Las deficiencias de conectividad en el país donde la educación es la estrella

Acelerar la apertura segura para el retorno a clases en todas las escuelas del país, para que los estudiantes puedan tener una interacción presencial antes que culmine el presente curso, es uno de los llamados que realiza la Unicef en la última encuesta de hogares realizada en el país, para conocer la situación de la niñez y de las familias durante la pandemia.

Francisco Trejos, oficial de educación de la Unicef, destacó que hace más de un año se dio la primera de estas encuestas y en esta ocasión profundizaron más sobre el acceso y calidad de la educación a distancia.

La iniciativa requirió de entrevistas en todo el país, en contextos urbanos, rurales y en comarcas por primera vez.

La encuesta reveló que hay territorios, especialmente en las comarcas que, en términos de conectividad y calidad educativa resulta muy preocupante cuando se habla de educación a distancia, ya que según indicó, hay que recordar que un estudiante puede recibir la información por medio de distintas vías.

Agregó que, si bien la encuesta revela que ha habido un aumento en la cantidad de estudiantes que acceden a distintas plataformas interactivas con sus docentes, en los hogares con menos ingresos casi 7 de cada 10 niños utilizan un celular para recibir educación.

De acuerdo con Trejos, un celular no es lo más óptimo para este fin y más cuando se sabe que la encuesta también revela que 5 de cada 10 niños pertenecientes a los hogares con menor nivel socioeconómico comparten el dispositivo con otros miembros del hogar.

Es decir, hay hogares donde existe un único celular y el estudiante solo puede conectarse con las clases cuando el papá o la mamá regresa del trabajo y en las comarcas pocos están conectados.

En este sentido, la única opción que plantean para esta área del país es la educación presencial. La evidencia les indica que hay que seguir avanzando de forma decidida y acelerada en la reapertura de escuelas.

Más del 80% de las escuelas tienen un año sin recibir clases presenciales y esto trae consecuencias, que se traduce en la perdida de dos años de escolaridad para los estudiantes.

Además, se estima que más del 85% de los estudiantes panameños no logran las competencias mínimas requeridas para la educación.

Reconocen que la educación a distancia ha sido la respuesta inmediata al cierre de escuelas y fue clave para garantizar que muchos estudiantes se mantuvieran conectados con las escuelas para realizar sus rutinas en casa.

Sin embargo, en términos de aprendizaje, considera que “no hay punto de comparación de la educación a distancia con la presencial y son pocos los casos donde se pueda garantizar un acompañamiento adecuado y acceso a plataformas interactivas de forma eficaz”.

Explicó que hay muchas formas de medir la calidad educativa, una de estas y la habitual sería pruebas estandarizadas para ver cómo están los aprendizajes.

Recordó que Panamá, antes de la pandemia participó en este tipo de pruebas cuyos resultados les preocupaban muchísimo, porque por ejemplo, en el caso de estudiantes de tercer grado el 50% no llegaba ni al mínimo de lectura y en las comarcas esto era casi 9 de cada 10.

En tanto, en la encuesta de hogares se visualizó otras variables a manera de analizar la calidad. Por ejemplo, el tiempo que los estudiantes están recibiendo clases, normalmente en la educación presencial quienes son padres, saben que sus hijos pueden estar de 6 a 9 horas dependiendo del nivel educativo en el que se encuentren y de la escuela.

La encuesta revela que casi 8 de 10 estudiantes de escuelas públicas están solo 1 a 5 horas recibiendo clases y en el caso de las escuelas particulares esta cifra baja la mitad, sin embargo, no deja de ser insuficiente.