Piden que recuerdo de la Invasión a Panamá se mantenga vivo
La Invasión del 20 de Diciembre de 1989 sigue a flor de piel en los familiares y víctimas. Ellos reclaman sus muertos y que el Estado no permita que la fecha desaparezca de la memoria colectiva.
28 años después de la Invasión, en la casa de la familia Chirú se respira dolor. Como todos los diciembres, Alicia de Chirú revuelve su memoria. Recuerda la vida de su hijo, Armando, asesinado a tiros mientras manejaba con destino a su trabajo, en el Cuartel de las Fuerzas de Defensa en Tocumen.
Armando era un aviador de la milicia dirigida por Manuel Antonio Noriega, la excusa de Estados Unidos para invadir Panamá el 20 de diciembre.
Por décadas, las versiones oficiales han apuntado a que cerca de 300 panameños murieron durante la Invasión.
Claramente se trata de una cifra irreal, que maquilla el dolor de cientos de familias, cuyos muertos yacen en el limbo o en alguna fosa común que se presume sobran en Panamá y Colón. Sólo en una hallada en el Jardín de Paz había 122 cadáveres. 38 todavía no tienen identidad.
Desde hace dos años, la Comisión del 20 de Diciembre intenta saber cuántos murieron, dónde están y qué pasó con ellos.
La Comisión ya ha revisado 10 mil expedientes judiciales sobre personas desaparecidas en David, Panamá, Penonomé y Los Santos. 139 de ellos corresponden a gente perdida tras la Invasión. Con $900,000.00 dólares, esperan tener un informe final en 2019.
Alicia encontró a su hijo, dos meses después de la Invasión en una morgue. Días antes, un vecino le preguntó si ya sabía que su hijo estaba muerto.
Cecilio Simon, decano de la Facultad de Administración Pública de la Universidad de Panamá en 1989, calcula que si 5,000 panameños murieron, entre 20,000 y 30,000 niños quedaron sin padres.
Es que, 28 años después, la Invasión sigue viva en el recuerdo de las víctimas, y que jamás debe morir en la memoria colectiva del país.