Desde muy chico, Miguel Ángel fue diagnosticado con el síndrome de antifosfolípidos catastrófico, una condición muy rara que afecta los vasos sanguíneos.
Aunque las circunstancias son diferentes, el vínculo entre sus representantes legales y la notoriedad de ambos acusados ha convertido al centro penitenciario en punto clave de ambos casos.