La culpa es de los periodistas
Entiendo que si Panamá perdió ante Estados Unidos y que el ex mayor Cedeño le dieron 4 años de cárcel son situaciones frustrantes para sus protagonistas, entiéndase los “legionarios” y el abogado de Cedeño; pero que estos protagonistas se molesten con los periodistas, ya se pasa de la línea.
Los reporteros no tienen la culpa de sus frustraciones, malas decisiones y derrotas, por ende no sé por qué se molestan con la prensa, si los periodistas sólo hacen su trabajo. Es incomprensible que si indagan sobre la corrupción a lo interno de la Policía Nacional sean los abogados los que cuestionan la labor periodística y no el proceder de los imputados, si los comunicadores tienen que informar sobre los hechos.
Hasta el Presidente Varela, aseguró en alguna ocasión, que los medios desinforman y sólo les interesa el raiting, todo por no resaltar sus logros o acciones, entonces ¿Dónde están los relacionistas público?.
Como periodista, estos ataques lógicamente me pellizcan la piel, pero luego me hacen acentuar que no estamos en el camino equivocado, pues desde muchos años, los medios de comunicación, no sólo en Panamá, sino en casi todo el mundo, se han vuelto en esa palestra donde las personas, entiéndase el ciudadano común, lleva y expone sus problemas desde los más comunitarios hasta los más judiciales. Todo porque los Estados se han vuelto incapaces de resolverles sus situaciones por más sencillos e ínfimos que sean.
La opinión pública no se equivoca, la gente no es tonta, por más que los gobiernos insistan que se trate de un tema de percepción y los abogados nos manden a estudiar leyes, la labor de un periodista es informar los hechos, preguntar y repreguntar, ese es un derecho adquirido en las aulas de las escuelas de periodismo y que los Estados son garantes de ello; está en la fuente responder o no si tiene a bien quedar bien precisamente ante la opinión pública.
En fin, es una profesión ingrata, sacrificada y en ocasiones vilipendiada, pero aun así muchos en Panamá y en el mundo la empuñamos con entusiasmo y comprometidos con la verdad y nuestra promesa de informar de la forma más objetiva.
Nadie dijo que iba a ser fácil, pero el periodismo en Panamá y en otros parajes ha destapado los escándalos de corrupción en los gobiernos, en Iglesia Católica y se ha internalizado en los tentáculos del narcotráfico, el tráfico de personas y la corrupción en todas sus especies.
Nadie me lo dijo, nadie lo inventó, lo vivo todos los días, el periodismo panameño, con todas sus falencias e imperfecciones, hace y seguirá haciendo su trabajo, les guste o no a los núcleos del poder político y hasta empresarial, porque mañana los presidentes dejarán de serlo, pero se es periodista hasta el último respiro de vida.