'El diablo entra por el bolsillo': advierte Francisco al clero en Colombia
El pontífice argentino pidió a los miembros de la Iglesia católica que se abstengan de lucrar con la religión.
El papa Francisco lanzó este sábado 9 de septiembre desde Medellín un fuerte llamado a la Iglesia para que se aleje del confort y el "afán de lucro", y le pidió que no le tema a la renovación.
"Como ya he dicho en otras ocasiones, el diablo entra por el bolsillo", declaró el pontífice en su visita a la que fuera la capital mundial del narcotráfico, penúltima escala del viaje a Colombia que concluirá este domingo.
En una misa ante más de un millón de fieles, y después en un encuentro con la comunidad religiosa, Francisco reforzó su prédica a favor de una Iglesia próxima a los pobres.
"La Iglesia es 'zarandeada' por el Espíritu para que deje sus comodidades y sus apegos. La renovación no nos debe dar miedo", afirmó en la eucaristía.
El papa agregó que los sacerdotes y jerarcas eclesiásticos son "interpelados" por un "clamor de hambre y justicia", y que en Colombia se espera que se comprometan en la reconciliación de una nación lacerada por medio siglo de enfrentamiento armado con 7,5 millones de víctimas entre muertos, desaparecidos y desplazados.
Después de alentar decididamente el acuerdo que permitió el desarme y transformación de la guerrilla comunista de las FARC, en misas que congregaron a casi dos millones de fieles en Bogotá y Villavicencio, Francisco se enfocó de nuevo en el clero.
Las vocaciones "mueren cuando (...) la motivación es 'subir de categoría', apegarse a intereses materiales, que llega incluso a la torpeza del afán de lucro", les dijo a sacerdotes y monjas.
Humildad como "ejemplo"
Desde la ciudad con más templos en Colombia, Francisco también instó a la Iglesia a involucrarse en las causas de los desfavorecidos, aunque para "algunos eso parezca ensuciarse, mancharse".
La multitud respondió con aplausos al mensaje del primer pontífice latinoamericano, que concluirá su periplo este domingo en el puerto de Cartagena.
"La humildad de Francisco es un ejemplo, y la Iglesia se debe comprometer más, porque el comportamiento (del papa) tiene credibilidad", dijo a la AFP Mónica Arias, una mujer de 50 años que viajó hasta Medellín desde Apartadó, una zona bananera castigada por el conflicto.
La visita a Medellín tiene un significado especial para el papa de 80 años, porque fue en esta ciudad donde la jerarquía católica de América Latina se comprometió en 1968 con la llamada "opción preferencial por los pobres".
El papa aprovechó su paso por Medellín para insistirle a la Iglesia en que apoye la reconciliación en Colombia, tras el acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y los diálogos en curso con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), última guerrilla activa.
El miércoles les había recordado a los obispos que no eran "políticos" sino pastores.
Jorge Mora, un campesino de sombrero y poncho, de 65 años, que viajó cuatro horas en autobús para la misa del papa, cree que la Iglesia también debería acompañar el esfuerzo de paz del presidente Juan Manuel Santos, criticado por sectores de derecha que cuestionan las que juzgan como concesiones a la rebelión comunista.
"El papa viene a ver si cuadra esta paz del todo", expresó a la AFP Mora, a quien presuntos paramilitares le mataron dos sobrinos.
"Sicarios de la droga"
Con dos millones de habitantes, Medellín aún intenta superar años de violencia del narcotráfico y es una de las ciudades que más rechaza la política de paz de Santos.
El mandatario enfrenta la oposición sin tregua de su antecesor Álvaro Uribe (2002-10), un líder de derecha muy popular que fracasó en su intento de derrotar militarmente a las FARC pese a los contundentes golpes que les propinó.
Ahora Uribe acusa a Santos, su exministro de Defensa, de entregar el país a los rebeldes. Ausente en las dos misas anteriores, el exmandatario escuchó al papa en Medellín como "un peregrino más", según dijo.
Durante su discurso a la comunidad religiosa, el pontífice se detuvo, improvisó y rindió tributo a los jóvenes que han muerto a manos de las mafias de las drogas.
Juventud inquieta "tantas veces engañada, destruida por los sicarios de la droga. Medellín me trae a ese recuerdo", lamentó Francisco en el acto de la plaza de toros y espectáculos La Macarena, donde el abatido capo Pablo Escobar hizo estallar una bomba que dejó decenas de muertos y heridos en 1991.
El viernes el jefe del Vaticano exigió "verdad y justicia" para las víctimas del conflicto.
Ya convertidas en partido legal, las FARC se someterán a una justicia especial que prevé que los responsables de delitos atroces, incluidos agentes del Estado, eviten la cárcel si confiesan sus crímenes, reparan a las víctimas y prometen nunca más ejercer la violencia.