Irak: Descartan tropas extranjeras
En Bagdad, el nuevo primer ministro de Irak descartó este miércoles el despliegue de tropas estadounidenses sobre el terreno en su país, reprendió a la comunidad internacional por la falta de acción en Siria y lamentó la "desconcertante" exclusión de la vecina Irán de la coalición que se está forjando para combatir al grupo Estado Islámico.
Haider al-Abadi ha sido acogido por Occidente como un líder más incluyente que podría sanar las divisiones internas que han desmembrado Irak. Pero su franqueza en una entrevista con The Associated Press —su primera con medios internacionales— muestra a un hombre capaz de enfrentarse por diferencias de enfoque y defender su posición.
Al-Abadi elogió la campaña aérea de Estados Unidos contra los milicianos que han invadido gran parte del norte y oeste de Irak y han conseguido implantar una suerte de estado primitivo que abarca la frontera entre Siria e Irak, al decir que ha ayudado a los esfuerzos para hacer retroceder a los extremistas suníes.
Sin embargo, subrayó que no ve la necesidad de que Estados Unidos u otros países envíen tropas a Irak para ayudar a combatir contra el grupo Estado islámico.
"No solo no es necesario", declaró. "No los queremos, no lo permitiremos. Punto".
En cambio, al-Abadi instó a la comunidad internacional a ampliar su campaña contra los extremistas en la vecina Siria, y señaló que los milicianos sometidos a presión en Irak se repliegan hacia Siria.
Sus declaraciones fueron un claro rechazo a las del general estadounidense Martin Dempsey, jefe del Estado Mayor Conjunto, quien dijo el martes al Comité de Servicios Armados del Senado que podrían necesitarse soldados estadounidenses en tierra para enfrentar a las fuerzas del Estado Islámico en Medio Oriente si fracasa la actual estrategia del presidente Barack Obama.
Sin embargo, el miércoles Obama rechazó con firmeza cualquier sugerencia de que las tropas estadounidenses serían enviadas a combatir contra los milicianos. "Como su comandante en jefe, no voy a comprometerlos a ustedes y al resto de nuestras fuerzas armadas a librar otra guerra sobre el terreno en Irak", dijo Obama a las tropas en la Base Aérea MacDill en Florida.
"Las fuerzas estadounidenses no tienen ni tendrán una misión de combate", aseguró.
La semana pasada, Obama delineó un plan que incluye una campaña militar más amplia en Irak, un redoblado apoyo y capacitación a los grupos rebeldes sirios, y ampliar los ataques aéreos contra los milicianos en Siria.
Al-Abadi, un veterano legislador chií que pasó 20 años en el exilio en Gran Bretaña antes de la invasión encabezada por Estados Unidos en 2003 que derrocó a Saddam Hussein, enfrenta la enorme tarea de tratar de mantener unido a Irak en medio de crecientes desafíos, tanto políticos como en el campo de la seguridad.
El primer ministro iraquí dijo que el ejército iraquí elegirá y aprobará los blancos, y que Washington no va a tomar medidas sin consultar antes con Bagdad. De no hacerlo, advirtió, se arriesga a causar numerosas víctimas civiles como ha ocurrido en Pakistán y Yemen, donde Estados Unidos ha lanzado ataques aéreos durante años.
"La única contribución con la que las fuerzas estadounidenses o de la coalición internacional nos van a ayudar es desde el cielo", aseguró al-Abadi. "No le estamos dando ningún cheque en blanco a la coalición internacional para atacar objetivos en Irak".
El grupo Estado Islámico comenzó en Irak, pero se extendió a principios de 2013 a Siria, donde creció exponencialmente en medio del caos de la guerra civil de ese país. Tras su éxito en Siria, los combatientes del grupo extremista —entre ellos muchos ciudadanos iraquíes— avanzaron en junio a lo largo del norte y oeste de Irak, apoderándose de grandes franjas de territorio y enviando señales de alarma por todo el Oriente Medio.
El grupo ahora controla un territorio que se extiende desde el norte de Siria hasta las afueras de Bagdad, donde ha establecido un estado islámico, o califato, gobernado por su severa interpretación de la ley islámica.
Washington espera forjar una amplia coalición para ayudar a derrotar al grupo extremista, pero ha descartado cooperar con Irán o Siria, aunque ambos ven al grupo Estado Islámico como una amenaza. Los dos países fueron excluidos de una conferencia esta semana en París en la que Estados Unidos, Francia y otros aliados se reúnen para discutir la forma de abordar la amenaza de los milicianos, lo que llevó a al-Abadi a cuestionar su visión.
"En realidad me resulta desconcertante que tenemos una conferencia en París para ayudar a Irak y para luchar contra el terrorismo y ... el mayor vecino de Irak —Irán— está excluido", dijo. "Eso me pone como primer ministro en una posición muy difícil".
Más allá de la actual crisis con los milicianos, Al-Abadi, nombrado oficialmente primer ministro el 8 de septiembre, también enfrenta la difícil tarea de unir a los grupos étnicos y religiosos en el gobierno en medio de advertencias de que Irak está a punto de dividirse entre tres bandos, pues las regiones chiíes, suníes y kurdas aparentemente persiguen caminos divergentes.