EEUU: Tres muertos en choques entre militantes de extrema derecha y adversarios
Una polémica manifestación organizada este sábado por grupúsculos de la extrema derecha estadounidense en Virginia se transformó en un drama luego de que un automóvil embistiera a una multitud de contra-manifestantes antirracistas, dejando al menos tres muertos.
"Tenemos gente que vino a causar caos y problemas que resultaron en tres casos fatales aquí en la ciudad de Charlottesville", dijo el director de la municipalidad, Maurice Jones, en conferencia de prensa.
Este incidente aparentemente voluntario se produjo poco después de que se prohibiera esa manifestación que estuvo salpicada de violentos enfrentamientos, una situación que llevó al presidente Donald Trump a condenar los hechos.
"Condenamos en los términos más firmes posibles esta exhibición atroz de odio, fanatismo y violencia procedente de varios lados", dijo el mandatario desde Bedminster, Nueva Jersey, donde está de vacaciones.
"El odio y la división deben detenerse ahora", agregó. "Tenemos que unirnos como estadounidenses con amor a nuestra nación".
Sus declaraciones se produjeron minutos después de que el alcalde de Charlottesville (Virginia), Mike Signer, confirmara la muerte de un manifestante. "Tengo el corazón destrozado por que se haya perdido una vida aquí", escribió en Twitter.
Las violentas refriegas se registraron entre militantes antirracistas y grupúsculos de la extrema derecha reunidos en esta localidad, obligando al gobernador de Virginia a declarar el estado de emergencia y a la policía a prohibir la manifestación.
En medio de nubes de gas lacrimógeno, los enfrentamientos a golpes entre manifestantes de la derecha radical y contra-manifestantes se multiplicaban aún antes de comenzar la movilización, con riñas, arrojándose proyectiles e intercambiando golpes con palos, según una periodista de la AFP en el lugar.
El clima sumaba tensión porque los manifestantes portaban armas a la vista, algo que está permitido por la ley en Virginia.
Más tarde, testigos relataron que un automóvil embistió a la multitud hiriendo a varias personas. En un video publicado en las redes sociales, se ve cómo un coche oscuro golpea violentamente a otro vehículo por detrás y luego retrocede velozmente en medio de los manifestantes. Otras imágenes muestran a varios heridos en el suelo.
Los grupos de la derecha radical, entre los que figuraba el Ku Klux Klan y neonazis, querían denunciar y oponerse en forma unitaria al proyecto de Charlottesville de retirar de un espacio municipal la estatua del general confederado Robert E. Lee, quien luchó a favor de la esclavitud durante la Guerra Civil estadounidense.
El matrimonio Trump reacciona
El presidente estadounidense, Donald Trump, se había pronunciado previamente sobre estos episodios a través de Twitter, llamando a la unidad. "Todos debemos estar unidos y condenar todo lo que el odio representa", escribió. "No hay lugar para este tipo de violencia en Estados Unidos. ¡Vayamos juntos como uno!"
También la primera dama, Melania Trump, condenó el sectarismo. "Nada bueno sale de la violencia", tuiteó desde su cuenta.
Ante la situación de violencia en la ciudad, el gobernador demócrata de Virginia, Terry McAuliffe, declaró el estado de emergencia, una medida que le permite movilizar una mayor cantidad de medios policiales.
Algunos manifestantes, que apoyan la supremacía de la raza blanca, llegaron enarbolando banderas confederadas, un símbolo considerado racista por buena parte de los estadounidenses.
McAuliffe había exhortado el viernes a los habitantes de la ciudad a que no asistieran a la manifestación.
"Las numerosas personas esperadas (el sábado) en Charlottesville quieren expresar ideas consideradas por mucha gente, incluido yo mismo, como abyectas. Mientras lo hagan pacíficamente, están en su derecho", señaló el gobernador, quien había ordenado a las fuerzas del orden "actuar rápidamente y de forma decisiva" en caso de que hubiera actos de violencia.
"Vitrina de odio"
"Este evento podría ser una vitrina histórica de odio, reuniendo en un solo lugar un número de extremistas inédito desde hace al menos una década", advirtió Oren Segal, director del Centro sobre extremismo de la Liga Antidifamación, una asociación que lucha contra el antisemitismo.
El 8 de julio, algunas decenas de miembros del Ku Klux Klan ya se habían reunido en este tranquilo y pintoresco pueblo, muy superados en número por los manifestantes antirracistas. Pero las imágenes de estos extremistas con su vestimenta tradicional fueron difundidas en todo el mundo.
Esta vez, la derecha nacionalista esperaba atraer a más seguidores, gracias a la presencia de varios integrantes del movimiento Alt-Right, que apoyó a Donald Trump durante su campaña.
Los participantes, supuestamente llegados desde todo Estados Unidos, tuvieron dificultades para hospedarse: la plataforma de apartamentos de alquiler Airbnb canceló un número desconocido de cuentas vinculadas a la extrema derecha, destacando sus principios de hospedaje independientemente de orígenes étnicos.
Jason Kessler, el organizador de la manifestación, había estimado en Twitter que esta medida equivalía a "un ataque contra la libertad de expresión y los derechos civiles".
Por su parte, Paul Ryan, el líder republicano en el Congreso, denunció la reunión de la extrema derecha como un "espectáculo repugnante", basado en una "intolerancia vil."