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Crítica y alarmante, así cataloga la directora del Servicio Nacional de Migración, Samira Gozaine, la situación actual que se vive con la gran cantidad de migrantes, sobre todo, procedentes de Venezuela, que están ingresando por la selva de Darién en su afán de llegar a Estados Unidos.
Tan solo ayer se registró la entrada de más de 4,000 migrantes, la mitad de estos, a Canal Membrillo y la otra por Bajo Chiquito, de estos calcula, que el 80% son venezolanos, indicó la titular.
Para Panamá, este panorama es difícil, dijo Gozaine, toda vez que, aunque se trata del único país que está brindando la ayuda humanitaria, ya casi se está quedando sin recursos.
En cuanto a la condición de refugiados o de retorno voluntario, Gozaine destacó que Panamá no cuenta con recursos para ello y “claman por ayuda de asistencia a Estados Unidos, económicamente, como lo hacen con otros países” para este fin.
Tampoco cuenta con una capacidad logística para afrontar esto, sin embargo, se realizan gestiones con la encargada de negocios de la Embajada de Venezuela, para ver si pueden asumir los costos de los que representa el retorno voluntario de sus miles de ciudadanos.
Enfatizó que la medida que ha adoptado Estados Unidos, de no permitir la entrada de estas personas irregularmente, es algo que había estado “clamando Panamá” a través de la Cancillería.
Indicó que esta crisis que otros países no han asumido ya le está costando a Panamá más de 50 millones de dólares. En lo que va del año, más de 190,000 personas han transitado por la provincia de Darién.
Gozaine, está consciente que con el transito de estas personas, la naturaleza de Darién está sufriendo, existe contaminación de basura y los residente de las áreas indígenas se están quejando de que las personas hacen sus necesidades en los ríos que utilizan para beber.
"Existe un precio que Panamá está pagando por esta atención humanitaria y lo que estamos pidiendo es que el mundo vuelva sus ojos hacia Panamá", enfatizó.