Treinta años del golpe de Moisés Giroldi, y las razones que dio EEUU para no apoyarlo
Moisés Giroldi ejecutó hace 30 años un golpe de Estado contra el dictador panameño, el general Manuel Antonio Noriega. Pidió ayuda a Estados Unidos. No la recibió y fue torturado y asesinado junto a otras diez personas. Un informe del Joint History Office revela cuál fue el razonamiento detrás de los Jefes de Estado Mayor de los Estados Unidos.
Todo empezó un domingo. Era el 1 de octubre de 1989 cuando la esposa del mayor Moisés Giroldi arriesgó su vida para llevar un mensaje al Comando Sur en Panamá. Giroldi planeaba un golpe, necesitaba que las tropas militares de Estados Unidos bloquearan las vías entre las bases de la Fuerzas de Defensa de Panamá (FDP) en Río Hato y Amador hacia la Comandancia ubicada en Ciudad de Panamá.
Giroldi planeaba capturar al general en la Comandancia. Necesitaba evitar que la Quinta, Sexta y Séptima Compañía, leales a Noriega, acudieran en su rescate. Pedía dos cosas. Santuario para su familia y que ninguna aeronave estadounidense volara cerca de la Comandancia. No quería dar la impresión que Estados Unidos era la mente maestra detrás del golpe. Advirtió que sus tropas podrían derribar cualquier aeronave estadounidense de acercarse demasiado.
Había que convencer al general Maxwell Thurman.
Thurman, conocido como “Mad Max”, era el hombre que meses después dirigiría la Operación Causa Justa, la Invasión a Panamá. No confiaba en Giroldi, ni en su plan. En su mente, podía tratarse de un plan para que Estados Unidos interviniera ciegamente apoyando un golpe falso. Un error de este calibre podría avivar sentimientos anti estadounidenses e impulsar la popularidad de Noriega. Incluso si el plan fuera real, a Thurman no le complacía la idea de permitir que Noriega se retirara sin que se desmantelaran las FDP.
En una entrevista, “Mad Max” llamaría al plan ill-conceived, ill-motivated, and ill-led, lo que se traduce cómo mal concebido, mal motivado y mal dirigido. El informe del Joint History Office concluye “Incluso si algunos oficiales lograran (el golpe), y tuvieran éxito con o sin ayuda de Estados Unidos, probablemente perpetuarían la corrupción de las Fuerzas de Defensa de Panamá, así como su monopolio en el aparato de seguridad nacional de Panamá”.
A las 2:38 de la madrugada del octubre, la Junta de Jefes del Estado Mayor son notificados que Giroldi ejecutará el golpe contra Noriega en las próximas 5-6 horas. Siguiendo las recomendaciones de Thurman, el general Colin Powell y el secretario de Defensa Dick Cheney convencen al consejero más cercano del presidente George Bush, Brent Scowcroft, que lo mejor es no ofrecer compromisos de apoyo militar al golpe.
El Estado Mayor de Estados Unidos no planeaba dar apoyo a la intentona de Giroldi, pero la última decisión era del presidente George Bush. Así que Cheney toma medidas de contingencia. Da instrucciones de ofrecer asilo a las familias de los golpistas y de preparar las tropas para que estuvieran listas en caso que Bush decidiera apoyar a Giroldi.
Al final, Noriega decide no visitar la Comandancia el 2 de octubre, así que Giroldi pospone su golpe para el día siguiente.
En Panamá, Thurman sigue las instrucciones y moviliza las tropas estadounidenses. Posicionó soldados en intersecciones claves al oeste de la Comandancia. Da órdenes de no abrir fuego a menos que sea en defensa propia, y de no bloquear a la FDP hasta nuevas órdenes.
Es bajo este escenario que llega el martes 3 de octubre.
Moisés Giroldi, vestido con una camiseta blanca y pantalones, llega a la Comandancia a la 7.10 am.
