Hallazgo de documentos clasificados reaviva debate sobre qué es confidencial en EEUU
El hallazgo de documentos clasificados en las residencias privadas de Donald Trump, Joe Biden y Mike Pence ha reavivado el debate sobre una vieja práctica del gobierno de Estados Unidos, que cada año pone el sello de confidencial a millones de documentos.
Secretos nucleares, nombres de espías, cables diplomáticos: en todo el mundo, los gobiernos tienen cuidado de no revelar información que pueda comprometer su seguridad, la de sus agentes o sus relaciones con otros estados.
Pero en Estados Unidos, el afán de clasificación ha adquirido, según la opinión general, proporciones desmesuradas.
Cada año, se toman alrededor de 50 millones de decisiones sobre si marcar documentos gubernamentales como "confidenciales", "secretos" o "supersecretos", estiman los expertos.
Sin embargo, "muchos de los documentos clasificados no son tan sensibles", dijo a la AFP Bruce Riedel, un ex experto de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) que ahora trabaja en el centro de estudios Brookings Institute.
Si bien es legítimo proteger "los planes del Ejército para Ucrania" se puede cuestionar si es pertinente marcar como confidencial "el cable que anuncia que el secretario de Estado viajará a Israel el lunes", que es una información publicada en los medios, dijo.
En 2016, un informe del Congreso señaló que "entre el 50 y el 90% del material clasificado no está bien categorizado".
La desclasificación a veces provoca sonrisas, como cuando la CIA levantó en 2011 el secreto sobre documentos protegidos durante casi un siglo que explicaban... cómo crear tinta invisible.
Según Riedel, la culpa es de la "inercia burocrática": para un funcionario "es más seguro clasificar los documentos, de modo que si alguien le pregunta por qué pasó a ser de dominio público, puede decir que hubo una filtración".