El estadio de Nizhni Nóvgorod, ¿condenado al abandono?
Su uso en el futuro es tema de comentario en Rusia
El flamante nuevo estadio de Nizhni Nóvgorod, que costó 250 millones de euros, acogerá el lunes su primer partido en el Mundial-2018, entre Corea del Sur y Suecia, pero la cuestión sobre cuál será su uso en el futuro, una vez terminado este torneo, flota ya en el ambiente.
"No es un elefante blanco, algo que no sea necesario o que sea superfluo. Estará al servicio de los ciudadanos rusos", defendió el jefe del Comité de Organización, Alexei Sorokin, en palabras a la AFP antes del inicio del Mundial.
El estadio azul y blanco construido junto a la catedral Alexandre Nevski (siglo XIX) tiene capacidad para 44.899 espectadores y acogerá su último partido en este Mundial el 6 de julio, en cuartos de final.
El equipo de fútbol de la ciudad, el Olimpiets Nizhi Nóvgorod, que será local en el recinto después del Mundial, juega apenas en la segunda división rusa y reúne a solo 5.000 espectadores por partido.
Sorokin había asegurado, sin embargo, que todas las nuevas construcciones realizadas tendrían una larga vida y que no se había levantado "nada específicamente para el Mundial".
El hockey, ante todo
Pero tras pasar un poco de tiempo en la ciudad, queda claro que la auténtica pasión deportiva de la población local no es tanto el club de fútbol local sino el de hockey sobre hielo, el Torpedo de Nizhni.
El Torpedo es una fuente de orgullo en la ciudad. Fue el primer club ruso no moscovita en acabar una temporada en el podio del campeonato nacional, en 1961, y de manera regular puso en peligro la hegemonía de los equipos de la capital en los años 1980.
Los estadios que pasado un tiempo se ven condenados al abandono y se convierten en tristes recuerdos de unos fastos excesivos son imágenes que la FIFA y los organizadores del evento intentan siempre evitar.
¿Y el Fisht de Sochi?
El estadio de Sochi, con capacidad para 48.000 espectadores y que acogió el viernes el partido entre Portugal y España genera también interrogantes para el futuro: la ciudad tampoco contaba con ningún equipo de fútbol relevante, antes de que un club de segunda división abandonara San Petersburgo para instalarse en este rincón a orillas del Mar Negro.
Un taxista de Nizhni, que se declara gran aficionado al hockey como muchos de sus vecinos, no tiene claro cuál será el futuro del estadio mundialista y responde a esa pregunta levantando los hombros, sin saber qué decir.
Lo tiene más claro cuando le preguntan si podría ser reconvertido en pista de hielo para el hockey: "No, no y no", dice riendo, intentando no mezclar ambos deportes.