'No está muerto': culto a Chávez persiste 30 años después del golpe fallido en Venezuela
Caracas/"Aquí en La Piedrita no se habla mal del comandante Chávez": la advertencia se lee en la entrada de una barriada de Caracas convertida en un templo dedicado al fallecido expresidente venezolano, venerado como una deidad en el lugar.
Por donde se mire en La Piedrita, parte del gigantesco complejo 23 de Enero, hay retratos de Hugo Chávez, quien encabezó hace 30 años un golpe fallido que lo catapultó a la presidencia en 1999, donde permaneció hasta su muerte en 2013.
En una especie de altar construido en una estructura metálica, está un busto del "comandante" y, en el fondo, un fotomontaje de su imagen junto a la de Cristo con el texto: "Santo Hugo Chávez de La Piedrita".
"Algunos lo ven como un santo", reconoce Valentín Santana, figura emblemática del chavismo y fundador del Colectivo La Piedrita, que rige este barrio, cercano al llamado Cuartel de la Montaña, que sirve de mausoleo de Chávez.
Fue desde ese antiguo museo militar que el entonces teniente coronel del Ejército encabezó el golpe del 4 de febrero de 1992, que su gobierno bautizó luego como "día de la dignidad" y cuyo 30 aniversario fue celebrado con pompa.
"Hablar del 4 de febrero es hablar de la resistencia, de renacimiento y revolución", dijo el presidente Nicolás Maduro, sucesor de Chávez, en un acto con miles de seguidores en el Paseo Los Próceres, a unos 10 km.
"Ahora es que hay revolución para rato, de Venezuela para el mundo: revolución bolivariana, cristiana, socialista, revolución para el siglo XXI", aseguró.
- "La lucha sigue" -
Para Santana, "Chávez no está muerto... nunca va a morir". "Se metió en las venas de los más humildes, corre en nuestra sangre".
"Militarmente fue derrotado, pero se convirtió en miles", sigue. "Está en el barrio, en el estudiante, en el campesino...".
Es imposible ir a La Piedrita sin un acompañante del colectivo. En este día de celebración, Santana dio la luz verde para que la AFP hiciera una visita cuidadosamente guiada.
El punto de partida es un muro blanco con un retrato de Chávez y la frase: "A 30 años la lucha sigue", mientras un equipo de música reproduce canciones revolucionarias como "Bella ciao" y "No pasarán".
La primera parada es una pequeña plaza con retratos de Chávez en varias edades: niño, cadete, presidente y en uniforme militar del 4F. En la fachada está escrito, en letras rojas: "vayan a lavarse el culo yanquis de mierda, aquí hay un pueblo digno".
Estados Unidos, tradicionalmente contrario a gobiernos socialistas, mantuvo relaciones tensas con Chávez y encabezó una ofensiva para sacar a Maduro con sanciones económicas, que el gobierno sostiene son la causa de la gravísima crisis que atraviesa el país.
A la derecha, otros dos murales "religiosos": el primero de Jesucristo con su corona de espinas... armado con un Kalashnikov. Al lado, la Virgen con el niño Jesús con un fusil en la mano derecha. Arriba se lee: "viviremos y venceremos".
"Todo el mundo feliz"
Subiendo por las estrechas escalinatas de la barriada se llega al altar a Chávez, decorado también con fotos de Fidel Castro, el Che Guevara y el general iraní Qassem Soleimani, asesinado por los estadounidenses en 2020.
"Estén en Rusia, estén en China, estén donde estén, para nosotros todo aquel que pelee contra el imperialismo es un bolivariano", explica Santana.
A pocos pasos, una panadería, un taller mecánico, en los que el rostro de Chávez también es protagonista.
"Lo lloro todos los días, debemos defender su legado", comenta Silvia García, encargada de la venta de pan donde también hay retratos de Castro y del fallecido líder palestino Yasir Arafat.
El barrio también cuenta con un comedor social que sirve 200 comidas al día, un albergue para personas con enfermedades graves y un ambulatorio dirigido por una médico cubana, parte de un programa de cooperación de salud de ambos países.
Y aunque Caracas es una de las ciudades más peligrosas del mundo, el 23 de Enero es un remanso de paz, en medio de la ley que imponen estas organizaciones, que dicen proteger a los ciudadanos y a la Revolución. A menudo armados, la oposición y oenegés los acusan de ser paramilitares al servicio del gobierno.
"Todo el mundo es feliz aquí", sostiene Santana. "Habla con quién quieras".