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Religión y Estado, ¿es Panamá un estado laico?

Bloque 1: El Estado y las religiones en el radar
Adolfo Berríos
26 de enero 2020 - 11:13

Este domingo 26 de enero, el panel de Radar debatió un controversial tema: las religiones y su relación con el Estado panameño.

La relación Estado-Iglesia es evidente en Panamá. Se hacen invocaciones religiosas en actos públicos, otorgando puestos de honor a sacerdotes, se destinan millones de dólares a organizaciones religiosas con mínima o nula fiscalización, la religión católica se enseña en las escuelas públicas, e incluso se establece constitucionalmente la moral cristiana como barómetro para determinar qué es correcto o no.

Los políticos son ungidos en templos de denominaciones religiosas que no profesan, y al asumir el poder toman decisiones sobre educación, salud pública y otros temas de interés para toda la población.

¿Dónde se dibujan los límites?

Para el abogado evangélico, Ernesto Cedeño, debe primar la libertad de culto. Él considera que Panamá es un estado laico, al menos de acuerdo a la Constitución.

“Si no fuera un estado laico no estuviera un evangélico con judíos, agnósticos, y otras religiones”, arguyó refiriéndose a sus compañeros de panel.

Cedeño destacó de esta forma la libertad de culto y enfatizó que, aunque en la Constitución se habla de enseñar la religión católica en los colegios, también se deja manifiesto el derecho de cada individuo de practicar su religión (mientras no vaya en contra de la moral cristiana) y de abstenerse de clases o actos que vayan en contra de su fe.

De manera similar se expresó Liborio Miranda, del Congreso General Gnöbe Buglé. Miranda señaló que en la comarca Gnöbe Buglé hay mama tata, católicos, evangélicos, metodistas, judíos, hindúes y otras religiones. Para él, lo más importante es respetar la libertad de culto, y las tradiciones ancestrales.

“Se satanizó mucho al tema indígena y el rol de la Iglesia Evangélica, Católica y la iglesia que está en las comunidades indígenas”, lamentó Miranda. “Se insultó a los grupos indígenas, al pueblo Gnöbe Buglé. (Dijeron) que eran caníbales, asesinos, brujos... Es un pueblo libre, noble y trabajador”, acotó.

Las iglesias han logrado una fuerte penetración dentro de la comarca. Un fenómeno que Miranda explica tiene que ver con la ausencia del gobierno panameño dentro del territorio indígena.

“El rol del Estado es crear políticas públicas sociales de entendimiento entre las comunidades indígenas. La ausencia del Estado en territorio indígena obliga a que la iglesia evangélica y católica llenen ese espacio dejado por los partidos y la partidocracia”, apuntó.

Gustavo Kraselnik, rabino de la Congregación Kol Shearith, advirtió el peligro potencial que traen quiénes entran a comunidades vulnerables clamando hablar en nombre de Dios.

“¿Quién supervisa que una organización religiosa actúe de manera respetuosa y cuidadosa hacia sus miembros?”, cuestionó. Consideró que debe buscarse cómo respetar la libertad de culta, y a la vez evitar en nombre de esa libertad se cometan atrocidades como la ocurrida en la comarca.

¿Qué tan relacionadas están las Iglesias con el Estado?

Durante los dos primeros años del gobierno de Juan Carlos Varela se traspasaron unos 24 millones de dólares en terrenos, donaciones y otras actividades a la Iglesia Católica, recordó la politóloga Claire Nevache, citando publicaciones en medios de comunicación. Eso fue antes de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Tras el evento multitudinario, Nevache estima que la cifra puede rondar los 100 millones de dólares al final del gobierno de Varela. En comparación, durante el gobierno de Ricardo Martinelli, se estima que los fondos destinados fueron de unos 3.5 millones de dólares en 5 años.

A un año de su realización, no se ha presentado un informe de los gastos de este millonario evento. Tampoco si se cumplió la meta proyectada de un beneficio económico de 250 millones de dólares para el país.

Nevache señala las contradicciones que surgen al buscar criterios para destinar fondos a organizaciones religiosas. Si se les da a todas las mismas cantidades de dinero, ¿sería justo al considerar que hay grupos religiosos con muchos más miembros? Si se hace de forma proporcional a la feligresía, ¿cómo tener cifras exactas si en Censo no se pregunta la religión de cada individuo? Mejor, recomienda Nevache, alejar los fondos públicos de la religión.

“Hay que darle prioridad a los Derechos Humanos. Todos somos humanos, no todos somos cristianos”, manifestó el columnista, médico y ateo, Daniel Pichel. Resaltó que los Derechos Humanos son un elemento común, mientras que usar una sola religión segmenta a la población. “Entre los Derechos Humanos está tener una religión y poder practicarla abiertamente”, recordó.

Por su parte, el vicerrector de la Universidad Católica Santa María La Antigua, Francisco Blanco, abogó por un Estado “que defienda a todos”.

“El Estado no debe estar en contra de ningún ciudadano, debe estar a favor de todos los ciudadanos”, afirmó. Blanco defendió los aportes que el gobierno hace a las iglesias comparándolos con los aportes que se hacen al deporte y la cultura.

Un factor clave, recordó Nevache, es la pérdida de confianza de la población en la Iglesia. Especialmente tras recientes escándalos como la vinculación de un sacerdote en un caso de homicidio, o la revelación de sacerdotes utilizando una red de prostitución para tener sexo con otros hombres.

¿Laico o no?

No se logró un consenso sobre si Panamá es o no un Estado laico. Algunos afirmaron que lo es ya que hay libertad de culto, otros apuntaron a las menciones explícita de moral cristiana y la enseñanza de la religión Católica en las escuelas públicas. Para algunos, Panamá se encuentra en un punto medio, no es un Estado confesional, pero tampoco es completamente laico.

El panel coincidió en la necesidad de discutir como sociedad el tema de la relación Estado-Iglesia, de manera respetuosa y crítica, ya que afecta la vida de todos los panameños y panameñas.

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