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'Arriesgar la vida en una selva mortal': Las fotos del infierno de Darién que dieron la vuelta al mundo

Crisis migratoria en Darién

Artículo exclusivo de The New York Times

Una familia cubierta de lodo en el Tapón de Darién, un tramo de terreno selvático de 66 millas entre Panamá y Colombia / FEDERICO RIOS
Julie Turkewitz - The New York Times
10 2022 - 00:10

Darién, Panamá/Unas fotos que dejan al descubierto el desastre migratorio en el Tapón del Darién y el infierno que viven miles de migrantes al pasar por esta peligrosa ruta en busca de un mejor futuro en Estados Unidos han dado la vuelta al mundo y ponen de manifiesto la encrucijada en la que se encuentran los gobiernos centroamericanos, en especial, el de Panamá debido a la imposibilidad de controlar un flujo de migrantes cada vez mayor.

A continuación, compartimos el artículo publicado por The New York Times sobre la crisis migratoria en el Tapón de Darién

Olga Ramos caminó durante días a través de la selva, cruzando ríos, escalando cerros y cargando a una niña en pañales a través de un fango tan profundo que parecía que se las tragaría enteras.

En el camino, se cayó varias veces, pasó a un niño discapacitado que tenía un ataque de pánico y vio el cadáver de un hombre con las manos atadas a su cuello.

Sin embargo, como decenas de millas de otros venezolanos que atraviesan esta ruta salvaje y sin caminos conocidos como el Tapón del Darién, Ramos creía que llegaría a Estados Unidos, al igual que sus amigos y vecinos habían hecho semanas atrás.

“Si mil veces me toca venirme”, dijo la enfermera en un campamento varios días de camino en la espesura de la selva, “mil veces lo voy a hacer”.

Ramos, de 45 años, forma parte de un movimiento extraordinario de venezolanos que van a Estados Unidos.

De 2015 a 2018, en el peor periodo de la crisis en Venezuela, la detención de migrantes venezolanos en la frontera sur de EE. UU. jamás superó las 100 personas al año, según las autoridades estadounidenses .

Este año, más de 150,000 venezolanos han llegado a la frontera.

Una mujer y una niña se aferran a una cuerda mientras descienden por una colina fangosa en el Tapón de Darién. / FEDERICO RIOS

La mayoría de ellos se han animado a emprender este viaje terrible, a veces mortal, porque se ha corrido el rumor de que Estados Unidos no tiene forma de devolver a muchos de ellos.

Pero sus travesías —a menudo mal informadas por videos de las redes sociales— producen escenas crueles en el Darién, la extensión de terreno selvático de 106 kilómetros que conecta Centro y Sudamérica, debido a crisis paralelas y agobiantes que se desarrollan al norte y al sur del continente.

Al sur, Venezuela, bajo un gobierno autoritario, se ha convertido en un país disfuncional que genera un éxodo masivo de personas que buscan alimentar a sus familias. Desde 2015, más de 6,8 millones de venezolanos han abandonado el país, según las Naciones Unidas, con destino sobre todo a otros países suramericanos.

Sin embargo, con la pandemia y una inestabilidad económica exacerbada por la guerra en Ucrania, muchas personas no han conseguido establecerse financieramente en países como Colombia y Ecuador. Así que muchos venezolanos han vuelto a ponerse en marcha, ahora hacia Estados Unidos.

Al norte, el aumento presenta un desafío político cada vez mayor para el presidente Joe Biden, que está atrapado entre los llamados para ayudar a un pueblo desesperado y la presión creciente de los republicanos para que limite el flujo de migrantes de Venezuela y otros lugares antes de las elecciones de medio término que se celebraran en noviembre.

En meses recientes, las detenciones en la frontera sur de EE. UU. han alcanzado niveles récord de registro y entre las nacionalidades de mayor crecimiento están los venezolanos.

