Una caravana de autobuses para llevar a los sirios de vuelta a casa
Entre sacos, maletas y mochilas, decenas de familias sirias esperan, en un parque en las afueras de Estambul, que una caravana de autobuses arranque y les lleve de vuelta a casa.
"Ya no hay guerra. Está todo tranquilo en Al Bab", dice a Efe en ese parque del barrio de Esenyurt (distrito en la periferia occidental de Estambul) Mohannad, un padre de familia oriundo de dicha localidad siria situada al noreste de Alepo que desde inicios de 2017 está bajo control de las tropas turcas.
Mohannad llegó a Turquía como refugiado hace cinco años, con su mujer y tres hijos, que ahora ya son adolescentes, y se declara "muy agradecido" al pueblo turco por su acogida, pero piensa que ya es hora de regresar.
"Mi tío tiene tierras en Al Bab. Trabajaremos el campo", asegura. El Ayuntamiento de Esenyurt, uno de los distritos más populosos de Estambul con medio millón de habitantes coordina desde hace casi un año un programa de ayuda al retorno para los refugiados sirios en la ciudad del Bósforo.
"Es algo totalmente voluntario", afirma a Efe la concejal Pinar Sezgin Tekin, que coordina la partida de los sirios. "Empezamos en marzo con apenas una decena de personas, pero se fue corriendo la voz y cada vez se apunta más gente que querría retornar", explica.
Ahora parten como media un centenar de personas cada semana y, según sus cálculos, los retornados ascienden ya a 5.200 desde marzo del año pasado.
La idea surgió en Esenyurt, que alberga a unos 110.000 sirios refugiados, pero el Ayuntamiento acepta a otros residentes en cualquier parte de la ciudad. Los autobuses propiedad del municipio transportan a las familias con sus enseres los 1.200 kilómetros que hay hasta la frontera siria en la provincia de Kilis, al norte de Alepo.
A partir del control fronterizo, los retornados deben continuar camino esencialmente por sus propios medios, aunque la Media Luna Roja y AFAD, el organismo de ayuda de emergencias turco, ambos activos en el norte de Siria, les ayudarán a llegar a su destino, señala Sezgin.
No todos se quedan en la zona bajo control turco: Alaa, un joven en la veintena, tiene previsto regresar a Hama, en manos del régimen de Damasco, según declara a Efe.
Alaa llegó a Turquía hace solo seis meses, por caminos "muy difíciles", es decir, clandestinos, pero no encontró trabajo en Estambul y tampoco recibió documentación para asentarse, por lo que prefiere volver a Hama, donde dice tener apalabrado un trabajo de peluquero.
El joven Sarab, por su parte, regresará a Deir ez Zor, en el este de Siria, confiando en que el lugar ya es seguro, después de que las milicias kurdas expulsaran de allí al grupo yihadista Estado Islámico hace poco más de un año.
Mohammed, por su parte, se dirigirá a Hasaka, en el noreste kurdo de Siria, tras una estancia de apenas medio año en Turquía, junto a su mujer y su pequeño hijo. "Es mejor volver. Aquí solo puedo trabajar de obrero, allí tengo un trabajo de maestro de escuela", afirma.
Quienes se apuntan al convoy deben anular sus permisos de residencia turcos y no podrán volver a Turquía en cinco años, informan desde la Alcaldía.
Llega la hora de partir. Los sacos se han cargado en un pequeño camión que acompañará a los dos autobuses hasta la frontera. Empieza la despedida de los familiares y amigos que se quedan aquí.
Corren algunas lágrimas y se escuchan sollozos. Luego arrancan los autobuses. Ojalá que lo que les espera, dicen los que se quedan, sea realmente la paz.