El impacto emocional y psicológico después de padecer el COVID-19 ¿Qué dicen los expertos?
La ansiedad, el temor de salir de casa por pensar que puede volver a contagiarse, la disminución del apetito, la falta de sueño e incluso en casos más extremos, el resistirse a aceptar que ya se ha recuperado de la enfermedad, son algunas de las secuelas que muchos pacientes recuperados por la COVID-19 experimentan actualmente.
Algunos expresan su situación y buscan ayuda, pero otros se lo guardan por no querer preocupar a sus familiares, lo que pudiese agravar aún más su estado mental y emocional.
Alberto Mendoza, fundador del Comité de Pacientes Recuperados del COVID-19 y Familiares (Parecof), y sobreviviente de COVID-19 contó a TVN Noticias que desde que se recuperó del fuerte padecimiento, no ha podido ser el mismo y ha quedado con muchas secuelas, a pesar de que sus síntomas no fueron tan fuertes como en otros pacientes.
Mendoza expresó frustrado que ahora padece de insomnio. “En las noches me acuesto muy tarde y me levanto temprano, con dolor de cabeza, las manos y los pies dormidos, estresado, ansioso y desesperado. Quiero sacar una cita con un especialista para que me atienda y me diga que puedo hacer al respecto”, relató.
A pesar de los cambios que confronta por los efectos del virus, esto no ha sido impedimento para que Mendoza siga adelante con el propósito del movimiento que conformó en conjunto con dos de sus amigos, quienes lo han apoyado al igual que sus familiares, para sobrellevar su condición actual.
“Yo vi en mi todo lo que están pasando todos los contagiados ahora mismo. Hay mucha discriminación por algunos ciudadanos que no se han infectado, las autoridades no están dando el seguimiento adecuado a todos los enfermos, no les proveen de medicamentos a los que están en casa, a sabiendas que no tienen recursos económicos para adquirirlos por sus propios medios", denunció.
Hay que ir sanando poco a poco
Karen González Sousa, médico psiquiatra del Servicio de Psiquiatría del Complejo Hospitalario Metropolitano de la Caja de Seguro Social, dijo que sin duda el contagiarse de coronavirus es un evento traumático sin precedentes, por lo que no solo es cuestión de que el sobreviviente sane el organismo, sino también el cerebro, y para ello lo que se debe hacer, es ir progresivamente, activando los estilos de vida de cada cual.
Esto, indicó Sousa, no significa que el paciente vaya regresar inmediatamente al mismo punto donde estaba su vida antes de infectarse con la COVID-19, puesto que los recuperados deben pasar por un proceso de rehabilitación de su estructura.
Dicha estructura implica volver a tener un horario, tratar de mantenerse activo durante el día, tratar de restablecer el patrón de sueño, con la implementación de la higiene del sueño, que trate de evitar sustancias como bebidas alcohólicas, no consumir cafeína, obtenerse de realizar actividades que puedan hiperactivarlo y preparar una cena ligera.
Trastorno obsesivo compulsivo
Karina Castillo, psicóloga general explicó que algunos de los recuperados al virus, pudiesen estar confrontando un trastorno obsesivo compulsivo, el cual se refleja con la repetitividad de pensamientos negativos, y de actos físicos o mentales.
Un ejemplo, de ello, subrayó Castillo es el lavado de manos al punto de volverlo un hábito obsesivo. “Cuando las personas no pueden detener la acción que realizan repetidas veces, sin ningún motivo aparente, puede estar presentando un trastorno psicológico”, aseguró la especialista.
No obstante, aclaró que este tipo de trastorno se puede o no experimentar, dependiendo de la capacidad de afrontamiento de cada persona, en este caso los pacientes recuperados de la pandemia.
“Hay que tratar de relajarse buscando alternativas para mantener la tranquilidad. Si la persona no puede controlar el comportamiento debe buscar ayuda profesional, porque hay terapias que ayudan a mejorar el actuar de las personas”, expresó, al tiempo que dijo que las personas deben de entender que buscar ayuda psicológica no es motivo para que se consideren individuos débiles, porque es tan importante la salud física como la mental.
Hasta ayer, lunes 3 de agosto, en Panamá se habían recuperado 42,093 personas de las 68,456 que han padecido la contagiosa enfermedad.