Roberto Clemente, visto a través de los ojos de Manny Sanguillén
Béisbol
Un día como hoy, hace 49 años, se apagó la luz de uno de los grandes peloteros que han pasado por los terrenos de juego en el béisbol de las Grandes Ligas; Roberto Clemente.
El beisbolista puertorriqueño se disponía a llevar ayuda humanitaria a los damnificados por un terremoto ocurrido en la ciudad de Managua, Nicaragua. Sin embargo, la aeronave en la que llevaba dicha carga se precipitó al mar, cerca de Puerto Rico. Todos los tripulantes murieron y el cuerpo de Clemente no fue encontrado.
"No fue solo una leyenda, sino que fue una persona que murió por la gente que no conoció. Como Cristo", dijo el exgrandes ligas panameño Manny Sanguillén, sobre Clemente, en una entrevista al periodista Ricardo Torres de Telemundo Puerto Rico, emitida el 14 de septiembre de 2021.
Sanguillén fue junto al boricua parte del equipo de los Piratas de Pittsburgh que ganó la Serie Mundial de 1971. Ambos forjaron una amistad entrañable.
"Él me dijo: 'Manny: Yo creía que iba a tener un amigo puertorriqueño, pero tú viniste aquí y eres mi amigo por siempre", recordó Sanguillén en esa misma entrevista. "Le doy gracias a Dios que él me protegió a mi en las Grandes Ligas y protegió a todos los peloteros", agregó.
El vínculo entre Sanguillén y Clemente era tan cercano que el istmeño ayudó a su amigo a recaudar fondos en beneficio de los afectados por el terremoto de Managua y, tras el accidente, se unió al grupo de búsqueda de las víctimas en el sector de Piñones, al noreste de Puerto Rico, con la esperanza de encontrarlo.
"Algunos días después, buceando en el océano buscando a mi hermano por siempre, Roberto Clemente. Estaba explorando la playa y no fui al funeral. Buscaba a mi hermano Roberto Clemente", plasmó el panameño en su cuenta de Twitter. Sus palabras acompañaban una foto que captó parte de esa labor.
Clemente jugó 18 temporadas en la 'Gran Capa', entre los años 1955 y 1972, donde acumuló 3000 imparables, 240 cuadrangulares, 1416 carreras anotadas, 1305 empujadas y un promedio de bateo total de .317.
El 8 de agosto de 1973 fue admitido, de manera póstuma, al Salón de la Fama del Béisbol con lo que se convirtió en el primer latinoamericano en ingresar a ese recinto.