Movilización general en Pakistán para ayudar a afectados por las inundaciones
Mingora, Pakistán/Helicópteros evacuan a personas aisladas en las montañas del norte y barcos recorren las anegadas llanuras del sur: Pakistán continuaba movilizando el miércoles todos sus medios para ayudar a los millones de afectados por las peores inundaciones de su historia.
Un tercio del país ha quedado sumergido por las lluvias del monzón, que han causado la muerte de 1.162 personas desde junio según el último balance difundido el miércoles, han arrasado tierras agrícolas básicas para la economía y han destruido o dañado gravemente un millón de hogares.
"Pakistán está inundado de sufrimiento. El pueblo pakistaní está confrontado a un monzón cataclísmico", dijo el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, al lanzar el martes un pedido de donaciones de 160 millones de dólares para los próximos seis meses.
Más de 33 millones de personas, uno de cada siete habitantes, se ha visto afectado por las "peores inundaciones de la historia de Pakistán", en palabras del primer ministro Shehbaz Sharif.
Su gobierno estima que necesitará al menos 10.000 millones de dólares para reparar los daños masivos en las infraestructuras, particularmente en las telecomunicaciones, las carreteras y la agricultura.
Pero la prioridad es atender a las miles de personas bloqueadas en las montañas y los valles del norte y en los pueblos aislados del sur y el oeste.
"Pedimos al gobierno que ayude a poner fin a nuestro males lo antes posible", decía el miércoles a AFP Mohammad Safade, con su casa completamente inundada en Shikarpur, en la provincia de Sind (sur).
"Hace falta que el agua sea retirada de aquí inmediatamente para que podamos volver a nuestras casas", pidió.
Pero la provincia del Sind no es más que una extensión sin fin de agua, sin apenas lugares secos adonde drenarla.
"Si sobrevuelas el paisaje, no ves ninguna tierra seca, solo kilómetros de campos inundados y aldeas anegadas", dijo a AFP la ministra de Cambio Climático, Sherry Rehman.
Fenómenos extremos
En esta temporada de monzones, Pakistán ha recibido dos veces más lluvias de lo habitual, según el servicio meteorológico. En las provinciales meridionales de Baluchistán y Sind, las más afectadas, se cuadruplicó la media de los últimos 30 años.
El monzón, que habitualmente dura de junio a septiembre, es esencial para la irrigación y la reposición de los recursos hídricos del subcontinente indio.
Pero hacía al menos tres décadas que Pakistán no vivía precipitaciones tan fuertes y sostenidas, algo que sus responsables achacan al cambio climático que aumenta la frecuencia de los fenómenos extremos.
Este año, el país ya vivió una ola de calor con temperaturas superiores a los 50 ºC, incendios devastadores y unas crecidas catastróficas causadas por el rápido deshielo de los glaciares.
Aunque sea responsable de menos del 1% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, Pakistán figura como el octavo país más amenazado por fenómenos meteorológicos extremos, según un estudio de la ONG Germanwatch.
El gobierno se lo reprocha a los grandes países industrializados, a los que acusa de haberse enriquecido gracias a las energías fósiles sin prever las consecuencias.
Escasez de comida
Muy dependiente de su agricultura, Pakistán espera graves consecuencias para una economía precaria que ya nota las primeras consecuencias del desastre, con una explosión de precios de productos alimentarios como las cebollas, los tomates o los garbanzos.
Sharif prometió que cada céntimo de ayuda será gastado "de forma transparente" y se destinará "a aquellos que lo necesitan".
Estados Unidos anunció el martes un envío de 30 millones de dólares de ayuda humanitaria. También empezaron a llegar vuelos de carga de China, Turquía o Emiratos Árabes Unidos.
Por todos lados aparecieron campamentos improvisados para acoger a los desplazados, que deben aguantar el fuerte calor y la escasez de agua potable y comida.
En una clínica improvisada en Sind, los doctores curan a pacientes que tuvieron que andar descalzos por agua sucia, empantanada y llena de escombros.
"A mi hijo le duele mucho un pie. Y los míos también", dice Azra Bhambro, una mujer de 23 años que acudió en busca de ayuda.