Rod Carew asegura que Dios lo tiene vivo para que lleve un mensaje de prevención
Después de estar cerca de la muerte
El ex pelotero panameño y miembro del Salón de la Fama, Rod Carew, está convencido de que está vivo gracias a un milagro. Cuando sufrió un paro cardíaco en un campo de golf el 20 de septiembre del 2015 cerca de su casa en el Condado Orange de California, estuvo a punto de morir.
Carew estuvo muy cerca de fallecer tres veces, pero en cada ocasión fue revivido por los paramédicos, como recordó emocionado la semana pasada en el Angel Stadium, donde fue a ver a los Mellizos jugar ante los Angelinos. El ex estelar y dueño de un promedio de bateo de por vida en las Grandes Ligas de .328 jugó para ambos clubes durante su carrera de 19 años, pero se le identifica más por haber ganado siete títulos de bateo de la Liga Americana durante los 12 años que pasó en Minnesota.
Desde aquel terrible momento hace casi dos años, Carew ha sido el afortunado receptor de trasplantes de corazón y riñón, ambos donados por un otrora jugador de la NFL que murió el 12 de diciembre, dos semanas después de haber sufrido un aneurisma cerebral. Pero los momentos después del paro cardíaco que sufrió ese día están adheridos a la memoria de Carew.
"Hombre, fue como si me hubiese golpeado una tonelada de piedras", dijo Carew. "Estaba haciendo swing con mi palo de golf y al minuto siguiente estaba en el carrito (de golf). Un minuto después, estaba en el casillero. Otro minuto más tarde, los paramédicos estaban listos para revivirme, porque no tenía signos vitales. Y pasó otra vez cuando íbamos en la ambulancia camino al hospital, y de nuevo cuando estábamos llegando a la sala de operaciones.
"El primero lo pude ver. Vi al muchacho con los desfibriladores, gritándoles a sus compañeros que se apurasen. 'Apúrense, lo estamos perdiendo'. Y entonces perdí el conocimiento".
El espantoso incidente ha podido prevenirse, dice Carew, que a los 71 años está dedicando el resto de su vida a ayudar a otros para que eviten el dolor y el sufrimiento que él sufrió. Su fundación se llama "Heart 29" en honor al número que utilizó durante su carrera en las Mayores.
Carew cree que Dios lo mantuvo en la tierra para que lleve un mensaje.
"Ahora mi trabajo es hacerle saber a la gente que esto no es algo para tomarse a la ligera, porque duele", dijo Carew. "Uno puede andar por la vida pensando que estás bien y no es así. A mí me perdieron tres veces y me revivieron. Tenía sangramiento y en el cerebro y también me operaron allí. Les digo, ahora rezo mucho".
Carew insiste enérgicamente en que él es un caso de estudio sobre cómo hacer las cosas mal.
"Yo me hacía mis revisiones médicas y esas cosas, pero no las revisiones correctas", dijo. "Y tenía una medicina que me estaba tomando, pero después de dos semanas la puse en el gabinete y dije que no me la quería tomar más. Al final del día, si hubiese ido a ver a mi doctor, me hubiese podido decir que tenía un problema serio".
En vez de eso, Carew terminó sumergido en una dolorosa experiencia. La última vez que nos vimos fue meses antes de la operación, en julio pasado durante las ceremonias de exaltación del Salón de la Fama. Carew fue electo en su primer año de elegibilidad por la Asociación de Escritores de Béisbol de Estados Unidos (BBWAA) en 1991 con el 90.5% de los votos. Su nombre apareció en 401 de las 443 boletas.
Carew lucía frágil y se levantó la camisa para dejar ver un chaleco blanco conectado a una máquina que ayudaba latir a su corazón. La bomba fue instalada durante la operación de emergencia el día del paro cardíaco.
Al final de ese año, Carew dijo que iba a ir al Cedars-Sinai Medical Center en Los Ángeles para prepararse ante un eventual trasplante. Sabía que no iba a sobrevivir a largo plazo sólo con aquella bomba.
Carew dijo que estaba asustado, y hablamos sobre dos colegas miembros del Salón de la Fama y amigos suyos que murieron jóvenes: Kirby Puckett, otra gloria de los Mellizos, quien murió de un derrame cerebral a los 45 años en el 2006, y de la leyenda de los Padres Tony Gwynn. El ocho veces campeón bate de la Liga Nacional falleció hace tres años de cáncer. Tenía 54 años.
Carew fue un mentor para Gwynn, que fue seleccionado por los Padres en el draft de 1981 y conoció a Carew en los entrenamientos primaverales de 1982. Para aquella época, Carew tenía 36 años y se preparaba para jugar con su 16ta temporada.
Carew pasó una década como coach de bateo con Angelinos y Cerveceros, y continuó hablando con Gwynn de bateo.
La muerte de Gwynn le pegó muy duro. Fue a su funeral en San Diego junto con otros inmortales como Dave Winfield, Ozzie Smith y Cal Ripken Jr.
"Tony fue un gran hombre. Fue una pérdida muy grande", dijo Carew en verano pasado.
Y de golpe, a Carew le estaba tocando lidiar con su propia muerte. Debido a su precaria condición, le movieron en la lista de trasplantes el 9 de diciembre, tres días antes de la muerte del ex jugador de los Ravens Konrad Reuland, quien terminaría siendo su donante anónimo.
Reuland también era de California y conoció a Carew cuando era un niño de 11 años. Reuland murió a los 29 años.
Mientras enterraban a Reuland, Carew sobrevivió a una operación de 13 horas. Los padres de Reuland eventualmente hicieron la conexión y las familias se conocieron.
"Hablamos con ellos todo el tiempo", dijo Carew. "Vamos al cementerio, cosas así. Son una bonita familia, una muy buena familia. Ahora tengo otra familia. Tengo mucha suerte por eso".
Carew siente que su vida ha comenzado de nuevo. Está yendo a terapia física, se ve bien y con una vida.
Consultado sobre si ya tomó un bate e hizo swing, dejó escapar una sonrisa.
"No todavía", respondió. "Primero tengo que hacer swing con el palo de golf".
Texto: Barry M. Bloom (MLB.com)