Al menos tres muertes deja la incursión de antimotines y paramilitares en el suroeste de Nicaragua, persistiendo la violencia que deja más 230 muertos en casi tres meses de protestas contra el presidente Daniel Ortega, quien descartó adelantar elecciones para resolver la crisis.

Aterrizar en Managua estos días es lo más parecido a hacerlo en pleno ojo de un huracán; las calles han cobrado de nuevo vida, los vendedores buscan clientes, los vehículos circulan en su monótono rodar y los nicaragüenses caminan a sus rutinas en una calma tensa, la que denota que se acerca el ciclón.

Hoteles, restaurantes, bares, pequeñas fábricas artesanales, tiendas y hasta las ventas de tortillas cerradas o a media marcha, furgones con mercancías varados y miles de desempleados: la economía en Nicaragua está en picada con 72 días de crisis política.

El Gobierno de Nicaragua pidió hoy la reanudación del diálogo nacional para superar la crisis sociopolítica local, a la vez que incumplió con el cese de la represión, que los obispos mediadores han establecido como requisito básico para su continuidad.

Miles de personas se reunieron hoy en el centro moderno de Managua para manifestarse "por la paz" y contra la el Gobierno del presidente Daniel Ortega, luego de que los primeros cinco días de protestas civiles dejaran al menos 27 muertos, 428 heridos, y más de 100 personas arrestadas o desaparecidas.