Presidenta de Brasil logra frenar el despegue de Marina Silva, al menos por ahora
Como en una telenovela, un accidente aéreo transformó en segundos la campaña política en Brasil. Marina Silva, una exempleada doméstica que quiere ser la primera presidenta negra del país, se convirtió entonces en una amenaza real para Dilma Rousseff, que ha logrado no obstante frenar su ascenso.
La ecologista de 56 años es blanco de la artillería pesada del poderoso Partido de los Trabajadores (izquierda), que gobierna desde hace 12 años y al que aspira a derribar del poder.
Silva, que se crió en una comunidad de recolectores de caucho en la Amazonia, se alfabetizó a los 16 años y fue casi monja católica, senadora y ministra de Medio Ambiente, llegó a la candidatura a la presidencia de Brasil hace solo un mes, tras la muerte del socialista Eduardo Campos -al que acompañaba como vice- en un accidente de avión en agosto.
LA ESPERANZA
Mientras se defiende de los ataques, la ecologista, profundamente evangélica, no pierde de vista su objetivo: implantarse firme en la segunda vuelta, donde a diferencia de lo que sucede en la campaña para el primer turno, tendrá el mismo tiempo de horario electoral gratuito en televisión y radio que su contrincante.
El último sondeo de Datafolha muestra a Rousseff ampliando su ventaja sobre Silva en la primera vuelta del 5 de octubre. De empate técnico hace 10 días, Rousseff pasó a tener una ventaja de siete puntos sobre Silva (37% contra 30%).
En una eventual segunda vuelta, ambas están en empate técnico, Silva con la menor delantera que ha tenido ante Rousseff hasta ahora, 46% contra 44%.
Pero Silva, que ya en 2010 fue presidenciable y conquistó casi un 20% de los votos en la primera vuelta, tiene fuertes chances de vestir la banda presidencial el 1 de enero de 2015.
"El brasileño cree que nada es imposible de conquistar si uno tiene fe y trabaja. Marina es mulata, viene de abajo, nació y vivió en el interior pobre de Brasil, y hoy tiene chances de convertirse en presidenta porque encarna la esperanza de esa parte de la sociedad brasileña", dijo a la AFP Daniel Alves, politólogo de la Fundación Getulio Vargas.
'ES UNA VIDA'Aliados de Rousseff como el senador José Sarney (del partido PMDB, centro, principal aliado del PT) han acusado a Silva, que aglutina el deseo de cambio y conquista votos de todos lados -izquierdistas 'antiDilma', jóvenes, indecisos, intelectuales- de tener "cara de santita" pero de ser "radical", "rabiosa" y tener "voluntad de odio".
La campaña de Rousseff, por ejemplo, ha asegurado que de ganar los comicios, la ecologista terminará con el popular programa de subsidios a los pobres conocido como "Bolsa Familia", que ayudó al PT a sacar de la pobreza a más de 40 millones de personas en una década.
Silva contraatacó en una emotiva y contundente respuesta en medio de un mitin nocturno en Fortaleza (noreste), que luego utilizó en su pequeño horario electoral de menos de tres minutos diarios, casi seis veces menor que el de Rousseff.
"Dilma, no voy a combatirte con tus armas. Vamos a mantener el Bolsa Familia. ¿Y sabes por qué? Porque yo nací allá en Seringal Bagaço (estado de Acre, Amazonia). Yo sé lo que es pasar hambre. Todo lo que mi madre tenía para ocho hijos era un huevo y un poco de harina y sal con unas lasquitas de cebolla picada", lanzó.
Emocionada, continuó: "Me acuerdo de haber mirado a mi padre y a mi madre y preguntado '¿ustedes no van a comer?'. Mi madre respondió 'Nosotros no estamos con hambre', y como niña creí en eso. Después entendí que hacía mas de un día que ellos no comían. Quien vivió esa experiencia jamás acabará con el Bolsa Familia... No es un discurso, es una vida".
Para Rubens Figueireido, profesor de ciencia política de la Universidad de Sao Paulo (USP), los próximos 15 días de campaña serán aún más duros.
"El gran problema de Marina es que tiene una coalición partidaria muy débil, sus recursos son limitados en relación al PT, su estructura de campaña es mucho menor, tiene menos tiempo en televisión, y es la primera vez que está siendo atacada, porque en 2010 todos la festejaban ya que no era una amenaza", dijo Figueireido a la AFP.