Vivir bajo la amenaza del derrumbe de montañas de escombros en Gales

Una colina que domina la ciudad de Tylorstown, en el sur de Gales / AFP
AFP
03 2024 - 06:30

En una colina que domina la ciudad de Tylorstown, en el sur de Gales, unas máquinas terminan de ordenar toneladas de escombros. El colapso de esta montaña de residuos reveló una amenaza muy presente en la región, y que corre el riesgo de agravarse con el calentamiento global. 

El 16 de febrero de 2020, Jeff Coombes estaba paseando a su perro cuando 60.000 toneladas de residuos de antiguos pozos mineros se derrumbaron desde esa montaña de escombros situada en la ladera de una colina, en el corazón del valle de Rhondda.

"Estaba caminando por la orilla del río, un poco más abajo en el valle. De repente el agua se volvió marrón, luego la corriente disminuyó. Mientras subía vi la montaña de escombros deslizándose y el ruido era como un rugido", explica este exminero de 77 años.

Afortunadamente, no hubo víctimas ni tampoco daños de viviendas. Pero en la región, el incidente recordó el trauma de la tragedia de Aberfan, el 21 de octubre de 1966, donde el deslizamiento de una montaña de residuos dejó 144 muertos, entre ellos 116 niños atrapados en su escuela.

Después de Tylorstown, las autoridades galesas llevaron a cabo un amplio censo e identificaron más de 2.500 escombreras en todo el territorio, herencia de un importante pasado minero. 

De todas ellas, 350 representan un grave riesgo de colapso, debilitadas por las lluvias y las infiltraciones de agua, y 79 se encuentran en la región de Rhondda Cynon Taf, según un último recuento revelado a mediados de noviembre. Ahora tendrán que ser controladas dos veces al año.

Casi invisibles

Ashley Patton, geóloga del Servicio Geológico Británico, explicó a la AFP que, en caso de fuertes lluvias, el agua "debilita la capacidad de los materiales de permanecer en su lugar".

En 2021, un informe independiente sobre los riesgos del cambio climático destacó la creciente probabilidad de futuros deslizamientos relacionados con la antigua actividad minera, a medida que las lluvias se vuelven más frecuentes y violentas. 

A ambos lados de la carretera que serpentea el valle de Rhondda, muchos montones de escombros, ahora cubiertos de vegetación, se han vuelto casi invisibles, enmascarando el peligro.

"La mayoría de ellos ahora están cubiertos de árboles. Están a nuestro alrededor y la gente se dio cuenta con el deslizamiento de Tylorstown. Hubo mucho pánico", dice Phil Rowe, exconcejal en Ferndale, ciudad vecina de Tylorstown. 

Aunque el recuerdo de la industria minera sigue vivo entre las personas mayores, Roy Jones, exminero de 78 años, lamenta que "la generación más joven no sea tan consciente" de los riesgos.

Región olvidada

La situación suscita la ira de la población, que la valora como una señal de falta de consideración hacia una región que se siente olvidada desde el cierre de las minas de carbón y el fin de una era económica gloriosa. 

Phil Rowe deplora que no se previera el derrumbamiento de la escombrera de Tylorstown.

"Dicen que la vigilaban estos dos o tres últimos años, pero si hubiera sido así, habrían visto que algo así podía pasar", se indigna Rowe, mientras Cardiff y Londres se pasan la pelota sobre la financiación de los trabajos.

Las obras de Tylorstown fueron evaluadas en más de 20 millones de libras (más de 25 millones dólares).

Según las autoridades galesas, para los trabajos de seguridad de todas las escombreras en peligro se necesita una inversión de entre 500 y 600 millones de libras (entre 634 y 760 millones de dólares) en quince años. 

El gobierno británico se niega a contribuir directamente. "¿Es correcto que Reino Unido se haya aprovechado de los beneficios económicos de la industria minera galesa, pero no esté financiando sus consecuencias?", preguntó recientemente la diputada local Beth Winter al primer ministro conservador, Rishi Sunak, en el Parlamento.

El gobierno galés tiene "los recursos necesarios" para gestionar esta cuestión, respondió Sunak. 

"No creo que la gente del valle deba pagar por eso", lamenta Jeff Coombes, recordando que el carbón galés alimentaba los barcos de la Royal Navy, contribuyendo así a la grandeza del antiguo Imperio británico.

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