Niñas y jóvenes tratan de encontrar su sitio en la Cumbre del Clima
No superan los veinte años, no tienen amplias trayectorias políticas y en algunos casos es su primera vez en una cumbre del Clima, pero esto no ha impedido a estas jóvenes activistas situar la crisis climática como una problemática global que les está "arrebatando el futuro".
Niñas de todo el mundo se han movilizado hasta Madrid para asistir a la COP25 y pedir a líderes mundiales que "por favor hagan algo" ante la emergencia climática, además de que no se olviden de ellas en las negociaciones.
Greta Thunberg es uno de los rostros más relevantes: tras cruzar el atlántico en velero, ha intentado convencer al mundo entero de que la crisis climática "no es un problema de futuro, sino algo que ya nos afecta".
A lo largo de esta semana la joven de dieciséis años ha dicho alto y claro lo que no se estaba hablando en las agendas políticas, señalando como principal peligro "la inacción de los políticos y directivos que pretenden actuar y no hacen nada".
Pero Greta solo es un símbolo, como ella hay miles de rostros anónimos que diariamente emprenden sus luchas personales para defender su tierra y su derecho a ser niñas.
"Soy la voz de la infancia moribunda, mujeres desaparecidas y personas que sufren a causa de la crisis climática creada por los países ricos", clamaba esta semana la joven activista ugandesa Nakabuye Hilda, dando voz a los olvidados.
Hilda, que ha crecido viendo cómo la gente de su país se moría a causa de las inundaciones, concurre en esta cumbre con un discurso duro y contundente para advertir de que la crisis climática "es otra forma de racismo ambiental y apartheid".
Igualmente firme es a sus ocho años la activista climática india Licypriya Kangujam, que durante las negociaciones ha culpado a los gobiernos de estar jugando con su futuro.
Licypriya debería estar estudiando en el colegio o jugando con otras niñas, sin embargo, está en Madrid para requerir a los adultos "que cambien su manera de pensar".
Catalina Silva, de dieciocho años, también ha dejado apartada su vida en Chile para asistir a esta cita y destacar el trabajo que hacen miles de activistas indígenas en Latinoamérica, que no han podido estar presentes en esta COP25 por el traslado de la sede de Chile a Madrid.
"No nos sentimos mal por trabajar en esto que quizá correspondería a gente más mayor, pero sí pedimos que se tenga en cuenta nuestra voz para la toma de decisiones", explicaba Silva al inicio de la conferencia.
En España, Patricia Ramos, que ya se ha ganado el apodo de "la Greta española", se ha movilizado porque es consciente de que su vida "depende de ello".
"Yo tengo diecinueve años y mi futuro está oscuro porque no sé si dentro de veinte años voy a tener acceso a comida o a agua limpia", ha denunciado Ramos con rabia.
A pesar de sus ganas por formar parte de las mesas negociadoras, las estrategias climáticas de los países pasan por alto las contribuciones que podrían realizar las niñas y las mujeres jóvenes "empoderadas por la educación y la información".
Así lo ha revelado el informe 'Los derechos de las niñas en el marco de las estrategias climáticas' que ha elaborado la ONG Plan International junto a Unicef y Brooking Institution, en el que señalan la crisis climática como “el problema de equidad intergeneracional más importante de nuestra época".
Sin embargo, las niñas del mundo, que no ven su corta edad como una limitación, se han cansado de que "negocien su futuro sin su opinión" y empoderadas por el "espíritu de Greta" quieren influir en las decisiones políticas de esta y otras Cumbres del Clima.