No es fácil ser Judas Iscariote. Traicionar a Noriega, era traicionar al hombre más poderoso de Panamá, a su padrino de bodas, al jefe militar de quien en el pasado había protegido de un golpe como el que ahora pretendía hacer. Y Moisés no tenía 30 monedas de plata esperándolo. Estados Unidos no se había comprometido a nada, pero ya era muy tarde para echar hacia atrás.
Noriega estaba en una cita médica cuando los golpistas llegan a la Comandancia. Al escuchar los disparos, toma el teléfono y pide refuerzos. A su puerta no llega Giroldi, llega el coronel Roberto Armijo, quien junto con otros oficiales lo lleva al patio. Allí, una mezcla de golpistas, tropas leales y personas confundidas ven llegar al hombre fuerte de Panamá.
“Levantó la voz y comenzó a reprenderlos uno por uno, por nombre, incluso a los que manejaban las tanquetas que ocupaban el patio. Les dijo, señalando al Cerro Ancón, que eran solo unos peones de los estadounidenses, quienes, con toda seguridad, observaban todo desde su centro de control en las entrañas del cerro. Nadie decía una palabra. Nadie desafiaba su autoridad”, narró el escritor Ricardo Ángel, en una publicación del diario La Prensa. Noriega entonces encararía a Giroldi y le diría, sin alzar la voz: “Para ser comandante hay que tener huevos y tú no los tienes. Ríndete antes de que mueras”.
Los golpistas no planeaban revolucionar el sistema, ni mucho menos desmantelar las FDP. Su objetivo era, de acuerdo a un mensaje que el periodista Daniel Alonso leyó en Radio La Exitosa a las 10 am, retirar a oficiales que habían cumplido 25 años de servicio, y apoyar al gobierno provisional de Francisco Rodríguez. También proponían celebrar elecciones y reconocían la necesidad de democratizar al país.
Hasta para capturar a Noriega, Giroldi respetó la cadena de mando, por lo que fue Armijo a buscarlo. Con el general en sus manos, no lo torturó, no lo mató. Ni siquiera le quitó el uniforme.
Las tropas leales a Noriega se acercaban cada vez más. La Sexta y Séptima compañías, que Giroldi tanto temía, habían volado sobre los posibles bloqueos terrestres y llegado a la Comandancia por el Este.
Giroldi le pide a Noriega, su padrino de bodas, su general, que lo deje de ir. Puede que Giroldi haya sido el Judas de la historia, pero Manuel Antonio Noriega no era Jesús. No tenía intención de dar la otra mejilla.
En un cuartel de Tinajitas, una ráfaga de ametralladora perforaría la espalda de Moisés Giroldi, junto con un disparo solitario. Ocho oficiales golpistas morirían fusilados en un hangar de Albrook, uno sería hallado ahorcado en la Cárcel Modelo, de acuerdo al relato de Ángel.
El diario La Crítica tituló: “El fracasado golpe fue coordinado Comando Sur de Estados Unidos”. Y más abajo, “Derrotada la antipatria y la traición”.
La “Patria” es un concepto que define quien tiene el poder. En esos momentos, Giroldi era para la historia oficial un traidor que murió en un golpe fallido. Pero el poder de Noriega no duraría mucho más, la muerte de quien antes fuera su amigo sería uno de los factores que aceleraría su caída.
En Estados Unidos, la pregunta ahora era cómo proceder. Los detalles para la Invasión, en aquel entonces conocida bajo el código Blue Spoon (Cuchara Azul), ya se habían avanzado. Algunos proponían desarrollar un nuevo plan, pero la decisión final fue acelerar el cronograma de acción. La intervención militar para sacar a Noriega se llevaría a cabo el 20 de diciembre.
Thurman, el “Mad Max” que no confió en Giroldi, fue diagnosticado con leucemia poco tiempo después. Desde el hospital John Hopkins daba órdenes al Comando Sur en Panamá. Falleció el 1 de diciembre de 1995, en el Walter Reed Army Medical Center. Sus restos reposan en el cementerio militar de Arlington, Texas. Giroldi murió acribillado en un cuartel de Tinajitas. Sus compañeros golpistas, fusilados en un hangar. Su recuerdo reposa con sus familiares.