De los estadios al púlpito
Darryl Strawberry fue un gran pelotero. Ahora vive una nueva vida
BEAR, Delaware, EE.UU. (AP) -- En la noche en que los Mets de Nueva York intentaron este año de superar a su equipo de 1986 con el mejor inicio de temporada en la historia de la franquicia, su estrella de esa era nuevamente estaba bajo los reflectores.
Ante otro lleno total en una iglesia de Delaware para ver al ex campeón jonrones, Darryl Strawberry hizo un llamado al cielo.
"¿Me escuchan? ¡Amén!"
"Amén", respondió la congregación.
"Gloria a Dios. Gloria, gloria a Dios".
El ex campeón de la Serie Mundial hoy en día realiza giras como pastor, no para repasar las historias de sus hazañas en el béisbol que en su momento lo ayudó a ser uno de los peloteros mejor pagados y a ser elegido ocho veces a un Juego de Estrellas, sino para hablar sobre la manera en que la fe y una fuerte mujer lo rescataron más que cualquier intervención.
Strawberry se arrepiente en gran parte de su pasado, y el único recuerdo de su antigua profesión aparece a través de sus testimonios al señalar que las tentaciones destruyeron su carrera y casi le costaron la vida.
"Yo era un mentiroso, yo era un tramposo, yo era un machista, yo era un alcohólico, yo era un drogadicto y yo era un pecador", señaló Strawberry.
Pero se mantiene en el juego.
Strawberry ha renunciado -para bien, asegura- a los hábitos que descarrilaron su carrera a cambio de una vida renovada como pastor, esposo y consejero para quienes enfrentan los mismos demonios que él encaró durante la mayor parte de su carrera.
Strawberry, de 53 años, no tiene interés en discutir sus profundos batazos que desaparecieron tantas noches en el Shea Stadium.
Si bien los Mets de este año se han abierto paso en el primer lugar de la División Este de la Liga Nacional, Strawberry hace caso omiso de la tabla de posiciones.
"No está en mi radar", aseguró. "Ahora sigo a Jesús".
Strawberry es más conocido por sus fracasos personales que por las estadísticas que lo hicieron uno de los jugadores de elite en la década de los 80. Era un adicto a la cocaína, y fue arrestado por delitos como contratar a una prostituta y violencia doméstica.
También fue acusado por cargos federales de evasión de impuestos. Enfrentó cargos por no cumplir con los pagos de manutención infantil. Fue suspendido del béisbol. Fue diagnosticado con cáncer de colon.
Strawberry era un desastre.
"Cómo es que yo... el gran Darryl Strawberry, cuatro veces campeón de Grandes Ligas, con millones de dólares, terminé T17169", indicó Strawberry a la congregación. "Esa es una sentencia a la prisión estatal de Florida".
Comentó a un par de cientos de fieles en la iglesia Glasgow que atribuyó sus fracasos a su infancia y un padre abusivo.
"Crecí en un hogar en que mi padre era un alcohólico, me propinaba fuertes golpizas, y me dijo que nunca sería bueno para algo", recordó.
Strawberry reveló que a sus 13 años su padre apuntó una escopeta contra la familia, lo que lo obligó a tomar una sartén mientras que su hermano mayor blandió un cuchillo de carnicero para ahuyentarlo.
Su padre finalmente abandonó a la familia y eso dejó un hueco en la vida de Strawberry que llenó con una gran cantidad de alcohol y drogas.
Strawberry se drogaba de forma rutinaria en las ligas menores y cuando los Mets mandaron llamar a su preciado prospecto en 1983, de inmediato aceptó cuando, según dijo, un jugador veterano de los Mets le ofreció cocaína durante su primera gira. Era un novato de Grandes Ligas a sus 21 años.
"Yo quería formar parte de lo que era el béisbol de Grandes Ligas", comentó.
Su carrera fue arruinada por la adicción, pero aun así tuvo muchas oportunidades. Su fino bateo aunado a la potencia siempre estuvo por encima de sus fracasos al brindarle empleos con los Mets, los Dodgers de Los Ángeles, los Yanquis de Nueva York y los Gigantes de San Francisco a lo largo de una carrera de 17 años de potencial mayormente no realizado. En dos temporadas distintas pegó 39 cuadrangulares, en tres registró 100 carreras producidas y en 1986 guio a los Mets a su último título de Serie Mundial.
Sin embargo, rara vez halló la paz personal.
Al tocar fondo, Strawberry se levantó gracias a la religión y a su esposa.
Strawberry conoció a su tercera esposa, Tracy, otra adicta en rehabilitación, en una convención para tratamiento de narcóticos hace 15 años. Ella había dejado las drogas; él seguía atribulado.
Después de un difícil comienzo, la pareja se radicó un tiempo en Missouri, se casaron en 2006 y ahora visitan Iglesias y prisiones, compartiendo su fe 75 veces al año.
Strawberry cortó lazos con el béisbol y fundó, junto a Tracy, un centro religioso y de rehabilitación que lleva su nombre.
"No se trata de compartir una historia. Es un mensaje de Dios", dijo Strawberry. "Dios me llamó".