La lluvia vuelve a caer en Petrópolis y siguen aumentando los muertos
Petrópolis, Brasil/La ciudad brasileña de Petrópolis amaneció el viernes con una fuerte lluvia intermitente, tres días después de un temporal histórico que dejó al menos 118 muertos y cubrió barrios enteros de lodo, bajo el cual todavía yacían desaparecidos.
De vuelta de su viaje a Rusia y Hungría, el presidente Jair Bolsonaro sobrevoló este viernes la ciudad y visitó la zona devastada, acompañado de varios de sus ministros.
"Vimos una intensa destrucción, una imagen casi de guerra", dijo Bolsonaro a su llegada, en declaraciones retransmitidas por televisión.
El presidente se defendió de las críticas que suscitó la tragedia, ocurrida en una zona montañosa de construcciones precarias.
"No podemos prever todo lo que va a acontecer en 8,5 millones de km2 (la superficie de Brasil, ndlr). La población lleva razón a la hora de criticar, pero esto es una región accidentada, no es la primera vez que ocurre una tragedia aquí. Vamos a poner de nuestra parte", agregó.
Por su parte, el papa Francisco expresó "sus condolencias" y compartió "el dolor de todos los enlutados o despojados de sus bienes", en un telegrama en portugués enviado al obispo de Petrópolis, Gregorio Paixao Neto.
En esta antigua ciudad imperial, situada a 68 km al norte de Rio de Janeiro en una zona montañosa, más de 500 bomberos y cientos de voluntarios, ayudados por perros, excavadoras y aeronaves, trabajaban a destajo, aunque la esperanza de hallar víctimas con vida se agota.
Las autoridades municipales volvieron a activar por la mañana las sirenas de alerta, en medio de una fuerte lluvia intermitente que amenaza con nuevos deslizamientos.
En Alto da Serra, una de los barrios más afectados con decenas de casas engullidas por el barro, un altavoz alertaba a los vecinos: "Atención habitantes, diríjanse a lugares seguros y a puntos de ayuda", en medio de un caótico trajín de máquinas retirando escombros, constató la AFP.
Una ciudad con "miedo"
"Todo el mundo está con mucho miedo. Cualquier ruido nos asusta. Toda la ciudad está así", dijo a la AFP Antenor Alves de Alcantara, un jubilado de 67 años, que se trasladó con sus familiares a una colina próxima.
"Está bien que el presidente nos visite, pero no va a cambiar nada", agregó.
El cielo descargó tanta furia el martes en seis horas que varios cerros de esta ciudad turística se desmoronaron con torrentes de lodo que sepultaron decenas de casas y arrastraron automóviles, buses con pasajeros y todo a su paso.
Un desastre con cifras cada vez más dramáticas.
Por ahora hay 118 muertos confirmados, 24 rescatados y 849 desplazados, mientras que las cifras de desaparecidos son confusas debido a los pocos cuerpos identificados, que según el sitio de noticias G1 eran 57 este viernes.
La Policía Civil registraba hasta este jueves 116 desaparecidos, según los medios locales, y el Ministerio Público informó a la AFP que en su servicio de localización de personas siguen registrados 35, aunque ambas cifras iban siendo revisadas a medida que ubicaban sobrevivientes o se identificaban cuerpos.
El gobierno federal anunció el desbloqueo de una ayuda de 2,3 millones de reales (440.000 USD), mientras el ministerio de Desarrollo Regional indicó que facilitará nuevas sumas en los próximos días.
La noche del jueves, las precipitaciones volvieron con fuerza, las tareas de rescate fueron suspendidas y vecinos de varios barrios fueron llamados por alarmas y mensajes de texto a resguardarse en casas de familiares o refugios públicos "debido al volumen de lluvia que afecta a la ciudad y que seguirá, con intensidad entre moderada y fuerte, en las próximas horas", informó la Defensa Civil local.
Al menos dos calles fueron cerradas y los vecinos evacuados preventivamente tras un deslizamiento de "bloques rocosos", que no causó heridos, añadió la institución.
Según los expertos, la tragedia es consecuencia de una combinación de factores, entre estos una lluvia en seis horas superior a la media histórica de todo febrero, la topografía de la región y la existencia de grandes barriadas de casas precarias, muchas de ellas construidas de manera ilegal, en las escarpadas zonas de riesgo.