La señora Gisela jubila su icónico sartén tra el fallo de inconstitucionalidad del contrato minero

Corte Suprema de Justicia

La señora Gisela se retira de las calles tras el fallo de inconstitucionalidad del contrato minero / Redacción de TVN Noticias

Por más de 40 años, la señora Gisela salió a manifestarse cada vez que la democracia y los intereses del país estuvieron es riesgo. Desde 1979 cuando Panamá era controlado por un gobierno militar, pasando por la época de la cruzada civilista hasta la caída de la dictadura militar en 1989, el repique de su icónico sartén siempre estuvo presente en las calles, incluso en los escenarios más peligrosos y a riesgo de recibir un perdigonazo.

Ahora, en el ocaso de sus setenta años y ayudada por un bastón, la señora Gisela ha decidido poner fin a una larga carrera de lucha ciudadana que finaliza con el fallo a favor de la inconstitucionalidad de la Ley 406 que establecía el contrato entre el Estado y Minera Panamá, no sin antes pedirle a los movimientos juveniles que tomen el testigo y mantengan la lucha democrática cada vez que Panamá lo necesite.

“Hasta aquí llega mi lucha porque estoy muy enferma, pero le digo a la juventud, sigan adelante porque ustedes son el futuro del mañana, saquen sartén y saquen las pailas”.

En un día histórico y determinante para el futuro del país, la señora Gisela estuvo presente en las escalinatas del palacio Gil Ponce en Ancón para celebrar la decisión unánime de los magistrados de la Corte Suprema de Justica de declarar inconstitucional el contrato minero. Durante semanas y mientras los diputados de la Asamblea Nacional aprobaban a “tambor batiente” la Ley 406, Gisela estuvo sonando su sartén junto al resto de manifestantes que todos los días se concentraban en los predios del hemiciclo legislativo. Tanto es su fervor patriótico que no le importó recibir bombas lacrimógenas y sufrir alguna lesión con tal de defender al país.

“Valió la pena”, dice al borde de las lágrimas y visiblemente emocionada por una decisión que representa el triunfo de las luchas en las calles.

Para Gisela y su inseparable amigo al que se le notan las cicatrices de las mil batallas en las calles, ha llegado el momento de retirarse y tomar un merecido descanso con la satisfacción del deber cumplido. Ahora le tocará a los más jóvenes convertirse en paladines de la democracia y custodios de la buena política.

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