Unir a la extrema derecha con los islamistas, el nuevo desafío de Netanyahu
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, apodado el "mago" por su capacidad para mantenerse en el poder pese a los obstáculos, tendrá que demostrarlo esta semana ante el desafío de unir a ultraderechistas con islamistas en un mismo gobierno.
"Es histórico, es irónico (...) es absurdo" ver el destino político del único Estado judío en el mundo ligado al de un partido islamista, dice Gayil Talshir, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Los resultados completos de las elecciones del martes, las cuartas legislativas en menos de dos años, que se difundieron tarde el jueves, dan vértigo en ese sistema proporcional.
El Likud de Netanyahu terminó primero con 30 escaños de los 120 de la Knéset, el Parlamento, seguido por la formación Yesh Atid ("Hay un futuro") del rival centrista Yair Lapid con 17 de escaños.
A continuación, figuran 11 partidos (árabes, ultraortodoxos, centro, derecha nacionalista, izquierda, conservador, derecha radical, extrema derecha) que se reparten en tres grandes campos: los "pro-Netanyahu", los "anti-Netanyahu" y los "no alineados".
Netanyahu y sus aliados de derecha reúnen 52 escaños, mientras que Lapid y sus potenciales socios logran hasta 57 escaños, por lo que la suerte de los dos bandos para lograr la mayoría de 61 bancas, está ahora en manos de dos partidos.
Para seguir en el poder, Benjamin Netanyahu debe convencer a dos partidos: la derecha radical de Naftali Bennett, y a Mansur Abas, jefe del pequeño partido islamista Raam que sorprendió esta semana al lograr cuatro diputados.
Y no solo debe tratar de reunirlos, sino hacerlo sin perder el apoyo de uno de sus aliados, la lista de extrema derecha "Sionismo Religioso", abiertamente hostil a árabes y musulmanes.
"Es muy raro ver que Mansur Abas sea quien pueda facilitar a los elementos más islamófobos del país ingresar el gobierno", subraya Talshir, que considera sin embargo ese escenario plausible.
"Mansur Abas juega al táctico. Y la idea es que Netanyahu le prometa un presupuesto para ayudar al sector árabe", a cambio de que el líder de la pequeña formación islamista pueda apoyar en el parlamento su futuro gobierno sin entrar en él, agrega.
Negociación
Desde el jueves, la extrema derecha encabezada por el controvertido Itamar Ben Gvir, un hombre de unos 40 años inculpado varias veces por incitación al racismo y apoyo al terrorismo antiárabe, rechazó cualquier pacto con Mansur Abas.
"Pero no es la última palabra de la historia", comenta el viernes la periodista política Sima Kadmon en las páginas del Yediot Aharonot, periódico más vendido de la prensa israelí.
"Netanyahu es capaz de exprimir una piedra para extraer agua" y podría "ofrecer la luna" a la extrema derecha para que acepte un gobierno apoyado por los islamistas, agrega.
En esta saga política de múltiples escenarios , Mansur Abas "puede flirtear con todos los partidos", al ser un "asunto de pragmatismo y números", resume Amal Jamal, profesor de Ciencias Políticas en la universidad de Tel Aviv.
El líder del bloque anti-Netanyahu, el centrista Yair Lapid, podría también tratar de formar gobierno apoyado por los partidos árabes del país: la Lista Conjunta, abiertamente hostil a Netanyahu, y los islamistas de Abas. Pero en ese caso, tendrá que desplegar la imaginación y la persuasión...
Juntas, ambas formaciones árabes podrían convertir a Lapid en el futuro primer ministro de Israel. Pero en los últimos meses, esos partidos, que hace poco estaban aun unidos bajo una misma bandera, tuvieron disensos, lo que llevó a Mansur Abas a dirigir su propia lista islamista en las elecciones.
Para complicar este rompecabezas político, algunos socios de Yair Lapid en la derecha, pero hostiles a Netanyahu, se oponen a ver la suerte de Israel, que promulgó en 2018 una ley que consagraba el carácter judío del Estado, depender de partidos árabes.