En plena pandemia, Oriente Medio se prepara para un ramadán sombrío
"Nuestros corazones lloran", lamenta el muecín de la Gran Mezquita de La Meca, la ciudad santa del islam, desierta en vísperas del mes del ayuno del ramadán debido a la pandemia de covid-19 y del confinamiento en los países de Oriente Medio.
Un ramadán sin grandes reuniones en las comidas de la noche (iftar), con las que se rompe el ayuno, sin oraciones nocturnas en la mezquita (tarawih), sin viajes a las ciudades santas del islam, y sin reuniones entre amigos hasta bien entrada la noche.
Desde Arabia Saudita a Marruecos, pasando por Egipto, Líbano o Siria, los musulmanes de Oriente Medio se preparan este año para uno de los ramadanes más insólitos.
"Estamos acostumbrados a ver la Gran Mezquita abarrotada de gente de día y de noche, todo el tiempo. Es un sufrimiento profundo", confiesa el muecín Ali al Molla, en La Meca.
Estas últimas semanas, en lugar de la habitual multitud de gente, un vacío inédito rodea la Kaaba de la Gran Mezquita, una gran estructura cúbica envuelta en una tela negra bordada en oro, en dirección de la cual rezan los musulmanes del mundo entero.
Para contener la propagación del nuevo coronavirus, las autoridades sauditas suspendieron la umrah, el peregrinaje a La Meca y Medina.
Y es posible que Arabia Saudita anule también el gran peregrinaje anual, el hajj, a finales de julio. Riad ha pedido a los fieles que suspendan sus preparativos de viaje a la ciudad santa del islam.
Las autoridades religiosas de varios países han apoyado estas restricciones e insistido en la necesidad de rezar en casa para evitar las multitudes.
Mascarillas y desinfectante
En Jerusalén, que alberga la mezquita de Al Aqsa, el tercer lugar santo del islam, el gran muftí Mohammad Hussein anunció restricciones similares para la oración durante el ramadán.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) pidió a los países "evitar que un gran número de personas se reúna en lugares asociados a las actividades del ramadán, como lugares de entretenimiento, mercados y tiendas".
El mes del ayuno suele ser un periodo de gran consumo para los hogares de Oriente Medio, pero este año los comerciantes podría verse muy afectados por la cautela de los clientes, que buscan sobre todo mascarillas, guantes o desinfectante.
"Había ahorrado un cierto dinero para el ramadán, pero lo he gastado en comprar cosas necesarias para el confinamiento y para protegerme del virus", explica Yunes, de 51 años, que trabaja en una tienda de ropa en Damasco.
En Irán, el país de Oriente Medio más afectado por la pandemia, el guía supremo, el ayatolá Alí Jamenei, pidió a sus conciudadanos que eviten los eventos masivos durante el ramadán, pero sin "descuidar la oración, la súplica y la humildad en nuestra soledad".
Caridad
En Egipto, el país más poblado de la región con más de 100 millones de habitantes, el ramadán llena cada año las calles de las grandes ciudades hasta el amanecer, con mezquitas y restaurantes abarrotados y comercios iluminados con farolillos, símbolo de este mes sagrado.
Para Sameh al Yamani, un traductor de 51 años, "el cierre de las mezquitas está justificado, hay demasiado hacinamiento en las oraciones". "Este año, rezaré en casa", asegura.
El confinamiento no impide a los musulmanes "en buen estado de salud" ayunar "como los años anteriores", precisa la OMS, pero deben consultar con su médico "como lo harían para cualquier otra enfermedad", añade.
Al respecto una fatua del ayatolá Jamenei publicada el sábado autoriza a no ayunar durante el mes sagrado si un "médico piadoso" considera que ello puede convertir a un individuo en vulnerable ante la enfermedad. En este caso, conviene ayunar "en otro momento", dice en el texto.
En fin, y a pesar de estar confinados en países en guerra, como Libia, Siria o Yemen, los fieles no olvidan a los más pobres.
Las autoridades religiosas continúan con su tradicional llamado a la caridad, uno de los cinco pilares del islam.