Los migrantes se abren camino a través del lodo tan profundo que amenaza con tragárselos por completo en el Tapón de Darién. / FEDERICO RIOS

Pero los venezolanos no pueden ser deportados con facilidad. Estados Unidos rompió relaciones diplomáticas con el gobierno del presidente Nicolás Maduro y cerró su embajada en 2019, luego de acusar al líder autoritario de fraude electoral. En la mayoría de los casos, los agentes estadounidenses permiten que los venezolanos que se entregan a las autoridades entren al país, donde pueden iniciar el proceso de solicitud de asilo.

Esto los ha puesto en el centro de la batalla política respecto al tema de migración: una gran número de personas que están siendo enviadas en autobús o avión por los gobernadores republicanos a bastiones demócratas son venezolanos, entre ellos los que llegaron hace poco a Martha's Vineyard , la isla exclusiva ubicada frente a la costa de Massachusetts.

El secretario de Seguridad Nacional de EE. UU., Alejandro Mayorkas, dijo en una entrevista que el gobierno de Biden seguía comprometido con la creación de “caminos legales” para que las personas migren a Estados Unidos “sin tener que poner sus vidas en manos de contrabandistas y proceder por terrenos traidores como el Darién”.

Pero no presentó ningún plan en particular para los venezolanos, quienes, de solicitar visas desde el exterior, seguramente tendrán que esperar durante años.

Mayorkas recalcó que Estados Unidos no está ofreciendo ningún tipo especial de refugio para los venezolanos.

No obstante, esto no ha impedido que proliferen los rumores de que el gobierno de Biden ha abierto las puertas a los migrantes venezolanos y de que una vez que lleguen les van a ayudar.

Rodeada por su familia en un pueblo en la entrada del Darién antes de empezar la caminata, Ramos, la enfermera, dijo que había dejado en Caracas a sus padres y el hogar en el que estuvieron durante 20 años.

Viajaba con 10 padres, entre ellos varios nietos y dos hijas.

“Antes para uno entrar a Estados Unidos tenía que tener visa”, dijo Ramos. “Y ahora, gracias a Dios, nos dan un refugio”.

Un hombre y un niño exhaustos descansan con una semana de caminata aún por delante a través del tramo de 66 millas de terreno selvático. / FEDERICO RIOS

Durante décadas, el Darién era considerado tan peligroso quemuy pocos se atrevían a cruzarlo. Desde 2010 y hasta 2020, el promedio anual de cruces rondaba por debajo de 11,000 personas, según las autoridades panameñas. En algún momento, la mayoría de los migrantes que andaban por la zona eran cubanos. Hace poco, casi todos eran haitianos.

El año pasado, más de 130,000 personas atravesaron caminando el Darién. Este año, ya han cruzado más de 156,000 personas, la mayoría de ellos venezolanos.

“Yo de Venezuela me vine a Colombia, trabajé y trabajé”, dijo Félix Garvett, de 40 años, que el mes pasado esperaba emprender su viaje bajo una carpa en una ciudad playera colombiana. “Pero mi mente es muy grande y necesito un futuro para mis hijos”.

Desde 2017, Estados Unidos ha invertido casi 2,700 millones de dólares para responder a la crisis de Venezuela y una parte significativa de ese dinero se ha destinado a países sudamericanos que reciben a los venezolanos. La meta ha sido evitar que vayan al norte.

Pero este nuevo aumento sugiere que la estrategia no está funcionando.

Andrew Selee, presidente del Instituto de Política Migratoria en Washington, dijo que la avalancha hacia la frontera no era resultado de un cambio entre las gestiones de Trump y Biden sino que más bien responde a que hay más conciencia entre los venezolanos sobre el hecho de que las autoridades estadounidenses los dejan entrar.

Juan Emilio Jiménez, quien perdió parte de su pierna en un accidente de motocicleta, hace el viaje con una prótesis / FEDERICO RIOS

TikTok y su terrible influencia en la decisión de cruzar la selva

El aumento en la migración coincide con una desaparición de personas que documentan sus viajes por el Darién en las redes sociales.

En TikTok, distintas variaciones de la etiqueta #selvadarien ahora tienen más de 500 millones de vistas, un aumento enorme en comparación con las cifras que se registraron hace unos meses.

