Cinco años después, ciudad brasileña aún siente trauma de colapso de dique minero
Brumadinho, Brasil/Nathalia de Oliveira hacía una pausa durante su pasantía en la empresa minera brasileña Vale cuando percibió una nube de pájaros en el cielo y sintió temblar el suelo bajo sus pies.
Esta madre de dos hijos de 25 años estaba parada fuera de los edificios administrativos de una mina de mineral de hierro en la ciudad de Brumadinho (sudeste), y hablaba por teléfono con su esposo, Jorge.
Cuando se volvió, vio un tsunami de lodo precipitándose hacia ella.
"Dios me salve", dijo, según su familia. Luego su teléfono se apagó.
Oliveira fue una de las al menos 270 personas que murieron cuando una presa que contenía más de 11 millones de metros cúbicos de desechos mineros colapsó el 25 de enero de 2019 y cubrió la zona de un espeso mar marrón de lodo.
Cinco años después, los socorristas aún buscan a Oliveira y a otras dos personas cuyos restos nunca fueron encontrados.
Con maquinaria pesada, excavan barro endurecido alrededor de la antigua mina, luego lo tamizan meticulosamente en busca de señales de los desaparecidos.
"Es una agonía", dijo la prima de Oliveira, Tania de Oliveira, de 51 años.
"Día tras día, año tras año, y aún no la han encontrado", explicó a AFP, con la voz quebrada.
"Ojalá podamos darle un entierro adecuado, para que pueda descansar. Para que podamos descansar", agregó.
Cuerpos en el barro
Cuando aconteció la tragedia, Brasil todavía se recuperaba de otro desastre minero: el colapso de una presa de desechos en noviembre de 2015 en una mina de mineral de hierro copropiedad de Vale y BHP de Australia.
El desastre afectó a Mariana, a 125 kilómetros de Brumadinho, ambas ciudades del estado de Minas Gerais. Mató a 19 personas y arrojó 40 millones de metros cúbicos de lodo tóxico en el río Doce y el océano Atlántico.
Brumadinho fue más devastador en términos humanos.
La presa en la mina Corrego do Feijao se rompió a las 12:28 pm, justo cuando los trabajadores almorzaban en la cafetería.
Inundó un área del tamaño de 270 campos de fútbol con "relave", el lodo de sedimento que queda después de separar el mineral de hierro.
Los sobrevivientes describieron escenas horripilantes mientras la ola de lodo se esparcía, tiñiendo el río Paraopeba en un marrón turbio.
Los reporteros de AFP que llegaron al lugar recuerdan a los rescatistas recuperando cuerpos destrozados por la fuerza del fenómeno y el constante zumbido de helicópteros retirando a las víctimas.
"Fue una escena de total desolación", evoca el primer socorrista en llegar, el bombero Filipe Rocha, a AFP.
'Nadie pagó por ello'
Actualmente la mina está cerrada, pero un puente ferroviario cuya sección central fue arrancada por el lodo sigue en pie como recordatorio de la tragedia.
Poco queda de los vecindarios cercanos a la mina de Brumadinho, una ciudad de 40.000 habitantes.
Joaquina de Oliveira, una ama de casa de 71 años del barrio Parque da Cachoeira, es una de las pocas que se quedó.
La mayoría de sus vecinos aceptaron sumas de Vale para mudarse. Ella demandó a la empresa.
"No puedo irme", dijo a AFP.
"Las casas de otros que demandaron a Vale fueron allanadas y saqueadas. Si me voy, me sucederá lo mismo".
Residentes de los 26 municipios afectados dicen que el lodo dejó al Paraopeba inservible para beber o pescar.
Un estudio de 2020 encontró niveles inseguros de metales pesados como hierro y uranio.
Las causas de la tragedia siguen indeterminadas, aunque un estudio publicado este mes apuntó que desplazamientos microscópicos en las capas del relave podrían haber creado una presión suficiente para provocar el colapso del dique.
En 2021, Vale aceptó pagar casi 38.000 millones de reales (alrededor de 7.000 millones de dólares) en daños, incluidas tareas de limpieza ambiental. La compañía dijo que también alcanzó acuerdos individuales para pagar otros 3.500 millones de reales a las familias de las víctimas y otros afectados.
En enero de 2023, un tribunal federal procesó al director ejecutivo de Vale, Fabio Schvartsman, y a otras 15 personas.
Los fiscales alegan que Vale y la firma de consultoría alemana Tuv Sud, que auditó la seguridad de la presa, actuaron en complicidad para ocultar el riesgo de colapso.
Los abogados de la defensa niegan las acusaciones.
Tuv Sud también enfrenta un juicio en Alemania.
Tania de Oliveira dijo que ella y su familia aún esperan justicia.
"Nadie ha pagado por lo que pasó".