Ludopatía: Un enemigo silencioso que crece sin control
El aumento de casinos y salas de juegos de azar en los últimos años ha causado el aumento de personas adictas a las apuestas o “ludópatas”, un mal que ha estado creciendo desproporcionada y descontroladamente.
Se trata de personas, en su mayoría pobres, que pierden sus quincenas, sus bienes, sus casas y hasta sus familias, como consecuencia de esta adicción.
Petiso Alessandría se rehabilitó luego de que, según contó a TVN Investiga, perdió a su familia y quedó en la calle. “Fue muy duro. Llegue a vender toda mi ropa, me quede con un pantalón y un suéter. Me iba por todo Río Abajo a vender suéteres finísimos en 3 y 5 dólares para poder jugar”.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la ludopatía es un trastorno adictivo en el que la persona se siente obligada, por una urgencia psicológicamente incontrolable a jugar y apostar, lo que puede conducir a la destrucción de su vida personal, afectando severamente su entorno familiar.
En Panamá, la adicción al juego ha crecido vertiginosamente en los últimos años, llegando a convertirse en un problema grave que afecta a cada vez más personas de numerosos sectores sociales, especialmente a los más pobres y a los adultos mayores.
El doctor Carlos Smith, especialista en adicciones y coordinador del Centro de Estudios y Tratamiento de Adicciones, señaló que en el principio el azar puede ser recreacional y placentero, para posteriormente convertirse en una actividad que amenaza la integridad del sujeto que la práctica, y de su entorno socio-familiar.
Agregó que es un problema social y de salud, “porque donde quiera que hay una familia que tiene un ludópata hay dolor, hay sufrimiento, hay vergüenza, hay mucha pena, mucho sufrimiento. Socio-familiarmente es un problema, aparte de la lesión patrimonial”.
Privatización: ¿El inicio de un problema mayor?
Durante la administración del presidente Ernesto Pérez-Balladares se privatizaron los Casinos Nacionales y el Hipódromo Presidente Remón.
El propio Presidente fue acusado de estar vinculado a las empresas que recibieron la concesión de los casinos como resultado de esa privatización.
El 10 de febrero de 1998 se firma el Decreto Ley No. 2, que permite a los accionistas de los casinos, con porcentajes menores al 10%, ocultar su identidad ante la Junta de Control de Juegos (JCJ).
En el gobierno de Mireya Moscoso se continuó impulsando la propagación de casinos y salas de juegos en el territorio nacional.
No cumplió la promesa
Durante la campaña del pasado gobierno, Ricardo Martinelli prometió cancelar las licencias de casinos otorgadas durante los gobiernos Pérez-Balladares y Moscoso, pero en vez de cumplir decidió traspasarlas a otra empresa concesionaria y, por el contrario, abrió las puertas a la proliferación de salas de juego y de máquinas en todo el país.
El excontralor Alvin Weeden dijo que se conoce públicamente que el expresidente Martinelli tenía intereses en varias de esas empresas, “intereses que adquirió utilizando poderes del Estado”. Aseguró que exigió a los accionistas en el caso del Bingo 90 que entregaran sus acciones a cambio de dinero que el estuvo dispuesto a darles.
Antonio Alfaro, de la Asociación de Administradores de Juegos de Azar (Asaja), señaló que Martinelli, en lugar de cancelar y anular las concesiones, las otorgó a Gaming and Services, e hizo ajustes varios.
Continuó Weeden diciendo que a partir de 2012 se desborda totalmente la actividad de los casinos en Panamá, esta vez mediante la Ley 421 del 21 de marzo de 2012, en la cual se reduce lo que estas salas debían pagar al Estado, y además es la base para que se amplíe una serie de licencias en sectores populares para maquinitas.
Más salas, más maquinitas
Alfaro, por su parte, indicó que en este último periodo de 5 años sí se han proliferado, no tanto las salas, que pasaron de 12 a 27, pero sí las máquinas. Agregó que aquellas salas que tenían autorización para operar 100 máquinas, ahora operan 500 y 600 máquinas, porque bajo la administración de la JCJ que acaba de terminar, se quitó el límite de máquinas que podían operar las salas.
Durante el gobierno pasado se aprobaron 8 casinos completos, 6 agencias de apuestas deportivas, 6 salas de bingo, 1 lotería instantánea o raspadito, 1 bingo televisado y se generaron hasta 2,900 millones en ganancias por los juegos de azar.
