Jefe de los Cascos Blancos sirios 'sueña' con dejar de sacar cadáveres de los escombros

En una semana, los combates y bombardeos han dejado 704 muertos, de ellos 110 civiles, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, una ONG implantada en todo el país.

Bandera de la ONU
Bandera de la ONU / AFP
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04 de diciembre 2024 - 15:13

"Sueño con que nuestro trabajo de sacar cadáveres de los escombros termine", dice el jefe de los Cascos Blancos sirios, casi 14 años después del inicio de la guerra civil que acaba de revivir una nueva espiral de violencia.

Raed Saleh viajó a Nueva York esta semana para abogar una vez más por la causa del pueblo sirio en el Consejo de Seguridad de la ONU, como ya lo hizo hace una década. Aunque insta a una "solución política" en Siria, tiene pocas esperanzas de que esto ocurra.

"El Consejo de Seguridad fracasó estos 14 años a la hora de lograr una paz en Siria, y pienso que va a fracasar de nuevo", dice a la AFP.

El martes lamentó en el Consejo de Seguridad que la comunidad internacional haya "abandonado totalmente" a los sirios, pero su blanco principal es Rusia, que desde 2015 ayuda militarmente a su aliado, el presidente Bashar al Asad.

"Actualmente, Rusia no tiene ningún interés por la paz en Siria. Está centrada en sus propios intereses alineados con los del régimen sirio", lamenta y teme que los rusos utilicen su veto para "proteger al régimen" como lo han hecho desde el inicio de la guerra civil en 2011.

Moscú acusa a los Cascos Blancos de desinformar y de "calumniar" al gobierno sirio, una razón por la que intentaron impedir, en vano, que Raed Saleh hablara en el Consejo de Seguridad, convocado de urgencia ante la nueva escalada del conflicto.

"Castigo colectivo"

Una coalición de rebeldes, dirigida por el grupo islamista radical Hayat Tahrir al-Sham (HTS), antigua rama siria de Al Qaida, lanzó el pasado 27 de noviembre una ofensiva en la región, poniendo fin a la calma relativa que reinaba desde 2020.

En pocos días, los rebeldes se apoderaron de grandes zonas del norte de Siria y gran parte de Alepo, la segunda ciudad del país, que por primera vez desde el inicio de la guerra ha quedado fuera del control de Damasco.

Un duro revés para el régimen de Al Asad, que ha lanzado una contraofensiva para recuperar el terreno perdido.

En una semana, los combates y bombardeos han dejado 704 muertos, de ellos 110 civiles, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, una ONG implantada en todo el país.

Con sus 3.200 socorristas voluntarios en el noroeste, los Cascos Blancos se han desplegado hacia Alepo y otras zonas afectadas "para responder a la emergencia humanitaria", explica Saleh.

Además de socorrer a los heridos, "hemos recuperado más de 150 cuerpos", precisa. Para "enterrarlos con respeto y documentar los detalles con el fin de facilitar su identificación más tarde".

Saleh teme que la situación se agrave por las "represalias del régimen contra los civiles". "El régimen aplica el plan estratégico que sigue desde hace 14 años, una política de castigo colectivo contra civiles de Alepo e Idlib", dice.

"Tenemos miedo de que el régimen utilice armas químicas, como en 2018, 2017 y 2013. Cada vez que hay riesgo de desmoronamiento, utiliza armas químicas para recuperar la iniciativa", acusa.

La Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OIAC), que esta semana manifestó su preocupación por el posible arsenal de armas químicas en Siria, acusó en el pasado a las autoridades sirias de recurrir a estas armas durante la guerra civil, lo que Damasco niega.

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