Costumbres de Semana Santa en Panamá que se diluyen con el paso del tiempo
Semana Santa
Ciudad de Panamá, Panamá/El tiempo, el ritmo de vida, la falta de interacción entre familias y la tecnología ha ido mermando con el paso de los años muchas costumbres y leyendas propias de la Semana Santa.
Las abuelas, los hijos y nietos del siglo pasado crecieron con una Semana Santa que, aunque en lo religioso se mantiene, ha ido perdiendo el halo de misterio otorgado por el respeto a las tradiciones, el recogimiento y el paso de valores de generación en generación.
Las cocinas de las abuelas
Durante la Cuaresma, las abuelas del interior del país recogían marañones y asaban las pepitas que servirían como conservas para la Semana Santa.
También se hacían conservas de naranja agria y mango, que se untaban sobre galletas de sal y rebanadas de pan. Eran los divinos manjares de la época.
El recogimiento familiar
Para mantener controlados a los más pequeños se valían de amenazas como: "no suban árboles en Viernes Santo porque se convierten en monos", o "no se puede nadar en ríos porque se convierten en pescados".
Durante Semana Santa era impensable hacer trabajos que demandaran esfuerzos, incluso se evitaba hasta barrer o trapear porque el Viernes Santo solo era para el descanso y los actos religiosos.
Pegar a los árboles para que den frutos
Dice una parte del evangelio de San Mateo que: “Todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego”, sin embargo, con las leyendas y tradiciones de Semana Santa se les daba una oportunidad.
La recomendación que se hacía y poco ya se ve, era pegarles a los árboles con una correa durante la madrugada del Viernes Santo, para asegurarse de una buena cosecha.
Árbol de granadillo
Durante muchos años se han levantado mitos sobre el efecto medicinal de la flor del árbol de granadillo, que florece solo en Semana Santa en la comunidad de La Trinidad en el distrito de Río de Jesús, en la provincia de Veraguas.
Muchas personas acudían durante esta época para recoger las flores. Durante la pandemia y por medidas de bioseguridad solo se vio a los residentes recolectando estas flores que sumergían en alcohol para usarlo como ungüento en algunas partes del cuerpo.