Protestas y petardos frente a la casa del presidente de un Oporto en crisis
El Porto sigue en crisis.
Un grupo de aficionados protestó la pasada madrugada frente a la casa del presidente del Oporto, Jorge Nuno Pinto da Costa, donde exhibieron pancartas críticas con su gestión y tiraron petardos.
Así lo informa hoy la prensa portuguesa, que divulgó fotografías de varias de estas pancartas -escritas en azul sobre un fondo blanco, los colores del equipo- colocadas frente al domicilio particular del dirigente, quien a sus 78 años se presenta a la reelección.
"Yo soy... comisionista", rezaba uno de los carteles en referencia a las millonarias comisiones pagadas por el Oporto en algunos de sus fichajes, y entre cuyos beneficiarios se encuentra el hijo del presidente, el agente de jugadores Alexandre Pinto da Costa, de acuerdo con documentos confidenciales divulgados por el portal "Football Leakes".
Ni el club ni la policía confirmaron los altercados, aunque también esta semana aparecieron pintadas en una tienda oficial del conjunto portugués.
La decepcionante temporada de los "dragones" -acumula dos campañas consecutivas sin ningún título- ha derivado en una crisis a nivel deportivo e institucional, con críticas incluso a Pinto da Costa, algo prácticamente inaudito desde que ascendió a la presidencia, en 1982.
El conjunto blanquiazul, donde juega Iker Casillas, ocupa la tercera posición en Liga y acabó de despedirse virtualmente del campeonato el pasado lunes, al perder en casa contra todo pronóstico frente al colista, el Tondela (0-1).
Ya ese día se escuchó una sonora pitada por parte de la afición, dirigida tanto a los jugadores como al palco.
Eliminado de la Liga de Campeones y de la Copa de la Liga en la fase de grupos, y de la Liga Europa en dieciseisavos, los "dragones" centran todas sus esperanzas en la Copa de Portugal, donde ya se garantizaron un sitio en la final.
Una mala racha de resultados llevó a Pinto da Costa a prescindir del técnico español Julen Lopetegui a mitad de temporada y sustituirlo por el portugués José Peseiro, aunque el cambio tampoco tuvo el efecto deseado.