Será Jeter elegido por unanimidad al Salón de la Fama?
NUEVA YORK (AP) -- Derek Jeter ha tenido el cierre a su carrera como jugador en grandes ligas que todos quisieran tener. Sin embargo, nada asegura que dentro de cinco años, cuando sea elegible para ingresar al Salón de la Fama, el capitán de los Yanquis de Nueva York sea elegido de manera unánime. Pero eso no sería raro. Estaría en la misma situación de otros grandes. Babe Ruth. Ty Cobb. Ted Williams. Willie Mays. Hank Aaron. Cal Ripken Jr., todos fueron dominantes en su época y se quedaron cortos. El pitcher Tom Seaver, quien obtuvo el mayor porcentaje de votos en la historia, no recibió la aprobación de cinco votantes. Si alguien merece recibir el 100% de los votos emitidos por los integrantes de la Asociación de Periodistas de Béisbol de Estados Unidos, ése podría ser Jeter. "Es tan respetado", dijo el vocero del Salón, Brad Horn. "Ha alcanzado una estatura de icono y ha rebasado a cualquier jugador de su época". El paracorto de 40 años ha tenido una carrera sin mancha en una de las franquicias deportivas de mayor tradición que terminará el domingo, luego de dos décadas en los diamantes. Ganó cinco campeonatos, está en el sexto sitio en la lista de imparables de todos los tiempos, ha jugado en 14 partidos de Estrellas. Es el rostro del béisbol e ídolo de una generación de nuevas estrellas como Troy Tulowitzki o Yoenis Céspedes y Mike Trout. Y jugó durante la época de los esteroides sin sufrir una mancha. ¿Algo podría evitar que el número 2 no recibiera la aprobación de los más de 500 votantes que elegirán a los que ingresarán al Salón de la Fama en 2020? De hecho, sí. Para ingresar al Salón de la Fama es necesario recibir los votos del 75% de los periodistas que tienen más de 10 años consecutivos en la Asociación, una exigencia rigurosa que causó que en 2013 no se eligiera a jugador alguno. Los periodistas pueden elegir hasta a 10 jugadores, en la boleta de este año hay 36 con el ingreso a la elegibilidad de Greg Maddux, Tom Glavine y Frank Thomas. En 1992 Seaver recibió el 98,84% de los votos. Ripken, a quien se reconoce como uno de los que ayudaron al resurgimiento de béisbol luego de la huelga de 1994-95 al romper la marca de partidos consecutivos que pertenecía a Lou Gehrig, no impresionó a ocho electores y se quedó en el tercer sitio en términos de porcentaje obtenido con 98,53. Por Hank Aaron, el rey del jonrón, no votaron nueve personas y obtuvo un porcentaje de 97,83%, sexto en la lista. "No creo que el voto unánime sea importante por la sencilla razón de que es casi imposible hacer que entre 500 y 600 personas estén totalmente de acuerdo en algo", dijo el secretario y tesorero de la Asociación, Jack O"Connell. "Es suficientemente difícil alcanzar el 75% necesario". La elección al Salón no depende sólo de las estadísticas, también se toma en cuenta la integridad, el carácter y deportivismo del jugador. Ahí es donde se complican las cosas. Estrellas como Barry Bonds, líder de cuadrangulares, Roger Clemens y Mark McGwire no han alcanzado el mínimo de votos porque muchos periodistas se niegan a votar por alguien que ha aceptado que usó drogas para mejorar su rendimiento. Dos electores, que dieron a conocer sus boletas este año, Ken Gurnick y Larry Rocca, no votaron por Maddux porque el ganador de 355 partidos jugó durante la era de los esteroides aunque nadie sugirió que él hubiera usado esas sustancias. "La votación para el Salón de la Fama es un ejercicio subjetivo", dijo Horn. "El Salón de la Fama del béisbol ha confiado en la Asociación desde la primera elección, en 1936, para dé un consejo robusto, buenos juicios y que hagan selecciones representativas de lo que significa el Salón de la Fama". Las hazañas de Ruth en la cancha y sus juergas fuera de ella lo hicieron una de las personas más famosas de Estados Unidos. No obstante, no recibió los votos de 11 electores y sólo recibió 95,13% de los sufragios en 1936. Quizá sus parrandas influyeron en los periodistas. Jeter no tiene ese problema, sin embargo, por eso es el candidato ideal para obtener el voto unánime.