La verdad detrás del ejercicio y su influencia en el sistema inmunitario
Artículo exclusivo de The New York Times
Seguro que has escuchado este consejo: una de las mejores cosas que puedes hacer para mantenerte sano [sobre todo cuando se acerca la temporada de resfriados y gripe] es estar físicamente activo.
Esta sabiduría popular existe desde hace mucho tiempo, pero hasta hace poco los investigadores no disponían de muchos datos que respaldaran tal noción. Ahora, los científicos que estudian los factores de riesgo relacionados con el COVID-19 han encontrado algunos indicios preliminares sobre la relación entre el ejercicio regular y unas mejores defensas inmunitarias contra las enfermedades.
Cuando los investigadores revisaron 16 estudios de personas que se mantuvieron físicamente activas durante la pandemia, descubrieron que hacer ejercicio estaba asociado con un menor riesgo de infección, así como con una menor probabilidad de padecer por las complicaciones producidas por el COVID. El análisis, publicado el mes pasado en The British Journal of Sports Medicine, ha generado un gran entusiasmo entre los científicos del ejercicio, quienes afirman que los hallazgos podrían dar lugar a directrices actualizadas sobre la actividad física y la política sanitaria que consideren el ejercicio como medicina.
Los expertos que estudian la inmunología y las enfermedades infecciosas son más cautos al interpretar los resultados. Pero están de acuerdo en que el ejercicio ayuda a proteger la salud a través de varios mecanismos diferentes.
El ejercicio podría mejorar la inmunidad de diversas maneras
Desde hace décadas, los científicos han observado que las personas que están en forma y son físicamente activas parecen tener tasas más bajas de varias infecciones de las vías respiratorias. Además, cuando las personas que hacen ejercicio se enferman, tienden a padecer una enfermedad menos grave, comentó David Nieman, profesor de Ciencias de la Salud y del Ejercicio en la Universidad Estatal de los Apalaches, que no participó en la reciente investigación sobre el COVID.
“El riesgo de complicaciones y mortandad por el resfriado común, la influenza y la neumonía disminuyen bastante”, afirmó Nieman. “Lo llamo el efecto como de vacuna”.
El nuevo metaanálisis, que analizó los estudios realizados entre noviembre de 2019 y marzo de 2022, encontró que este efecto se extiende al COVID. Las personas de todo el mundo que hacían ejercicio con regularidad tuvieron un 36 por ciento menos de riesgo de hospitalización y un 43 por ciento menos de riesgo de muerte por COVID en comparación con los que no eran activos. También presentaron una menor probabilidad de contraer COVID en absoluto.
Las personas que siguieron las recomendaciones de hacer al menos 150 minutos de actividad moderada o 75 minutos de actividad vigorosa por semana parecieron obtener el mayor beneficio. Pero incluso los que hacían menos ejercicio estaban más protegidos contra la enfermedad que los que no hacían nada.
Los investigadores sostienen la teoría de que el ejercicio puede ayudar a combatir las bacterias y virus infecciosos al aumentar la circulación de las células inmunitarias en la sangre, por ejemplo. En algunos estudios pequeños, los investigadores también descubrieron que la contracción y movimiento de los músculos liberan proteínas de señalización conocidas como citoquinas, las cuales ayudan a dirigir las células inmunitarias para encontrar y combatir la infección.
Aunque los niveles de citoquinas y células inmunitarias disminuyan dos o tres horas después de que dejas de hacer ejercicio, explicó Nieman, tu sistema inmunitario se vuelve más receptivo y capaz de atrapar patógenos más rápidamente si te ejercitas todos los días. “Tu sistema inmunitario está preparado y se encuentra en mejor forma para hacer frente a una carga viral en un momento dado”, indicó.
En los seres humanos sanos, la actividad física también se ha relacionado con una menor inflamación crónica. La inflamación generalizada puede ser muy perjudicial e incluso hacer que las propias células inmunitarias se vuelvan contra el organismo. Esta es un factor de riesgo conocido para el COVID, señaló Nieman. También dijo que, por lo tanto, es lógico que la reducción de la inflamación mejore las posibilidades de combatir la infección.
La investigación también muestra que el ejercicio es capaz de amplificar los beneficios de algunas vacunas. Por ejemplo, las personas que hicieron ejercicio justo después de recibir la vacuna del COVID-19 parecieron producir más anticuerpos. Y en estudios de adultos mayores que se vacunaron a principios de la temporada de gripe, los que hicieron ejercicio tuvieron anticuerpos que les duraron todo el invierno.
El ejercicio proporciona una serie de bondades para la salud que ayudan a reducir la incidencia y la gravedad de las enfermedades, afirma Stuart Ray, especialista en enfermedades infecciosas de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins. Se sabe que incorporar a la rutina una caminata, un trote, una salida al gimnasio o el deporte de tu elección ayuda a reducir la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardiacas, por ejemplo, todos los cuales son factores de riesgo para las complicaciones producidas por la gripe y el COVID.
Hacer ejercicio puede ayudarte a tener un sueño más reparador, aumentar tu estado de ánimo y mejorar el metabolismo de la insulina, así como tu salud cardiovascular, lo que mejora tus posibilidades en la lucha contra la gripe y el COVID. Es difícil saber, según Ray, si los beneficios provienen de cambios directos en el sistema inmunitario o simplemente de una mejor salud en general.
*Derechos de autor: c. 2022 The New York Times Company*