Se agota el tiempo para que Netanyahu logre formar un gobierno en Israel
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, tiene tan solo algunas horas para lograr aunar a todas las fuerzas de derecha o para decidir un pacto con los islamistas y formar un nuevo gobierno.
Pero si a las 23h59 (20h59 GMT) del martes no lo ha logrado, el presidente Reuven Rivlin encargará la tarea a otro líder político.
El partido Likud (derecha) de Netanyahu logró 30 escaños en las elecciones parlamentarias de marzo, las cuartas en menos de dos años, y recibió el encargo del presidente de formar el próximo gobierno.
Para ello, Netanyahu, que es actualmente objeto de un proceso judicial por corrupción, necesita una mayoría de 61 de los 120 miembros de la Knéset, el parlamento de Israel.
Como el apoyo de los partidos judíos ultraortodoxos no basta para sumar los escaños necesarios, el primer ministro multiplicó en las últimas semanas los contactos con otras formaciones políticas.
Así, Netanyahu negoció con la formación de derecha radical Yamina (siete diputados) de Naftali Bennett y la coalición de extrema derecha Sionismo Religioso (seis diputados) de Bezalel Smotrich.
Y el lunes incluso propuso a Bennett, exministro de Defensa y ardiente defensor de la expansión de los asentamientos israelíes en Cisjordania, territorio palestino ocupado por Israel, el cargo de jefe de gobierno en primer lugar. Es decir, ser primer ministro antes que él si llegaban a un acuerdo que incluyera una alternancia en el poder.
Pero Bennett rechazó la oferta, acusando a Netanyahu de haber arremetido contra su partido en las últimas semanas.
Una alianza entre el Likud, los partidos ultraortodoxos y las formaciones de extrema derecha sumaría 59 escaños, justo por debajo del umbral de la mayoría necesaria.
Para obtener los dos escaños que faltan, Netanyahu debe convencer a Gideon Saar, exmiembro del Likud y ferozmente opuesto al primer ministro, o a Mansour Abbas, líder de Raam (4 diputados), una formación islamista.
Miradas puestas en Lapid
En las últimas semanas se multiplicaron las conversaciones con Mansour Abbas y su entorno, que no se niega a apoyar un gobierno de Netanyahu pero que no participaría en él.
Sin embargo persiste un problema: la extrema derecha, donde algunos de cuyos miembros corearon "Muerte a los árabes" en las calles de Jerusalén en las últimas semanas y que se niega a participar en un gobierno respaldado por los islamistas.
"La partida no ha terminado, pero a Benjamín Netanyahu se le están acabando los conejos de la chistera", afirmaba el martes el diario Maariv, en referencia al apodo del primer ministro, calificado de "mago" de la política, por su capacidad de tejer alianzas y mantenerse en el poder.
Salvo un movimiento inesperado de última hora, el mandato de Netanyahu para formar gobierno expirará sin resultados a medianoche.
Todas las miradas están ya puestas en el líder de la oposición, Yair Lapid, mientras el país sigue de luto por la avalancha que mató a 45 personas el viernes durante una peregrinación de decenas de miles de judíos ortodoxos en el monte Merón, al norte del país.
Lapid dijo que "esta tragedia podría haberse evitado", acusó a Netanyahu de haber mantenido abierto este lugar de peregrinación y pidió el lunes la formación de un gobierno "responsable".
"Ha llegado el momento de un nuevo gobierno (...) Este gobierno no será perfecto, pero asumirá sus responsabilidades y se centrará en la gestión del país", dijo Lapid, afirmando que tiene cómo reunir a partidos de la derecha, la izquierda y centro para alcanzar los 61 diputados necesarios.
Si lo consigue, Israel cerrará un capítulo de su historia ya que Benjamín Netanyahu, de 71 años, lleva 12 años en el cargo de primer ministro. Si no lo logra, es muy probable que los israelíes vuelvan rápidamente a las urnas.