Tensión en la región iraquí de los yazidíes perseguidos otrora por el EI

En 2014, el EI se apoderó de las montañas de Sinjar.
En 2014, el EI se apoderó de las montañas de Sinjar. / Foto/AFP

Casi seis años después del fin del grupo Estado Islámico (EI) en la región iraquí de Sinjar, cuna de los yazidíes, un cúmulo de tensiones geopolíticas podría desencadenar un nuevo conflicto y prolongar la terrible situación de esta minoría perseguida por los yihadistas.

En 2014, el EI se apoderó de las montañas de Sinjar. Mató a cientos de hombres en pocos días, reclutó por la fuerza a niños soldados y esclavizó sexualmente a miles de mujeres de esta minoría monoteísta esotérica de habla kurda. La ONU investiga estas atrocidades para determinar si constituyen 'genocidio'.

Esta región estratégica, rodeada por Turquía al norte y Siria al oeste, fue liberada en 2015 del yugo del EI por los peshmergas, es decir los combatientes de las fuerzas de la región autónoma del Kurdistán, pero también por los kurdos de Siria, apoyados por la coalición internacional antiyihadista.

Facciones paramilitares proiraníes del poderoso Hashd al Shaabi (Fuerzas de Movilización Popular), ahora integrados en el Estado, también tomaron el control de territorios de los alrededores.

El gobierno federal que, al igual que las autoridades del Kurdistán iraquí, quieren controlar Sinjar, están poco presentes y las organizaciones internacionales tampoco suelen aventurarse en la zona, lo que ha ralentizado la reconstrucción de la región.

Los pocos yazidíes que han regresado temen ser desplazados de nuevo por culpa de las crecientes tensiones entre las fuerzas presentes.

'Vivimos entre tantas amenazas distintas (...) Nos aterra que estallen enfrentamientos', afirma Faisal Saleh, de 46 años, al volante de su coche para alquilar un apartamento en el Kurdistán por si tuviera que huir.

Para facilitar la reconstrucción y el regreso de los yazidíes a sus tierras, el acuerdo de Sinjar, concluido en octubre, prevé que solo las fuerzas federales puedan estar armadas en la región. Pero no se aplica.

- Situación explosiva -

'La realidad sobre el terreno es más fuerte que estos acuerdos. Nadie en Sinjar quiere perder su influencia', explica a la AFP Yasin Tah, un experto que vive en esta región. 'La situación es muy tensa y complicada. Podría estallar en cualquier momento'.

Las autoridades kurdas reivindican el control de la región. Pero se enfrentan a la creciente influencia de sus rivales del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que lleva presente en el norte de Irak desde hace décadas y cuya rama siria ha combatido a los yihadistas en Sinjar.

La vecina Turquía, que considera al PKK una 'organización terrorista', tampoco pierde de vista Sinjar 'donde ve que el PKK gana poder', añade Tah.

Ankara suele llevar a cabo ataques en las zonas montañosas del norte de Irak contra el PKK, que desde 1984 libra una sangrienta guerrilla en territorio turco.

En enero Turquía bombardeó una región cercana a Sinjar y el presidente Recep Tayyip Erdogan incluso amenazó con desembarcar fuerzas turcas allí 'de golpe, en una noche'.

Esta amenaza apenas velada proporcionó una excusa a las facciones proiraníes de Hashd al Shaabi para permanecer y hasta anunciar el envío de más combatientes, para 'bloquear cualquier comportamiento agresivo', afirma uno de sus jefes.

Según Tah, el Hashd quiere defender las carreteras estratégicas para el contrabando hacia Siria.

El Hashd, desplegado en el lado iraquí de la porosa frontera con Siria, niega actuar fuera de Irak.

- 'Sinjar sufre' -

Un alto cargo de la provincia de Nínive, donde se encuentra Sinjar, reconoce la existencia de rivalidades y asegura que todas las partes intentan proteger 'sus intereses'.

El primer ministro Mustafá al Kazimi intenta calmar las tensiones y se ha puesto en contacto con Turquía, declara a la AFP un funcionario de su oficina.

Kazimi tiene mucho que perder si estalla un conflicto, explica Nusaibeh Yunis, del Consejo Europeo de Relaciones Internacionales.

'Socavaría su victoria política con el acuerdo de Sinjar y empañaría la imagen de 'defensores de Irak' adquirida por el Hashd y otras milicias, a expensas del gobierno central', añade el experto.

Además 'obstaculizaría el regreso de los yazidíes desplazados, que ya son vulnerables'.

Unas 90.000 familias originarias de Sinjar todavía están desplazadas, la mayoría de ellas en Kurdistán, según Ali Abas, portavoz del ministerio de Migración iraquí.

Entre ellos figura Mahma Jalil, alcalde de la ciudad de Sinjar.

'Sinjar sufre. Necesitamos esfuerzos extraordinarios para ayudarnos a estabilizarlo', dijo, contactado por teléfono por la AFP, desde Dohuk. 'Tenemos que encontrar una solución. Hay que aprender las lecciones del pasado'.

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