Trump ante un desafío excepcional en Singapur
¿Donald Trump es un negociador excepcional, como no se cansa de repetir desde hace meses? Unos 500 días después de su llegada a la Casa Blanca, pocos elementos concretos respaldan sus dichos.
La cumbre con el líder norcoreano Kim Jong Un, prevista para el martes próximo en Singapur, le brinda una posibilidad única de corregir el tiro, pero la apuesta es arriesgada: un fracaso confirmaría la impresión de que carece de la disciplina y la profundidad necesarias para involucrarse en debates internacionales de alto vuelo.
En política extranjera, el presidente estadounidense reivindica su escaso gusto por los detalles ("lo importante es el estado de ánimo", dice), enarbola su falta de experiencia diplomática como una ventaja mayor, lanza reiterados ultimátum y envía, a través de una multitud de tuits -a cual más airado-, señales a menudo contradictorias.
A pesar de que la Casa Blanca insiste en que Trump "ha restaurado la credibilidad de Estados Unidos en la escena internacional", prevalece una sensación de ambigüedad, mientras se multiplican las tensiones de Washington con sus aliados, como lo ilustra muy claramente la actual cumbre del G7 en Canadá.
De hecho, desde su llegada al poder a comienzos de 2017, el magnate de 71 años se ha dedicado sobre todo a desmantelar la herencia de sus predecesores, más que a construir nuevas alianzas.
Bajo la consigna de "Estados Unidos primero", Trump ha abandonado numerosos pactos internacionales, como el acuerdo de París sobre cambio climático, el acuerdo de Viena sobre el programa nuclear iraní o el tratado de libre comercio Transpacífico (TPP).
Poco después de su instalación en Pennsylvania Avenue, Trump aseguraba que concluir un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos "tal vez no sea tan difícil como se piensa desde hace años". Hoy, la perspectiva de una solución a ese conflicto parece más alejada que nunca.
El pulso comercial con China no le ha dado hasta ahora a Estados Unidos los resultados prometidos, y numerosos legisladores republicanos se interrogan acerca de las consecuencias económicas -y electorales- de esta cruzada.
"Estados Unidos primero se ha convertido, como se preveía, en Estados Unidos solo" en el mundo, dice Richard Haass, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores.
"Nada indica que Trump y su equipo tengan la menor idea sobre qué significa 'El arte de la negociación' (título del best-seller de Trump, NDLR) en lo que tiene que ver con la diplomacia internacional", subraya por su lado en Foreign Policy Ilan Goldenberg, un alto diplomático de la era de Barack Obama.
- ¿Una excepción norcoreana ? -
¿La negociación con Corea del Norte puede ser la oportunidad para Trump de ganar prestigio en la escena internacional o incluso permitirle obtener el premio Nobel de la paz, como dicen algunos de sus allegados?
El martes, en un hotel de lujo de Singapur, Trump intentará lo que ninguno de sus predecesores pudo lograr: negociar en directo con un heredero de la dinastía Kim una posible desnuclearización de Corea del Norte.
El presidente estadounidense no ha cesado de sorprender en este tema.
Una de esas sorpresas se produjo en la noche del jueves 8 de marzo, cuando al término de una reunión con Trump en el Salón Oval, Chung Eui-yong, asesor en seguridad de Corea del Sur, anunció que el presidente estadounidense había aceptado sin chistar una propuesta de Kim Jong Un para realizar una cumbre bilateral.
La propuesta del líder norcoreano ya había trascendido, pero la aceptación inmediata de Trump resultó sorprendente.
Tres meses más tarde, cuando periodistas del mundo entero ya habían reservado pasajes para Singapur, Trump envió una carta a Kim anunciándole que la cumbre no tendría lugar en virtud de la "abierta hostilidad" mostrada por Pyongyang.
En la madrugada siguiente, y mientras se multiplicaban en todo el planeta los análisis sobre las razones de este "fiasco" gigantesco, Trump resucitó, con un simple tuit, la posibilidad de una cumbre.
- "Nuevo pragmatismo" -
Los críticos del magnate destacan que el actual presidente fue mucho menos exigente con Kim Jong Un que lo que fueron sus antecesores con los líderes norcoreanos del momento, y observan con razón que Trump no puede atribuirse todos los méritos de la espectacular mejoría de las relaciones diplomáticas con la península.
No obstante, el mundo entero está pendiente de una cumbre que hace sólo un año parecía inimaginable y los propios "anti Trump" se muestran divididos sobre la actitud a adoptar ante la manera iconoclasta que el mandatario eligió para abordar un asunto de primer orden tan espinoso.
En una crónica publicada en el New York Times, Nicholas Kristof, de quien nadie puede decir que se trate de un allegado al inquilino de la Casa Blanca, lamentaba que los legisladores demócratas dediquen más tiempo a predecir el fracaso de Trump que a respaldar un proceso tan embrionario como promisorio.
"Es verdad, existen muchas razones para preocuparse (...) y todo puede aún desmoronarse", pero "el nuevo pragmatismo" del presidente estadounidense es "infinitamente preferible" a la amenaza de una guerra nuclear, escribió.
"Todos deberíamos congratularnos de que Trump se implique finalmente en un tipo de enfoque diplomático que en otros tiempos denunciaba", señaló Kristof.