“Se redujo el impuesto en el 2013 que llegaba hasta el 18% y a partir del 2014 debieron haber pagado 22%, pero pasaron una ley y equipararon y le bajaron el 4% que tenía que aumentarse en el 2014. Desde el inicio de este año están pagando 4% menos. Son 60 millones de dólares menos”, detalló Alfaro.
Los que más recaudaron fueron las máquinas tragamonedas tipo A, con un aumento de 15% del año 2012 al 2013, cuyo control está en manos de una sola empresa, concesionada por el gobierno de Ricardo Martinelli.
Más juegos
“No conforme con ello, generan lo que es el Buko Millonario, una empresa privada que compite con lo que es la Lotería Nacional de Beneficencia (LNB) que por mandato legal es un monopolio del Estado dirigido a que las ganancias del juego se transmitiesen en obras sociales u obras en beneficios del estado”, expresó el excontralor Weeden. “Violentan el principio del monopolio estatal del juego y generan una serie de actividades privadas que se hacen en detrimento de la LNB”, añadió, al tiempo que asegura que lo que se ha hecho, inclusive, actúa en detrimento del Estado.
Weeden explicó que mediante esta Ley 421 “se rebajaron los impuestos que debían pagar las salas de juegos y todo lo que eran las maquinitas y los casinos. Entonces hasta en eso actuaron ilícitamente, indebidamente, afectando el patrimonio público, porque al rebajar el impuesto ese, lo que hicieron fue aumentar las ganancias de las empresas de las cuales ellos eran beneficiarios. Esto es algo macabro y ojalá no quede impune”.
Es responsabilidad del gobierno, conociendo las consecuencias devastadoras que provocan, limitar la existencia de salas de juegos solo en hoteles y centros turísticos y como medida de prevención, prohibir su funcionamiento en áreas populares.
Tomar en serio el problema
“Yo no sabía que yo estaba enfermo, como tú me vas a decir a mí que juegue responsablemente. ¿Qué me estás diciendo con eso? Porque no hay un argumento atrás. Mira… en 2 o 3 islas del caribe los residentes de la isla pueden entrar 1 vez a la semana al casino. Está prohibido, es turístico totalmente. Hay una regulación, hay unas leyes. Pero aquí detrás de esto hay tantos intereses económicos grandísimos, porque los casinos generan mucho dinero”, nos contó Alessandría.
El doctor Smith aclaró que nunca existirá el exceso de prevención, pues siempre hay que tener programas dirigidos a ayudar a estas personas. “Hacer un plan serio, dirigido a contrarrestar la actividad ludopática”, propuso.
En la ciudad de Panamá existe un Centro de Estudios y Tratamiento de Adicciones como parte del Instituto de Salud Mental. Allí reciben terapia muchas personas que padecen de este trastorno, sin embargo, una sola clínica en todo el país no abastece la necesidad de los panameños.
Por su parte, Alfaro señaló que Asaja tiene un programa donde las personas que se sienten afectadas por el juego irresponsable, “que le adelanto, es una adicción peor que el fumar, peor que el alcohol, peor que la droga”, se registran en nuestro programa y en los casinos de los miembros de la asociación, no se les permitirá jugar.
“Y no existe ninguna ley, ni ha existido el interés de la JCJ de implementar una reglamentación que obligue a todos los operadores -que es como debería ser- a que el deseo de una persona de ser excluida de una sala se le respete”, apuntó.
Smith explicó que es la incapacidad de detenerse la que marca la enfermedad, “porque resulta un absurdo que una persona entre con 10 balboas a un casino y al cabo de dos horas tiene 2,000 dólares… ¿Por qué no se va? Porque entra en una dicotomía: ‘¡Cómo me voy a ir, si este es mi gran momento de gloria!’. O sea es una prisión”.
Juegos generan el doble de dinero que se destina a educación
En el año 2013, los juegos de azar generaron 2,964 millones, más del doble del total del presupuesto anual dedicado a la educación y, mientras la cifra crece, aumenta proporcionalmente la cantidad de panameños adictos al juego sin que, como sociedad, tomemos las decisiones necesarias para combatir lo que a todas luces ya tiene las proporciones de una pandemia.
Desafortunadamente no existen cifras confiables del número de adictos al juego y apuestas en nuestro país, razón por la cual la ludopatía no se considera un problema de salud y el estado ha actuado con indiferencia ante un mal de enormes proporciones y graves consecuencias.
También está pendiente revertir las acciones que el pasado gobierno realizó en favor de la proliferación de un negocio multimillonario en detrimento del interés y la salud de los panameños.