Sobreviviente del envenenamiento por dietilenglicol cuenta su calvario de 17 años
Envenenamiento por dietilenglicol
Ciudad de Panamá, Panamá/Hace 17 años la vida de muchos panameños nunca volvió a ser la misma. El 17 de octubre de 2006 las autoridades de la Caja de Seguro Social (CSS) informaron a la población que múltiples lotes de jarabe expectorante e histamínico sin azúcar producidos por la entidad contenían dietilenglicol, un refrigerante de uso industrial.
El jarabe era recetado para aquellos pacientes que presentaban síntomas de gripe, tos y resfriado. A su vez, las autoridades encontraron la difenhidramina (antihistamínico para resfriado), calamina para uso externo y pasta al agua (loción para la piel).
Considerada como una de las mayores crisis de salud pública en el país, son cientos las historias de los panameños que su salud se vio comprometida para siempre. Para Omayra Tristán, una de las sobrevivientes de este envenenamiento, estos años han sido duros sobre todo cuando fue por un medicamento para tener salud y lo que buscó fue casi la muerte.
“En 17 años hemos visto fallecer más de 800 personas. Este 2023, en solo un mes, fallecieron cerca de 3 personas. Cada vez que uno ve fallecer un compañero, es como observar una cinta de video de ¿Seré yo la próxima que estará de aquel lado?”, expresó Tristán sobre su experiencia de vida durante estos duros años.
Tristán narró que acudió en un principio acudió a la Policlínica “Don Alejandro de La Guardia, Hijo” para atenderse porque se encontraba resfriada, en donde le recetaron dos frascos de difenhidramina. En esos tiempos, ella laboraba por lo que se llevaba un frasco para tomárselo y el otro lo dejaba en su casa para no perder el tratamiento.
“Eso fue a mediados de septiembre y octubre. Luego tuve que ir nuevamente donde me dieron jarabe sin azúcar y me colocaron una inyección. En aquella ocasión sentí algo extraño en el cuerpo porque son sensaciones que las inyecciones no causan. Desde ese momento, comenzó este caminar con estas situaciones de salud”, explicó.
Tristán manifestó que cuando se comenzaron las investigaciones y surgieron los primeros fallecidos de estos hechos, no es hasta ese momento en que se solicita la recolección de los medicamentos y que por su parte ella acude a la CSS con estos productos donde los reciben.
“Ellos los sellan con los nombres y no es hasta 2009 que salen los listados con los nombres de las personas cuyos medicamentos estaban contaminados. Para mi fue algo muy difícil porque estaban en dos cajas los medicamentos que yo entregué. Los primeros síntomas fueron neurológicos, problemas de memoria, desorientación y luego comenzaron el resto de los problemas como de columna y vista. Cuando los médicos lo ven a uno, ellos dicen que no saben cuál es el origen de la causa”, indicó.
Sobre el proceso para certificar a un paciente envenenado de este jarabe, Tristán manifestó que en 2009 cuando se comenzó el proceso de las denuncias y evaluaciones de los expedientes para obtener este certificado era algo tedioso y largo.
“Uno colocaba las denuncias, se realizaban las investigaciones en las diferentes entidades médicas a las que uno había asistido, en el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses hacían todo el proceso de revisión y determinaban si el paciente era afectado o no. No fue hasta 2013 que fui certificada, algo impactante porque al momento en que fui jamás esperé que fuera a encontrarme con una resolución que dijera que mis medicamentos eran positivos. Yo recibo una pensión, pero hay muchos que no. La razón es porque no han sido certificados. Ahora existe una comisión evaluadora que está revisando el resto de los expedientes que quedaron pendientes certificación posterior al juicio”, dijo.
Según Tristán, en un principio existía el Centro de Toxicología en calle 17 y luego fueron trasladados porque se pretendía que iban a ser tratados mejor. Sin embargo, esta situación no es así y no existe un trato especial dado que también deben enfrentar los mismos problemas que el resto de los pacientes como falta de insumos.