José Manuel, 'Colega' y las sandías
En el pueblo todos lo conocíamos como "Colega", un sobrenombre cariñoso que se ajustaba muy bien a su personalidad, pues era un tipo amable, amigo de sus amigos, siempre sonriente, que iba dejando saludos en cada una de las personas que se encontraba en su diario caminar, cuando venía del caserío de Juan Blanco, próximo al histórico pueblo de Parita, en la provincia de Herrera.
A "Colega" lo conocí siempre dicharachero, a veces callado, pero con una mirada de humildad sincera, de esas que dan confianza y que no ponen trabas al momento de entablar una amistad.
Dedicado desde pequeño a las faenas del campo, la siembra de productos agrícolas a orillas del río Parita formaba parte de su labor cotidiana, siendo la sandía el fruto que más cultivaba y más vendía en aquellos veranos calurosos cuando la brisa parecía tomarse un descanso.
“Hay sandía, ¿cuántas quiere?, están a buen precio”, se le escuchaba decir alegremente cuando a su paso se encontraba con un posible comprador, ya fuera en las calles, en las casas o en la bodega del pueblo.
La refrescante fruta estaba siempre presente en la vida, en el ADN de “Colega”, a tal grado que, aunque en circunstancias diferentes, traería de vuelta parte de ese episodio que un siglo atrás dejó huellas profundas en su familia y en la historia patria.
Y es que por esos vericuetos indescifrables que tiene el destino, “Colega” cayó en medio de su cultivo de sandía, donde fue citado por un individuo con quien supuestamente iba a arreglar un asunto, y que quizás nunca sospechó que con la acción que este iba a cometer reviviría una historia ligada a la sandía y al mes de abril.
La cita solo fue un pretexto. Minutos después de haber llegado al encuentro aquel 20 de abril de 2007, Rogelio Luna, o “Colega”, fue asesinado vilmente y su sangre, roja como la fruta, se esparció por el sandillal que cultivaba a orillas del afluente, abonando aún más esa relación que en algún momento también puso en aprietos a uno de sus antepasados: José Manuel Luna.
Sí, José Manuel Luna, el mismo vendedor de frutas que precisamente en abril de 1856, el día 15 para ser preciso, se vio envuelto en aquel famoso incidente de la tajada de sandía, en los alrededores de la estación del ferrocarril, en el lugar conocido como barrio de la Ciénega, hoy Mercado del Marisco.
En aquella refriega, donde aparecieron armas blancas, de fuego y otros objetos, José Manuel se enfrentó con un puñal al norteamericano Jack Oliver, quien no le quiso pagar el real que costaba una tajada de sandía, mientras que 151 años después, a orillas del río Parita, uno de sus descendientes, Rogelio Luna, el siempre recordado “Colega”, caía víctima del impacto de un arma blanca.
Abril y las sandías marcaron el destino de José Manuel y de “Colega”. Al primero le reservó un lugar en la historia patria, al segundo lo relegó al recuerdo de quienes en el pueblo aún comentan aquel “incidente”.