La tendencia ha producido selfis y videos del Darién que los expertos aseguran que están induciendo al error a grandes cantidades de personas, que se arriesgan en una caminata que es mucho más peligrosa de lo que parece en las redes sociales.

Al pedírsele comentarios, un vocero de TikTok hizo referencia a las normas de la comunidad que prohíben el contenido que promueve las actividades delictivas. La empresa dijo que no tenía planes de deshabilitar las etiquetas o hashtags relacionados con el cruce aunque, luego de ser contactada por The New York Times, sí difirieron varios videos que violaban sus normas.

En decenas de entrevistas a lo largo de varios días de caminata en la ruta, quedó claro que se está gestando una crisis humanitaria como no se había visto antes en el Darién, producto de una combinación de la desesperación, la atracción perdurable de sueño americano y las publicaciones engañosas en las redes sociales.

Diana Medina, líder de participación comunitaria y rendición de cuentas de la Federación Internacional de la Cruz Roja en Panamá, ha estado monitoreando las redes sociales para intentar comprender la información que los migrantes están recibiendo.

Yhoana Sierra grita cuando pierde el control sobre una cuerda guía antes de caer por una colina fangosa en el Tapón del Darién / FEDERICO RIOS

Dijo que los venezolanos estaban muy apegados a la tecnología y que eran más susceptibles de confiar en lo que veían en línea, algo que atribuyó al declive de los medios tradicionales en el país.

Como resultado, más personas emprenden el viaje, guiadas por testimonios emotivos en TikTok. “Bendito sea Dios”, dice el texto de un hombre y su pareja que lloran al vadear un río hacia lo que parece ser Estados Unidos. “La gloria es de Dios”.

Muchos migrantes salen sin comprender el terreno, la geografía o los conflictos sociales que les esperan, dijo Medina.

Un grupo criminal controla la zona. Muchos migrantes han sido extorsionados y atacados sexualmente en la ruta. Otros han fallecido en la caminata, o se los llevan los ríos o mueren luego de una.

La fuerza policial fronteriza de Panamá dijo recientemente que había encontrado los restos de 18 personas migrantes en los primeros ocho meses del año.

Un día reciente, unos 1,000 migrantes salieron de Capurganá, Colombia, la última ciudad antes de ingresar al Darién camino al norte. Durante horas anduvieron fatigosamente cuesta arriba en varios cerros. Si bien algunos jadeaban y se doblaban de dolor, el ambiente era de celebración. Alguien comentó que no estaba tan mal, que era un poquito como caminar a través de tierras de cultivo.

Pero en los días siguientes la travesía se puso mucho más difícil. Mientras la gente se adentraba en lo profundo de la selva, se volvía más difícil distinguir el camino. Muchos se separaron de sus familiares al tropezar o caer o detenerse para vaciar una bota llena de agua.

Un campamento junto al río Armila, después de una caminata de tres días por el Tapón del Darién. / FEDERICO RIOS

Pasada la frontera de Colombia con Panamá, Romina Rubio, de 23 años, una mujer ecuatoriana que había estado viviendo en Venezuela, se desplomó al desmayarse en los brazos de su esposo, con un severo dolor en el vientre.

Cuando volvió en sí, se puso otra vez en marcha. Pero en la cima de una bajada peligrosa, la cuñada de Rubio, Yhoana Sierra, de 29 años, se soltó de una cuerda guía y cayó a tropezones por el cerro.

Sierra estaba embarazada y despertó sangrando la mañana siguiente, probablemente por haber perdido el bebé.

Ya nadie se tomó selfis.

Eileen Sullivan colaboró con reportería desde Washington; Isayen Herrera desde Caracas, Venezuela; Kalley Huang desde San Francisco, Federico Rios desde el Tapón de Darién y Genevieve Glatsky desde Bogotá.

Derechos de autor: c. 2022 The New York Times Company

Un río que alguna vez fue prístino, ahora está lleno de basura, ropa y tiendas de campañas producto de la migración de personas por la selva del Darién. / FEDERICO RIOS

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