En la ciudad natal de Biden, optimismo entre trumpistas y cautela entre demócratas
Para David Mitchko no cabe duda: Donald Trump puede ganar en Pensilvania. En Scranton, la ciudad natal de Joe Biden, la confianza de los republicanos a diez días de las elecciones estadounidenses contrasta con la cautela de los demócratas, aún traumatizados por la derrota de Hillary Clinton en 2016.
En Olyphant, un suburbio al norte de Scranton, Mitchko, de 53 años, que está haciendo campaña activamente por el presidente saliente, no presta atención a las encuestas, que dan a Biden una ventaja de cinco puntos en este estado clave.
"No creo ni un segundo en las encuestas", explica con calma, sin mascarilla, entre dos accesos de tos.
"Hace cuatro años no había ninguna pancarta de Trump en esta zona, es una zona demócrata, pero las cosas están cambiando. El apoyo al presidente es aún más masivo que en 2016", dice, mostrando el mismo optimismo que en agosto, durante un encuentro previo con AFP.
En señal de darle la razón, un automovilista toca la bocina y levanta el puño mientras pasa frente a su casa decorada con grandes carteles de "Trump 2020".
El área de Scranton, una ciudad de 75.000 habitantes, fue el lugar que vio nacer a Biden hace 77 años.
Pero también es emblemática de estas antiguas tierras demócratas y obreras de Pensilvania que, en 2016, decidieron decantarse por Trump.
¿Nueva sorpresa de Trump?
Al otro lado de la calle, Matt Malloy también está convencido de que el magnate dará una vez más una "sorpresa", a pesar de lo que dicen los pronósticos.
"No sé si va a ganar (Scranton), pero creo que va a ganar el país", afirma.
Él y su compañera, Melissa Durkin, volverán a votar por el republicano el 3 de noviembre. Ella aún está inscrita en el censo electoral como demócrata.
"Hace mucho tiempo que no hay un buen candidato demócrata", se lamenta esta terapeuta respiratoria, que exhibe en su camiseta el lema del presidente republicano, "Make America Great Again" (Hagamos Estados Unidos grande otra vez).
Biden no la seduce, a pesar de sus habituales visitas a la ciudad de su infancia, devenida en elemento recurrente en sus discursos de campaña.
Aunque Scranton es mayoritariamente demócrata, sus suburbios no lo son. Hillary Clinton ganó el condado de Lackawanna, al que pertenece la ciudad, con un estrecho margen de tres puntos en 2016. Pero perdió Pensilvania por un punto.
El trauma de 2016
A pocos metros de la sandwichería "Hank's Hoagies", donde Biden llegó a comprar sus caramelos en la década de 1950, Nick Boyer cuenta que votará por aquel niño de Scranton, pero admite dudas sobre sus posibilidades de ganar.
"Creo que Donald Trump va a ganar porque tiene mucho apoyo en el sur (de Estados Unidos). Espero estar equivocado", dice este estudiante de derecho penal.
Su novia, Logan McCann, de 21 años, que acudirá a las urnas por primera vez, también reconoce estar "un poco estresada" por la suerte del candidato demócrata. "Hillary Clinton ganó el voto popular en 2016 y no fue elegida, me temo que volverá a suceder".
"Ningún demócrata en Estados Unidos está seguro (de la victoria) porque en 2016 todos se sorprendieron, incluso Donald Trump", afirma Bill Burke. Vive en una lujosa casa en la calle North Washington, la misma avenida en la que vivió el exvicepresidente Biden hasta los 10 años.
"La mayoría de los demócratas ven las buenas noticias, las encuestas y todo eso, y se preguntan frenéticamente: 'Ok, ¿dónde está el peligro? ¿Cómo se nos va a escapar (la victoria)?'", resume este profesor de historia de 55 años y ojos azules como su máscara, su camiseta y su partido.
Consciente de lo que se juega, Biden regresó a Pensilvania el sábado por decimosexta vez desde junio de 2019, según estimaciones de NBC. Y Trump debería ir allí este lunes. Ambos esperan seducir a los 20 grandes electores del estado, cruciales para arrebatar la victoria en noviembre.