Putin admite planes de intervención en Bielorrusia
El presidente ruso, Vladimir Putin, hizo hoy realidad los peores temores de la oposición bielorrusa y de Occidente, al asegurar que Rusia está dispuesta a intervenir en la antigua república soviética con fuerzas policiales si la situación lo exige.
El presidente bielorruso, Alexandre Lukashenko "planteó que le gustaría que le ofreciéramos, en caso de necesidad, la ayuda necesaria. Yo le dije que Rusia cumplirá con sus obligaciones", aseguró Putin en una entrevista con la televisión pública.
Putin, que hasta ahora no se había manifestado sobre los sucesos en la vecina Bielorrusia, admitió hoy que Lukashenko le pidió ayuda cuando estallaron las protestas antigubernamentales tras las controvertidas elecciones presidenciales del 9 de agosto.
El antecedente de Crimea
La entrevista coincidió con el anuncio de que el jefe del Kremlin se encontraba de visita en Crimea para inaugurar la mayor autopista de la península.
La prensa local y bielorrusa no dudó en recordar el envío de los "hombrecillos verdes" -unidades militares especiales rusas sin distintivo- a la península en 2014 para consumar la anexión rusa del territorio ucraniano.
Entonces, la intervención rusa fue condenada por casi toda la comunidad internacional, mientras ni siquiera los mayores aliados de Putin, incluido Lukashenko, reconocieron la anexión.
Putin, que ha tenido sus más y sus menos con el líder bielorruso en los últimos años, explicó sin tapujos que Lukashenko le había pedido formar un "contingente (reserva) de miembros de las fuerzas del orden".
"Y lo hice. Pero acordamos también que éste no será utilizado mientras la situación no se descontrole", dijo Putin en la entrevista con el canal de televisión "Rossía 1".
Precisó que dichas fuerzas no serán desplegadas mientras "elementos extremistas", con la tapadera de "eslóganes políticos", no organicen disturbios violentos y "comiencen a quemar coches, casas, bancos y a asaltar edificios administrativos".
"En la conversación llegamos a la conclusión de que ahora no hay dicha necesidad y espero que no la haya. Y por eso ese contingente no lo utilizamos", insistió Putin.
Obligaciones rusas con Bielorrusia
El jefe del Kremlin admitió que Rusia tiene "obligaciones" con Bielorrusia en el marco de acuerdos y tratados multilaterales -la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), el brazo armado del espacio postsoviético- y bilaterales, entre los que mencionó la Unión Estatal ruso-bielorrusa, que Lukashenko se negó a firmar el pasado año.
Subrayó que dichos tratados obligan a sus Estados miembros a "ayudarse mutuamente en defensa de la soberanía, las fronteras exteriores y la estabilidad".
"No hay necesidad de ocultar nada. Allí está así escrito", añadió.
La Unión Estatal incluye una política de defensa común y la obligación de defender "la integridad y la inviolabilidad del territorio de la Unión".
En cuanto al OTCS, una suerte de Pacto de Varsovia postsoviético, Rusia podría intervenir militarmente en Bielorrusia, pero sólo si Minsk lo solicita en caso de una "agresión exterior".
La prensa rusa advierte que una intervención rusa requeriría el apoyo, aunque sea tácito, de los otros miembros de la organización, Kazajistán, Armenia, Kirguizistán y Tayikistán, países que, por ello, se verían sometidos a una gran presión internacional.
Arreglo pacífico y críticas a occidente
En cuanto a la situación actual, Putin destacó que las cosas en Bielorrusia se están normalizando y expresó su confianza en que el país recuperará la estabilidad.
"Espero que todos los problemas, y los hay, por supuesto, sino la gente no saldría a la calle, eso es algo totalmente evidente, se arreglen en el marco del terreno constitucional y legal, y por medios pacíficos", afirmó.
Llamó a todas las partes a mostrar "sentido común" y encontrar una salida a la crisis bielorrusa "sin extremismos".
Además, defendió la actuación de las fuerzas de seguridad bielorrusas, que calificó de "bastante contenida", y recordó el desproporcionado uso de la fuerza por parte de la policía en países occidentales.
También criticó la actitud de las potencias de Occidente, a las que acusó de intentar influir en los acontecimientos en marcha en Bielorrusia, ante los que Rusia ha mantenido un comportamiento más "moderado" y "neutral".
Putin apoyó así la línea oficial de Minsk de que EEUU y los países europeos intentan desestabilizar el régimen patrocinando las protestas, algo de lo que Lukashenko acusó a Rusia durante toda la campaña electoral.
"A nosotros no nos es indiferente lo que pasa allí. Es un país muy cercano, puede ser que sea el país más cercano para nosotros", apuntó.
Putin pide diálogo, Lukashenko lo rechaza
Putin también consideró que si la gente sale a la calle, "todos deben tenerlo en cuenta, escuchar y reaccionar".
Y recordó que Lukashenko se mostró dispuesto a estudiar la posibilidad de acometer una reforma constitucional y convocar nuevas elecciones parlamentarias y presidenciales en virtud de la nueva Constitución.
Mientras, precisó, "uno no puede salirse del marco de la Constitución vigente", en clara alusión al consejo coordinador opositor, que Minsk considera anticonstitucional.
Al respecto, Lukashenko aseguró que "nadie del Gobierno" se sentará a negociar con los "mocosos" que protestan en las calles y que el único diálogo posible es con los trabajadores, estudiantes, especialistas, profesores y médicos.
"Si hay gente en su sano juicio en la oposición que ve a su país como libre e independiente, que exprese su opinión, pero no en la calle. Bajo la presión de la calle no habrá ningún diálogo en Bielorrusia", aseveró.
Lukashenko, en el poder desde 1994, admitió que "todos quieren un nuevo sistema político", por lo que animó a los bielorrusos a presentar propuestas de reforma constitucional.
Y a los jóvenes que protestan en las calles, a los que amenazó con suprimir las prórrogas para el servicio militar, le recordó que él tiene el apoyo de 3 millones de personas, entre veteranos, especialistas y pensionistas.
"No quieren estudiar, pues a defender la madre patria. Está en peligro", sentenció.