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Brasil premia la protesta política y social en el carnaval

Brasil premió hoy la osadía de la escuela de samba Beija-Flor y la declaró campeona del carnaval de Río de Janeiro tras un desfile rompedor que convirtió el sambódromo en un grito contra los males del país / EFE
Efe
14 2018 - 15:49

Brasil premió hoy la osadía de la escuela de samba Beija-Flor y la declaró campeona del carnaval de Río de Janeiro tras un desfile rompedor que convirtió el sambódromo en un grito contra los males del país, desde la corrupción hasta la violencia y la discriminación.

Esta edición del carnaval, que coincide además con un año electoral en Brasil, ha estado marcada por la crítica política y social, aunque la apuesta de Beija-Flor fue un arriesgado desafío y reprodujo sobre la pista del sambódromo, en la avenida Marqués de Sapucaí, escenas grotescas de la vida cotidiana de millones de personas.

Con un montaje bautizado como "Monstruo es quien no sabe amar, los hijos abandonados de la patria que los parió", la escuela se valió de la figura de "Frankenstein" para denunciar la corrupción, la violencia, la discriminación, la intolerancia y la pobreza que azotan a un Brasil "monstruoso".

Un desfile impactante que, por primera vez, llevó a la pasarela del sambódromo cuadros que reproducían tiroteos, arrastoes (asaltos múltiples), víctimas de la violencia en féretros y una "Piedad" sosteniendo el cuerpo de un policía muerto.

Políticos y empresarios con maletas de dinero frente a niños mendigando y vendiendo en las calles denunciaban la corrupción y la desigualdad.

Contra la discriminación y la exclusión social, Beija-Flor subió en el carro alegórico "El abandono" a dos invitados especiales: un drag queen de moda, Pabllo Vittar, y una cantante de funk, negra y originaria de favela, Jojo Todynho.

El montaje arrancó una ovación entre el público pero desató de inmediato una polémica entre los expertos sobre si el sambódromo es el lugar indicado para una denuncia social semejante o si, por el contrario, el carnaval debe utilizar las plumas, la fantasía y el brillo para evadirse a la realidad.

Además, Beija-Flor, que acumula ya 14 campeonatos, es una de las más cuestionadas escuelas y protagonizó en 2015 una controversia por un desfile en el que ensalzó la figura del dictador guineano Teodoro Obiang, quien, según medios locales, aportó más de 3 millones de dólares a la agrupación.

Este año, según los directivos de la escuela de Nilópolis, un empobrecido municipio del área metropolitana de Río, el jurado -que valora tanto el tema del desfile, como la música, la coordinación y las carrozas entre otros elementos-, ha premiado el arte pero también "la crítica de lo que acontece con nuestro país, a cada brasileño".

También crítica fue Paraíso de Tuiutí, la vicecampeona de este año, que se quedó solo a una décima de la ganadora, con un espectáculo en el que cuestionó si la esclavitud ha desaparecido realmente en Brasil y presentó un navío negrero donde situó al presidente de Brasil vestido de vampiro, en una clara referencia a Michel Temer, ordenando reformas neoliberales contra los derechos de los trabajadores.

Mangueira, una de las escuelas más queridas por los cariocas, se sumó a la protesta política y cargó contra el alcalde de Río de Janeiro, el pastor evangélico Marcelo Crivella, que considera que la fiesta es pecaminosa y ha reducido a la mitad el presupuesto público de las escuelas de samba.

"Alcalde, pecado es no disfrutar el carnaval", denunció Mangueira, mientras Crivella aprovechaba para viajar a Europa y en Río se disparaban las críticas en su contra por el aumento de los asaltos, las agresiones y los saqueos en las calles durante estos días.

La protesta social se ha colado este año también en el "carnaval da rua" (el carnaval de la calle), donde se han multiplicado las comparsas contra el Gobierno, contra el alcalde de Río y contra la violencia y la discriminación, con campañas como "No es no", en contra del asedio a las mujeres.

Tras la votación de hoy, el carnaval de Río, considerado el mayor espectáculo del mundo, se apaga, pero el mensaje de las escuelas de samba, que movilizan a cientos de miles de personas, ha sido contundente a ocho meses de las elecciones presidenciales del próximo octubre.

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