La danza del Torito Guapo de la Arena y la historia de 'La Doña' y el toro bravo

La danza del Torito Guapo de La Arena es una tradición que inició hace más de 70 años en esta región de la provincia de Herrera caracterizada por su tierra arenosa, su alfarería y su ya icónico "pan de La Arena". Es una de las expresiones más representativas de la cultura folklórica panameña, pero ¿cómo nació esta danza? Cuenta la leyenda que todo se remonta a un personaje a la que le llamaban la doña.

Como cuenta el profesor Francisco Delgado, la danza del Torito Guapo de La Arena nace a raíz de la historia de "La Doña", una mujer que tenía un toro muy bravo en su finca. Cuenta la leyenda que "La Doña" había perdido a su esposo Joaquín y había quedado con su pequeño hijo Joaquincito. Su luto está representado por el pollerón negro y la cebadera que usa en la cabeza. Sin embargo, la dueña está embarazada del Mayoral y el Toro Guapo lo sabe.

Cuando llega la fiesta patronal, un grupo de mayorales van a buscar al Toro Guapo junto con la dueña, logrando su captura a muy duras penas. Ya en la plaza, el mayoral sale a torearlo y éste lo reconoce, corneándolo fuertemente. Al ver esto, la dueña sale gritando y busca una mujer doncella para que orine al mayoral y éste se salve. La historia es representada por música, baile y vestuarios durante diversas festividades del pueblo de la Arena de Chitré, el día de San Pablo, San Juan Bautista, Las Mercedes y otras festividades folklóricas del interior de la república como el Festival Nacional de la Mejorana o el Torito Guapo de Antón.

Los danzantes, que en ocasiones puede llegar hacer un grupo de más de 20 hombres entre grandes y chicos, salen a recorrer las calles simulando ser vaqueros que buscan al toro. El grupo está organizado por el personaje principal que es "Joaquín" y "La Doña", además de la "Muerte", que es representado en forma de un esqueleto. Los instrumentos que se utilizan son el tambor y pito, el cual está hecho de bronce con cinco agujeros, en donde por lo general se utilizan de dos a tres piteros, para que cuando se cansa uno, no paren de bailar la danza.