quizás? ¿O se le percibe como arrogante? Puede ser, simplemente, que sea demasiado dominante para el resto.

"El hecho es que el 90% de las veces, o más, juego contra mi rival y también contra la cancha", dijo Djokovic el pasado julio en Wimbledon. "Estoy acostumbrado, pero soy humano, tengo emociones y a veces me enfado cuando me provocan".

La raíz de todo ello puede deberse a que el gran público lleva años sintiendo una mayor debilidad por el suizo Roger Federer, siempre al límite con su juego de alto riesgo, y el español Rafa Nadal, cuya generosidad en el esfuerzo llega a conmover.

- Secretos y polémicas -

Djokovic, a sus 34 años, sigue en plena forma. ¿Cuál es su secreto? Un régimen sin gluten que le ha hecho, según defiende él mismo, más resistente. Una paradoja teniendo en cuenta que su padre era propietario de una pizzería.

También confía en otros métodos de preparación más curiosos: una cámara de oxígeno, un gurú para los aspectos mentales o visitas a una misteriosa "pirámide" en Bosnia (que en realidad es una colina) para impregnarse de energía.

Hubo un tiempo en el que no escatimó esfuerzos para aumentar su popularidad, a riesgo de ser acusado de exagerar.

En Roland Garros, donde se coronó por segunda vez en junio, se expresó en un francés cada vez mejor y habla también un inglés excelente, alemán e italiano. Bromeó con los espectadores, firmó muchos autógrafos y posó incansablemente para fotografías con niños.

Tras su victoria le regaló la raqueta a un pequeño aficionado, loco de alegría. Pero además de gestos afables Djokovic también ha protagonizado polémicas.

Por ejemplo cuando se posicionó en contra de la vacuna contra la covid-19 o con la organización a mediados de 2020, en plena pandemia, de un torneo en los Balcanes (Adria Tour) que se transformó en un foco de infecciones.

- El hombre de los 150 millones -

Nacido en Belgrado en 1987, 'Nole' pasó su infancia entre la capital serbia y la pequeña estación de esquí de Kopaonik, donde su padre regentaba el restaurante familiar, próximo a una pista de tenis.

Allí fue 'detectado' por Jelena Gencic, una mentora a la que permaneció muy unido hasta su fallecimiento en 2013. No solo le inculcó los fundamentos del tenis, sino conocimientos de cultura general, iniciándole en la música clásica y en la literatura de Pushkin.

Cuando las instalaciones del Partizán de Belgrado dejaron de ser suficientes, la familia Djokovic hizo un gran esfuerzo económico para enviar al joven prodigio a una escuela de tenis en Alemania. Allí permaneció tres años antes de convertirse en profesional.

Mientras tanto, el joven Djokovic quedó muy marcado por la experiencia de la guerra de Kosovo, que afectó a su ciudad en 1999, cuando él tenía 12 años.

Para resguardarse de los bombardeos de la OTAN pasó dos meses y medio en refugios antiaéreos por la noche... y por el día en una pista de tenis, ya que su escuela estaba cerrada.

- Un largo ascenso -

Muy patriota, aunque prefiere tener su residencia en Mónaco, Djokovic acostumbra a defender la imagen de Serbia y se preocupa por tender lazos con los países de la antigua Yugoslavia.

Su ascenso en el circuito ATP no fue tan fulminante como el de otras figuras. Su talento era evidente desde que se convirtió en profesional en 2003, pero tardó en convertirse en un jugador único.

Fue su victoria en la Copa Davis en 2010 - su "mayor emoción en una pista de tenis"- el gran punto de inflexión para el serbio.

Desde entonces, ha sumado al menos un torneo de Grand Slam cada año salvo en 2017, cuando sufrió una lesión en el codo.

Entre mediados de 2015 y 2016 logró convertirse en vigente monarca de los cuatro torneos de Grand Slam.

Si gana el domingo habrá sumado 21 triunfos en torneos grandes y logrado su objetivo de adelantar en esa carrera a sus 'enemigos íntimos' Federer y Nadal.

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