El alcalde de Sao Paulo, entre la covid y el cáncer: 'Nunca pensé en desistir'
En plena lucha contra el cáncer y la pandemia, el alcalde de Sao Paulo, Bruno Covas, se ha sumergido en otra campaña para intentar seguir dirigiendo la ciudad más poblada de Latinoamérica. Un "desafío" para el que se preparó desde la cuna. "Nunca pensé en desistir", asegura en una entrevista a EFE.
Covas, de 40 años y que lidera los sondeos con un 26 %, afronta el próximo 15 de noviembre sus primeras elecciones directas para la Alcaldía de Sao Paulo, que asumió en 2018, cuando sustituyó a Joao Doria, quien dejó el cargo para asumir la gobernación del estado más poblado de Brasil.
Desde entonces, Covas, del Partido Social de la Democracia Brasileña (PSDB, centroderecha), ha combatido un cáncer que persiste y se enfrenta a la pandemia del coronavirus en la ciudad más poblada de Latinoamérica y principal epicentro regional, lo que le obligó a instalar su dormitorio durante 82 días en la propia Alcaldía.
"Aunque la ciudad fue epicentro en el país y Latinoamérica no tuvimos escenas como las que vimos en varios lugares del mundo, en las los médicos tenían que escoger quién intubar y quién no", dijo Covas, nieto del respetado político Mario Covas.
Ahora se sumerge en una campaña en la que su mayor rival, Celso Russomanno (20 %), tiene apoyo del presidente Jair Bolsonaro, y compagina su agenda electoral con la de alcalde y un tratamiento de inmunoterapia que ha reducido el tamaño de su tercer tumor.
P. ¿Cuáles fueron sus principales desafíos en la Alcaldía?
R. Desde que asumí, un edificio se incendió y cayó, una huelga de camioneros cercó la ciudad con problemas de desabastecimiento y un viaducto se derrumbó. Vivimos la peor inundación en 70 años y la mayor crisis sanitaria de los últimos 100 años. Sao Paulo se convirtió en epicentro (de la pandemia) de Brasil y Latinoamérica. Es difícil escoger el desafío. Gobernar Sao Paulo ya es un desafío por sí solo, pues 12 millones de personas viven aquí.
P. A eso se suma un desafío personal: el cáncer. ¿Cómo es luchar contra la enfermedad, la pandemia y enfrentarse a una campaña electoral?
R. El año pasado, por la Erisipela (una infección cutánea) acabé ingresado y descubrí que tenía cáncer y metástasis en tres puntos. Tuve ocho sesiones de quimioterapia. Prácticamente desaparecieron dos de los tres tumores, pero uno persistió. Cambié de tratamiento y comencé con inmunoterapia, que no deja secuelas y estimula al propio cuerpo a combatir el cáncer, de manera que no siento el mismo cansancio. El tercer tumor ha disminuido.
"Mientras la población me deje"
P. ¿Pensó en desistir de la Alcaldía para cuidar de su salud?
R. Nunca. Lo hago porque me encanta hacerlo, porque me preparé para eso. Estudié derecho y economía porque quería hacer política. Vine a vivir a Sao Paulo porque quería vivir con mi abuelo, que era político. En ningún momento pensé en desistir. Mientras la población me deje, es lo que quiero hacer.
P. ¿Cómo ve el actual escenario político? ¿Cree que la asociación de Russomano con Bolsonaro perjudica a su principal adversario?
R. Creo que mis adversarios tal vez no hayan percibido que la población está preocupada con los medicamentos en los dispensarios, una plaza, las guarderías, el autobús. Me he centrado en los temas de la ciudad, en lo que hice como alcalde, en lo que voy hacer en los próximos 4 años. Los que quieren nacionalizar la campaña no están encontrando adherencia, la población no está preocupada con la anticipación del calendario de 2022 o con la tercera vuelta de las elecciones (presidenciales) de 2018.
P. Sao Paulo es el mayor colegio electoral de Brasil. ¿Cree que puede ser un termómetro para las presidenciales de 2022?
R. Es un termómetro del momento que vivimos. En 2018 los partidos de centro fueron muy perjudicados en la elección, tuvieron sus bancadas reducidas, mientras que la extrema derecha y la extrema izquierda tuvieron una ampliación. Este año podemos ver en Sao Paulo, Río de Janeiro y Belo Horizonte la victoria de candidatos de centro, pero eso tampoco proyecta nada para 2022. Son momentos distintos con preocupaciones distintas.
"No tuvimos que escoger a quien intubar"
P. Joao Doria como gobernador y usted como alcalde, actuaron como oposición a Bolsonaro en la gestión de la pandemia. ¿Cree que eso le ha ayudado a crecer en las encuestas?
R. Difícil evaluarlo. No creo que es simplemente el hecho de ser oposición o amigo de Bolsonaro, sino el haber seguido lo que era indicado por la ciencia. El virus no es de derecha o de izquierda. Es una realidad a ser enfrentada.
P. ¿Cómo evalúa la gestión del coronavirus en Sao Paulo?
R. Las encuestas demuestran que la población aprueba la gestión en el estado de Sao Paulo. Aunque la ciudad fue epicentro en el país y Latinoamérica no tuvimos escenas como las que vimos en varios lugares del mundo, en los que el médico tenía que escoger a quién intubar y a quién no, o la ambulancia tener que circular hasta encontrar una UCI disponible. Atendemos a todo el mundo. Fueron 501.000 vidas salvadas, personas infectadas que fueron atendidas por la red pública de Sao Paulo.
Hicimos convenios con hospitales privados para aumentar la atención a los necesitados, tomamos medidas duras con restricciones que surtieron efecto para la que la curva no se disparase. Tuvimos el cuidado de reabrir poco a poco, a diferencia de otros lugares del mundo que reabrieron todo al mismo tiempo y ahora vemos países europeos lidiando con la segunda ola.
P. ¿Sao Paulo está preparada para una eventual segunda ola?
R. Continuamos redoblando los cuidados para evitarlo.
"Los sectores que más empleaban, abrieron antes"
P. ¿Por que reabrir los parques solo ahora, los fines de semana (fueron reabiertos este sábado), mientras que bares y comercios están abiertos hace meses?
R. El criterio fue la vulnerabilidad desde el punto de vista de empleo. Los sectores que más emplean empezaron a abrir antes. No tiene sentido lidiar con la apertura de parques solo para que las personas puedan tener más ocio cuando, en realidad, la preocupación de la reapertura era evitar una crisis económica y social mayor por la pandemia.
P. La pandemia aumentó la desigualdad, pero el número de Sin Techo ya crecía en los últimos cuatro años. ¿Qué propone para frenar esa situación?
R. En 2019 el censo mostró un aumento del 50 % de personas en situación de calle respecto a 2016, con un total de 24.000 Sin Techo. Es reflejo de cinco años de recesión económica y este año, que iríamos a confirmar la recuperación, vamos a acabar con una contracción del PIB brasileño de alrededor del 5 %. La crisis económica es la puerta de entrada para esa situación de extrema vulnerabilidad. Hemos ido ampliando y cambiando los albergues para poder aumentar la capacidad de abordaje y convencimiento, porque la legislación brasileña prohíbe que hagamos una acogida obligatoria.