Mercado del Marisco cumple 20 años con pescado "bueno y barato" en Panamá
Al final del paseo marítimo y a un paso del centro histórico de la capital panameña, se levanta el turístico e icónico Mercado del Marisco, una estructura gris y azul con forma de nave industrial, que ha contribuido a acercar el pescado al pueblo panameño y que este fin de semana cumple 20 años.
"Es el mejor mercado de Centroamérica", dice convencida Margarita, una de las tenderas más veteranas de la lonja.
Construido en 1995 por la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA), en la actualidad el Mercado del Marisco, cuenta con más de 130 puestos que venden a particulares, restaurantes y supermercados. Cada tendero paga por el alquiler del puesto 70 dólares al mes.
"El Gobierno de Japón quiso ayudar a mejorar la seguridad alimentaria del país y a relanzar el sector", apunta el director de JICA en Panamá, Kazumi Kobayashi.
Aunque la actividad diaria del mercado es trepidante y las cajas llenas de productos ruedan por doquier (Margarita confiesa que un sábado normal puede hacer tranquilamente 1,000 dólares de caja), este año el Mercado del Marisco celebra un cumpleaños un tanto agridulce.
Los pescaderos están cansados de trabajar entre hedores insoportables y desagües taponados por espinas y basura acumulada, y piden reformas urgentes. La Alcaldía no para de prometerles que realizará mejoras y acondicionará el mercado, pero los vendedores se muestran escépticos.
El mercado tiene que modernizarse como se está modernizando el resto del país", reclama Margarita. Crecencio, otro veterano, asiente sin parar mientras la escucha.
"El Gobierno viene a limpiarlo solo cuando se acuerda", denuncia Javier, de 36 años, quien hace 20 años empezó a ayudar a su madre y que, con el tiempo, terminó heredando el puesto.
Pero el Mercado del Marisco no es solo un mercado de abastos. En la parte trasera del edificio se amontonan una treintena de freidurías y cevicherías, que compiten por ver quién tiene el camarero con la mejor labia o quien pone la canción más salsera.
Alba, una joven panameña que no llega a la treintena, trabaja en en un pequeño quiosco que presume de lema reivindicativo, "Aquí sí hay poder", y que está especializado en cócteles de marisco.
Con cierta desgana, la joven confiesa que los que más triunfan son el ceviche de corvina con cebolla y limón, y los camarones con salsa de mayonesa y mostaza.
Dos puestos más adelante, en "El ceviche es la solución", Exiquia dirige un séquito de mujeres con delantal y el cabello recogido en redecillas, quienes cortan plátano en tajadas y enharinan pargos y corvinas a diestro y siniestro.
"Los gringos vienen buscando pescado rico y barato", dice esta panameña de armas tomar que se hace escuchar a pesar del griterío de los camareros.
Los puestos de comida del Mercado del Marisco son parada imprescindible para los turistas que visitan la capital panameña, pero principalmente son punto de encuentro para cientos de panameños que los domingos despiden la semana con un buen plato de pescado con patacones (plátano verde frito) por tan solo 6 ó 7 dólares.
"Los precios de los supermercados son horrorosos, la calidad también. La mayoría de la gente que viene aquí tiene pocos recursos, son de clase media baja, aquí pueden comer pescado y no sentirse pobres", reivindica orgullosa Exiquia, y confiesa que quiere que el mercado dure otros 20 años más.