La conversación entre Lula y Rousseff que ha provocado indignación
Indignados brasileños se congregaban el miércoles por la noche en Brasilia y Sao Paulo, tras la divulgación de una embarazosa conversación telefónica entre la presidenta Dilma Rousseff y su antecesor y flamante ministro Luis Inacio Lula da Silva.
En la conversación, grabada por la mañana por la policía judicial, Rousseff le anuncia a Lula que se aprestaba a enviarle el decreto de su nombramiento como jefe de gabinete, para que pueda "usarlo en caso de necesidad".
Lula, amenazado de arresto por presunta ocultación de patrimonio en el marco del escándalo Petrobras, fue nombrado jefe del gabinete de Rousseff, quien negó que la iniciativa apuntara a acordar fueros especiales al exmandatario, para sustraerlo a la esfera de la justicia ordinaria.
La grabación fue divulgada por el juez federal Sergio Moro, a cargo de la investigación sobre el expresidente (2003-2010).
La Presidencia anunció en un comunicado que adoptará "todas las medidas judiciales y administrativas pertinentes para reparar una flagrante violación de la ley y la Constitución" por parte del magistrado "autor de la filtración".
Aseguró además que la conversación remitía a una consulta sobre la necesidad de hacerle llegar a Lula el documento de su nombramiento, para que lo firme, dado que no estaba seguro de poder asistir a la ceremonia prevista para el jueves.
Previamente, el gobierno había indicado que Lula solo entraría en funciones el martes de la semana próxima.
La difusión de la charla provocó una reacción airada de diputados opositores, que pedían la "renuncia" de Rousseff, confrontada a un juicio de destitución en el Congreso por presunto maquillaje de las cuentas públicas.
Miles de personas se congregaron espontáneamente frente a la sede de la Presidencia en Brasilia, para fustigar a Rousseff y expresar su apoyo al juez Moro.
Otra concentración se llevaba a cabo al caer la noche en Sao Paulo. "¡Renuncia, renuncia!", gritaba la multitud al pie del rascacielos iluminado con los colores verde y amarillo de la bandera nacional, donde tiene su sede la poderosa Federación de Industrias del Estado de Sao Paulo (FIESP).
En ciertos barrios se oían bocinazos y cacerolazos.
"¡Brasil no aguanta más! Fuera Dilma. Vean todo lo que se le hace al pueblo brasileño, estamos furiosos. Necesitamos dignidad, necesitamos gente que sea responsable y saque el país de esta situación", dijo a la AFP Sonia Inacio, una desempleada de 46 años, frente al Palacio de Planalto en Brasilia.
"¡Es una locura Dilma! Revierte esa decisión, salva al pueblo brasileño", clamaba Cesar Achkar, de 52 años.
Unos tres millones de personas reclamaron el domingo pasado en todo el país la dimisión de Rousseff, en manifestación de una magnitud histórica.