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Tras los oscuros años bajo el grupo EI, la cirugía estética se expande en Mosul

Una mujer iraquí recibe un tratamiento facial en una clínica de belleza en la ciudad norteña de Mosul.
Una mujer iraquí recibe un tratamiento facial en una clínica de belleza en la ciudad norteña de Mosul. / AFP
Afp
19 de diciembre 2018 - 06:20

Durante tres años, las mujeres tenían que cubrirse totalmente de negro, los hombres debían llevar barba, la cirugía estética era un "pecado" y los centros de belleza cerraron. Ahora, los implantes capilares y los estiramientos faciales causan furor en Mosul.

Apenas unas semanas después de la liberación en julio de 2017 de esta gran ciudad del norte de Irak, que vivió varios años bajo el yugo del grupo yihadista Estado Islámico (EI), aparecieron ya las primeras clínicas de estética.

En total se abrieron cinco establecimientos en menos de año y medio en Mosul, donde surgieron llamativos rótulos elogiando los méritos del láser, de las inyecciones y de los diferentes métodos quirúrgicos para redefinir el rostro, hacer que vuelva a crecer el cabello o atenuar las marcas de la piel.

Raji Najib, un sirio instalado en Mosul, quería acabar con su calvicie y se dejó convencer por varios amigos cuyos cráneos habían vuelto a cubrirse de pelo gracias a implantes que les hicieron en un establecimiento local.

"Me dijeron que los equipos eran modernos, los médicos competentes y los precios atractivos", cuenta a la AFP este trabajador del sector privado de 40 años.

Plasma para rejuvenecer

Unos implantes capilares pueden costar en Mosul unos 800 dólares (705 euros), con el seguimiento postoperatorio incluido, en tanto que a apenas unos kilómetros, en Erbil --la capital de la región autónoma de Kurdistán-- o en la vecina Turquía, la cuenta asciende 400 dólares más, a lo que se añaden los costos de desplazamiento.

Por unas simples inyecciones de plasma, una técnica de rejuvenecimiento que se supone que evita la caída del cabello, en Mosul hay que desembolsar el equivalente a 63 dólares por sesión, mientras que en Erbil cuesta al menos 20 dólares más caro.

Esta diferencia de precio da muestra del contexto socio-económico de Mosul, una ciudad minada por años de guerra, con un debilitado mercado de trabajo, bajos salarios y un desempleo galopante.

Además de las atractivas tarifas, "las clínicas de Mosul me facilitaron la vida porque no tenía tiempo para viajar" a otras ciudades o países, cuenta Najib, como hacían hasta hace poco quienes querían recurrir a la cirugía estética.

Antes de la llegada del EI, en el Irak sometido a embargo y desangrado por los combates entre milicias y grupos yihadistas, raramente se llevaban a cabo operaciones de cirugía estética en Mosul. Y para poder acceder a la única unidad encargada de esos procedimientos médicos, había que demostrar tener una molestia provocada por una discapacidad de nacimiento o un grave accidente.

Actualmente, las cinco clínicas de estética de la ciudad están siempre llenas con clientes de todas las edades, principalmente hombres.

Jeringa en mano, una empleada del centro Shahrazad inyecta plasma en el cuero cabelludo de una mujer, una de la más de 10 clientes que acuden cada día al negocio, según la dirección de la empresa.

Mouhannad Kazem, de 40 años y director del centro Razane, fue el primero en lanzarse al negocio. Su clínica propone también tratamientos dentales, sobre todo blanqueamientos. Su lema: "Profesionales venidos de Líbano y tratamientos y máquinas importados del extranjero", explica a la AFP.

Heridos de guerra

La dirección provincial de Salud asegura que vigila de cerca estas clínicas estéticas que, en muchos casos, remplazan a los hospitales.

La oferta médica en Mosul se redujo considerablemente en los tres años del reino del "califato" autoproclamado por el grupo EI y los nueve meses de devastadores combates para expulsar al grupo de la ciudad.

Desde la llegada de los yihadistas en 2014, el número de camas en hospitales de Mosul se vio reducida a más de la mitad, pasando de 3.657 a 1.662 según la comisión provincial de derechos humanos.

En el centro Shahrazad, Alia Adnane, una auxiliar de enfermería, ve "problemas de piel o de cabello debidos al estrés y a la contaminación que se cirnió sobre Mosul durante la era del EI y durante los combates por la liberación". Pero la clínica estética acoge también a heridos de guerra en los que aún son visibles las marcas de quemaduras provocadas por explosiones.

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