Ecuador logra histórico triunfo visitando a Argentina
La ausencia de mejor futbolista del mundo, convaleciente de una lesión, desmotivó tanto a los aficionados que sólo 35.000 personas asistieron.
Sobre el final, cuando los argentinos eran una sombra, el 'Tri' asestó sendos golpes de gracia, uno con un cabezazo de Frickson Erazo, a quemarropa, a los 81, tras un tiro de esquina y un toque de cabeza de Segundo Castillo.
Ecuador celebró el jueves un triunfo histórico y la conquista de tres puntos de oro en su debut en la clasificatoria sudamericana al Mundial de fútbol de Rusia-2018 al vencer 2-0 a una Argentina sin Lionel Messi y sin luces en Buenos Aires.
Sobre el final, cuando los argentinos eran una sombra, el 'Tri' asestó sendos golpes de gracia, uno con un cabezazo de Frickson Erazo, a quemarropa, a los 81, tras un tiro de esquina y un toque de cabeza de Segundo Castillo.
La segunda estocada fue en un contraataque en el que Antonio Valencia le sirvió en bandeja el pase dentro del área a Felipe Caicedo, a los 82. Ecuador nunca había vencido a los albicelestes en su tierra.
La ausencia de mejor futbolista del mundo, convaleciente de una lesión, desmotivó tanto a los aficionados que sólo 35.000 personas asistieron a una noche fría en las tribunas y dentro de la cancha en el estadio Monumental. Los dueños del festejo fueron decenas de ecuatorianos en una bandeja inferior.
Para colmo, una prematura lesión del delantero Sergio 'Kun' Agüero, apenas a los 20 minutos, fue otra dura pérdida en las filas albicelestes. Ni siquiera la entrada del tan demandado por los hinchas Carlos Tevez le dio resultado. El 'Apache' fue inoperante.
Telaraña y presión
Una telaraña le armó Ecuador a Argentina en el medio campo. Presionó bien arriba, en la salida albiceleste, sin refugiarse atrás. Y así desnudó la ya proverbial ausencia en los 'gauchos' de un estratega y de una identidad basada en el control del ritmo y los tiempos de un encuentro. Son cualidades de las que adolece el equipo que conduce Gerardo 'Tata' Martino.
Los arranques a velocidad de correcaminos de Ángel Di María parecían generar un desequilibrio, pero no tenía compañía. Tampoco era útil la habilidad y atrevimiento del otro 'Ángel' de la escuadra, el joven Correa, que al menos ponía en apuros al arquero Alexander Domínguez con remates de media distancia.
Sustos, en cambio, pasó el guardameta Sergio 'Chiquito' Romero. Los centrales Ezquiel Garay y Nicolás Otamendi suelen ser sólidos en la lucha mano a mano. Pero la defensa en bloque volvieron a mostrar grietas. Contraataques tricolores encontraron a la retaguardia local desmantelada.
Jefferson Montero fue una pesadilla para el lateral Facundo Roncaglia. Antonio Valencia arrastraba a sus marcadores como una topadora. Pero sin puntería. Una vez Miller Bolaños la tiró a las nubes y en otra Felipe Caicedo no pudo conectar cuando quedaban tres ecuatorianos en la ofensiva contra un solitario defensor.
Desde su silla de ruedas eléctrica, el lesionado DT argentino de Ecuador, Gustavo Quinteros, diseñó un esquema que le rendía frutos. Le salía redonda la táctica de meter presión y sorprender con un avance desde tres cuartos de cancha.
Como castillo de naipes
Hasta Javier Mascherano, el caudillo argentino, estaba superado y sin un Messi a quien darle el balón para poner al equipo en acción. Peor aún cuando en un pique se resintió de sus molestias físicas Agüero. Los hinchas de Carlos Tevez corearon su nombre. Pero la entrada del 'Apache' no cambió el escenario.
Javier Pastore no podía imponer su calidad y prestancia con pases medidos al milímetro. Argentina era todo vértigo, pura rapidez sin razonamiento. Un abuso de los pases de larga trayectoria. Lucas Biglia no pudo cumplir la función creativa porque sólo fue un batallador, un recuperador.
Ecuador supo agruparse. Se plantaron bien en la retaguardia Gabriel Achilier y Walter Ayoví. Christian Noboa colaboraba con afán en la recuperación y los laterales Frickson Erazo y Juan Paredes nunca fueron desbordados.
A medida que corrían los minutos, Argentina empezó a extrañar cada vez más a Messi, a desesperarse, y a lamentar la pérdida de Agüero, quien atraviesa por un momento luminoso en su carrera. Tevez no logra convertirse ni por asomo en el arma de ataque letal que suele ser cuando juega para clubes.
Cuando en Argentina salió Pastore y entró Ezequiel Lavezzi, se quedó sin iluminados. Y sobre la hora se le cayó la estantería como un castillo de naipes.